por Carlos Pissolito
"El infierno está vacío, todos los demonios están aquí"
Le hace decir W. Shakespeare a uno de sus personajes antes de saltar al mar
desde su barco en llamas en medio de una tempestad.
Probablemente, sean la mejores palabras poéticas que puedan
resumir este comienzo de año.
En referencia a los auspicios de este año. Ya lo dice la broma popular: lo bien que
estuvimos durante el duro 2016, lástima que no lo sabíamos.
Bromas al margen, el 2017 empieza particularmente mal. Dos atentados
en Levante: uno en Irak otro en Turquía.
No es para asombrarse. Es más, le habíamos advertido a los
optimistas de siempre que esto ocurriría. Que el terrorismo no esta derrotado.
Todo lo contrario.
En nuestros análisis habíamos anticipado que las tendencias
se consolidarían. ¿Cuáles son?
En primer lugar, el fin del sueño globalizador y el
surgimiento -en consecuencia- de todos los localismos posibles. Desde los
meramente comarcales hasta los que usan la palabra Religión con "R"
mayúscula.
Como se sabe esto último es particularmente cierto para el
Islam, pero muy bien puede ser imitado por otros, entre ellos el Judaísmo y el mismísimo
Cristianismo. El surgimiento de Mahoma, puede traer de vuelta a otros profetas
de la guerra.
Le siguen en importancia, las grandes migraciones. Sean
estas globales como las que lleva multitudes de Levante a Europa o meramente
locales como las que mueven gente del campo hacia las megas ciudades.
En el medio de estos flujos y reflujos quedan atrapadas las
clases medias, sean éstas de vieja data o de recién llegados. Son las que están
reaccionado, sencillamente, porque están en medio de la lucha. De la pelea por
los recursos y por el espacio. No quieren perder lo mucho o poco que tienen.
Instrumentalmente, no se puede dejar de notar el surgimiento
de múltiples corrientes de opinión. Esta vez al margen, sino contra, los
grandes medios de opinión. Y no se le puede echar la culpa a las nuevas
tecnologías. Ellas son solo un instrumento para expresar el descontento.
Finalmente, estas tendencias están empujando a los sistemas de
decisión política hacia el colapso. No son pocos los que han advertido que las
estructuras tradicionales de partidos ya no le sirven a nadie, excepto a los
políticos profesionales.
¿Un revolución en marcha? No lo sabemos aún. Tendremos todo
el 2017 para descubrirlo.
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