por Carlos Pissolito
50 muertos y un centenar de heridos es el resultado del ataque de un lobo solitario terrorista en un disco gay en Orlando, EEUU. Conforman la peor matanza en un país que se caracteriza por tenerlas en forma frecuente.
Omar Saddiqui Mateen, un ciudadano estadounidense de 29 años de origen afgano con residencia en St. Port Lucie, Florida fue el ejecutor.

Nos preguntamos si se puede hacer tal distinción. Pues, sabemos que grupos extremistas islámicos como Daesh son conocidos por su persecución a los homosexuales.
Lo paradójico es que el pensamiento de lo "políticamente correcto" atribuye la causa de la masacre a la posibilidad garantizada por su constitución que tienen los norteamericanos de poder comprar armas sin muchos requisitos.
No parecen advertir que las armas no matan. Ellas son meras herramientas y los que sí lo hacen son las ideas. En este caso el multiculturalismo que pretende que todas las culturas son iguales y pueden convivir pacíficamente.
No pueden, como queda demostrado con la larga y frustrada ocupación norteamericana en Afganistán. Mediante la cual pretenden imponer a fuerza de bayonetas ideas occidentales; tales como: la democracia, la libertad de comercio y la igualdad de derechos para la mujer. Hasta el momento, sin lograr éxito palpable alguno.
Tampoco, al parecer, pueden hacerlo en Occidente los lobos solitarios provenientes del Levante. Quienes extraídos de su cultura madre se rebelan contra la cultura que los acoge. Pues, la consideran simplemente satánica.
Hoy por hoy, los grandes movimientos migratorios son parte de una realidad cotidiana. De hecho, nosotros, Argentina nos disponemos a recibir a 3000 de ellos, dentro de poco.
Al respecto, no debería haber ningún problema. Somos un país de inmigrantes. Pero, siempre y cuando se observen algunas reglas básicas. La principal, que los futuros inmigrantes respeten nuestra leyes y nuestra cultura al llegar. Y que, eventualmente, con el tiempo, la adopten como propia.
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