Lo habíamos anticipado en nuestros análisis que el formato del Tratado de Paz del Gobierno de Colombia con las FARC, aún, después de las modificaciones introducidas tras el NO, no haría otra cosa que incentivar el narcotráfico y que un gran número de combatientes migrarían hacia otras organizaciones guerrilleras y criminales, tanto dentro de Colombia como fuera de ella. Tal como estamos viendo en la Araucanía chilena.
Sergio Gómez Maseri
Este martes la Casa Blanca confirmó un dato que si bien se anticipaba no
dejó de caer como un baldado de agua fría: por cuarto año consecutivo los
cultivos ilícitos en el país volvieron a expandirse y esta vez alcanzando en el
2016 un número jamás visto en la historia.
La cifra, 188.000 hectáreas sembradas en el país, representa de paso un
aumento del 140 por ciento entre el 2013 y el año pasado.
En Washington, por supuesto, la noticia no cayó bien. Pese a reconocer
lo mucho que ha avanzado Colombia en estos últimos 15 años, no se entiende que
luego de desembolsar más de 10.000 millones de dólares en este período exista
aún más coca que cuando comenzaron su participación con el Plan Colombia, en el
2001.
Las FARC saben que en política no pueden competir en igualdad de
condiciones, porque la gente no los quiere, y por eso el dinero de las drogas.
En entrevista con EL TIEMPO, McCaffrey responsabiliza a las FARC,
critica al Gobierno por suspender la fumigación y vaticina un futuro peligroso
para ambos países.
Hace un año se celebraron en la Casa Blanca 15 años de éxitos del Plan
Colombia. Pero esta semana se confirmó que los cultivos ilícitos en el país
llegaron a un récord histórico. ¿Qué pasó?
Colombia ya no es el país que existía hace 15 años. Los progresos han
sido enormes en gran parte gracias a ese esfuerzo tanto de colombianos como de
estadounidenses. Dicho eso, lo que está pasando con los cultivos es muy grave y
amenaza con descarrilar ese progreso.
¿Pero a qué atribuye usted esta
nueva bonanza?
A las FARC. En las
negociaciones de paz con ellos, el gobierno Santos cedió en este punto y les
entregó las drogas al decidir que no erradicaría en esas zonas y al cancelar
las fumigaciones aéreas. Siempre pensé que las FARC jamás iban a ceder en tres
puntos: no iban a dejar las armas –las van a esconder –, no se iban a
desmovilizar para dedicarse a arreglar bicicletas en Bogotá, y jamás iban a
entregar los enormes recursos que les produce el tráfico de drogas. Ellos saben
que en política no pueden competir en igualdad de condiciones, porque la gente
no los quiere, y por eso el dinero de las drogas.
Su conclusión es muy polémica.
¿Por qué cree que el Gobierno cedió en ese punto?
Porque si no se les permitía
seguir sembrando coca no hubiesen hecho la paz. Al menos no ahora. Yo era muy
cercano al presidente Santos, y ahora, con esto que digo, puede que ya no me
quiera. Creo que la idea era detener el conflicto a como diera lugar y luego se
les sacaba del negocio y se les introducía a la vida civil. Fue un cálculo
político. Santos es un gran patriota y merece mucho crédito por detener las
balas, pero su cálculo fue equivocado y ahora estamos ante estos enormes
niveles de cultivos.
No es que las FARC quieran
seguir siendo criminales, pero se trata de un negocio que genera enormes
dividendos y de eso es difícil separarse
¿Qué es lo que más le preocupa
de la situación?
Esas montañas de coca van a
producir miles de millones de dólares que ya no serán usados para comprar armas
sino para corromper el sistema, para comprar influencia, para pagarles sueldos
a los miembros de la insurgencia y asegurar que sigan con ellos. Creo que la
situación, antes que mejorar, va a empeorar. También creo que el problema se ha
visto desde una premisa falsa y es que si no se les deja sembrar coca a los
campesinos, estos se mueren de hambre. En el mundo hay millones que viven de
productos agrícolas legítimos. El Gobierno lo que tiene que hacer es
desarrollar una infraestructura que permita a los que viven en zonas remotas poder
sembrar piñas, orquídeas, o lo que sea, y que con ello puedan vivir
decentemente.
¿Qué tanto cree que ha influido
en la expansión de los cultivos el fin de la fumigación aérea?
En el mismo minuto en que
decidieron dejar de fumigar perdieron el control del problema. Por supuesto, la
fumigación no es todo y debe estar acompañada de un despliegue policial, de
desarrollo alternativo en esas áreas. Pero sin fumigación es muy complicado. No
se puede ir arrancando matas a pie y a sabiendas de que los cultivos van a ser
defendidos a muerte por las organizaciones criminales. Eso no funciona.
Pero la suspensión de las
fumigaciones estuvo atada a un informe de la Organización Mundial de la Salud
que dijo que los químicos empleados causaban daños a la salud y el
medioambiente ¿Eso no justifica la decisión?
Eso es una patraña. La
aspersión aérea se usa en muchos países para fines agrícolas y es muy segura.
Se hace de manera computarizada para evitar errores. Sé que esto que digo es
controvertido, pero me parece que esas justificaciones no se sostienen en la
ciencia e intelectualmente todo el mundo la sabe.
¿Cómo cree, entonces, que se
deba enfrentar el problema a partir de ahora?
La verdad, no lo sé. No es que
las FARC quieran seguir siendo criminales, pero se trata de un negocio que
genera enormes dividendos y de eso es difícil separarse.
¿Se debe reactivar la
fumigación aérea?
No creo que pueda hacerse, pues
eso hace parte de los acuerdos con las FARC. Es un asunto que debe resolver
Colombia. Mi opinión es que los militares y policías tenían arrodilladas a las FARC
y no estaban lejos de derrotarlas. En la historia de la diplomacia, nadie
entregó en la mesa de negociación algo que ganó en el campo de batalla. Pero
eso fue lo que pasó. Y el punto de fondo es que gracias a eso la coca está
disparada y serán miles de millones de dólares los que van a fluir hacia la
política, para corromper a jueces y neutralizar a los militares y policías,
bien sea con sobornos o falsas acusaciones.
¿No ve alternativas?
Creo que lo que se viene es un
largo proceso y no es claro el horizonte. Una alternativa es dejar que los
cultivadores siembren lo que quieran y justo cuando esté por llegar la cosecha
fumigar todo y dejarlos sin nada, pues dependían totalmente de la coca. Así se
les convence de dejar el negocio y buscar ayuda. Pero eso es con fumigación, a
pie eso no funciona.
El Gobierno ya presentó un plan
para erradicar de manera manual 100.000 hectáreas este año y dice que las FARC serán parte de la solución. ¿Qué opina?
Quizá las FARC colaboren un
poco para aparentar, pero no creo que funcione. Le repito: no abandonarán un
negocio tan lucrativo.
Hay indicios de que el consumo
de coca en EE. UU. está creciendo. ¿Lo relaciona con el auge de la producción
en Colombia?
Por supuesto. Si 700 toneladas
métricas (las que se estima pueden producir los cultivos colombianos) inundan
una sociedad, hay gente que la va a probar y le va a gustar y se va a volver
adicta. En los 80, la coca destruyó a muchas comunidades en EE. UU. y puede
volver a pasar. Y tendrá un gran impacto en Colombia, pues mucha de esa droga
se venderá en su país.
¿Cómo cree que cae esta noticia
en la administración de Donald Trump?
Esta administración tiene gente
muy buena, pero el Presidente está muy mal preparado para el cargo, es errático
y no escucha a los expertos. Mi teoría es que, dada la retórica que se le
escuchó en la campaña, verá esto como una amenaza a la seguridad nacional y
tomará alguna decisión rápida que complicará las cosas. Si fuera asesor del
Gobierno colombiano, que no lo soy, les diría que esto no le conviene a ninguno
de los dos países. No creo que el Congreso (republicano) pueda hacer mucho,
pues está amarrado a Trump.
¿Pero entonces qué pasa con la
relación?
Puede que decidan suspender el
chorro de dinero. Pero eso es un error. Siempre dije que hay que mantener el
apoyo a Colombia unos 5 o 10 años más para ayudar a consolidar la paz. Y ojalá
Colombia no decida desmantelar sus fuerzas. Para asegurar la paz, necesitan una
policía y un ejército fuertes, y necesitan el apoyo de Estados Unidos.
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