https://www.nytimes.com/es/2017/04/01/paraguay-arde-ante-las-maniobras-de-su-clase-politica/?rref=collection%2Fsectioncollection%2Findex
SANTI CARNERI
ASUNCIÓN — La mañana del viernes 31 de marzo, durante la asamblea anual del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que se celebra en Asunción por primera vez, el gobierno paraguayo presentó su nueva “marca país”, una costosa imagen diseñada para “fortalecer la integración del país al mundo”. Horas después, otra imagen de Paraguay recorría el mundo: el congreso ardía en llamas, también por primera vez, mientras en los alrededores se desataba una batalla campal entre manifestantes y policías.
El origen de la protesta que derivó en una persecución policial por el centro de Asunción hasta el amanecer del sábado y que terminó con un muerto y decenas de heridos —entre ellos algunos legisladores— es la aprobación de una enmienda constitucional que permitiría la reelección del presidente Horacio Cartes en 2018. (La mañana del sábado Cartes destituyó al ministro del Interior, Tadeo Rojas, y al jefe de la Policía, Críspulo Sotelo. Además, la Fiscalía anunció que el policía sospechoso del homicidio ha sido detenido).
La tensión comenzó a media tarde del viernes, después de que 25 senadores se reunieran fuera del pleno, en una sesión paralela casi secreta, para aprobar el proyecto. La Plaza de Armas, la explanada frente al congreso, donde ya se habían congregado dos protestas en la semana contra el intento reeleccionista de Cartes, estaba repleta ese día.
Cuando se conoció la noticia de que el senado había aprobado el proyecto de enmienda, los legisladores opositores a Cartes se lanzaron a la calle y cientos de manifestantes tumbaron las vallas que defendían el perímetro del congreso, entraron corriendo y rompieron lo que encontraron a su paso. Mientras algunos lanzaban computadoras y sillas desde los balcones, otros afuera usaban palos, tuberías, señales de tránsito, piedras y fuegos artificiales para enfrentar a la policía. Minutos después, llamaradas de dos metros destruían el salón de entrada del senado paraguayo.
El Palacio Legislativo está en pleno centro de la ciudad, a doscientos metros de la zona burocrática y financiera, y a unos veinte pasos de la Chacarita, la centenaria villa de Asunción, a la vera del río Paraguay. Es un lugar que suele estar rodeado de gente paseando, vendedores ambulantes, vehículos, niños jugando y, hasta hace poco, era común ver grupos de cerdos caminando, como si estuviera en plena zona rural: las inundaciones de los últimos tres años ha llevado a muchos afectados a instalarse en precarias casetas de madera frente a la misma puerta del congreso, con las pertenencias que habían podido rescatar del agua, incluidos sus animales. Pero ese no era el ambiente que rodeaba el edificio los días previos a los incidentes del viernes.
El país ya estaba alerta ese martes 28 porque el congreso amaneció rodeado de mucha más policía de la habitual, de camiones cisterna y vallas de metal. En el interior, senadores del Partido Colorado —cuyo nombre oficial es Asociación Nacional Republicana (ANR)—, del Partido Liberal y del Frente Guasú (del expresidente Fernando Lugo), se reunían a escondidas del resto de los legisladores para modificar el reglamento de la cámara y evitar así que el presidente del congreso pudiera rechazar el proyecto de enmienda. Ese fue el detonante de la primera ola de indignación, que fue creciendo hasta que estalló el viernes.
“Vinimos a protestar por el atropello parlamentario en el congreso y la policía nos enfrentó cuando estábamos pacíficamente. Empezaron a reprimirnos. Dicen que vivimos en democracia pero esto es una dictadura disfrazada”, dijo en la noche del viernes Gonzalo Carreras, un militante de 30 años del Partido Liberal. Carreras tenía un impacto de balín en la mejilla derecha y otros siete en la espalda.
Manifestantes cantan consignas en la entrada del Congreso de Paraguay durante las protestas contra el proyecto reeleccionista del presidente Horacio Cartes. Credit Jorge Saenz/Associated Press
Los médicos y los enfermeros que atendían en una unidad móvil frente al congreso dijeron que, cerca de la medianoche, había más de 30 heridos por balines en los ojos, cortes y contusiones. Y la policía ha informado a la prensa de la detención de 217 personas.
Poco antes de que terminara el viernes, Cartes emitió un comunicado en el que condenó la violencia contra el congreso y acusó a los manifestantes y a los medios de comunicación de “no escatimar esfuerzos para lograr el objetivo de destruir la democracia y la estabilidad política y económica del país”.
Casi al mismo tiempo que el mandatario subía el comunicado en su cuenta de Twitter, la policía antidisturbios ingresaba en la sede del opositor Partido Liberal, a menos de un kilómetro del congreso, donde se habían refugiado tres diputados y decenas de militantes liberales, y abría fuego contra el joven Rodrigo Quintana, quien murió en el hospital. Todos los partidos han pedido el sábado el esclarecimiento de su muerte.
En la sede del Partido Liberal, compañeros y familiares del joven fallecido velaron el sábado sus restos antes de que fueran trasladados a su pueblo natal. En el suelo del pasillo, encima de las manchas de sangre seca de la noche anterior, dos pequeños racimos de flores blancas, con dos velas azules (el color del partido), fueron colocadas alrededor de una foto de Rodrigo
SANTI CARNERI
ASUNCIÓN — La mañana del viernes 31 de marzo, durante la asamblea anual del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que se celebra en Asunción por primera vez, el gobierno paraguayo presentó su nueva “marca país”, una costosa imagen diseñada para “fortalecer la integración del país al mundo”. Horas después, otra imagen de Paraguay recorría el mundo: el congreso ardía en llamas, también por primera vez, mientras en los alrededores se desataba una batalla campal entre manifestantes y policías.
El origen de la protesta que derivó en una persecución policial por el centro de Asunción hasta el amanecer del sábado y que terminó con un muerto y decenas de heridos —entre ellos algunos legisladores— es la aprobación de una enmienda constitucional que permitiría la reelección del presidente Horacio Cartes en 2018. (La mañana del sábado Cartes destituyó al ministro del Interior, Tadeo Rojas, y al jefe de la Policía, Críspulo Sotelo. Además, la Fiscalía anunció que el policía sospechoso del homicidio ha sido detenido).
La tensión comenzó a media tarde del viernes, después de que 25 senadores se reunieran fuera del pleno, en una sesión paralela casi secreta, para aprobar el proyecto. La Plaza de Armas, la explanada frente al congreso, donde ya se habían congregado dos protestas en la semana contra el intento reeleccionista de Cartes, estaba repleta ese día.
Cuando se conoció la noticia de que el senado había aprobado el proyecto de enmienda, los legisladores opositores a Cartes se lanzaron a la calle y cientos de manifestantes tumbaron las vallas que defendían el perímetro del congreso, entraron corriendo y rompieron lo que encontraron a su paso. Mientras algunos lanzaban computadoras y sillas desde los balcones, otros afuera usaban palos, tuberías, señales de tránsito, piedras y fuegos artificiales para enfrentar a la policía. Minutos después, llamaradas de dos metros destruían el salón de entrada del senado paraguayo.
El Palacio Legislativo está en pleno centro de la ciudad, a doscientos metros de la zona burocrática y financiera, y a unos veinte pasos de la Chacarita, la centenaria villa de Asunción, a la vera del río Paraguay. Es un lugar que suele estar rodeado de gente paseando, vendedores ambulantes, vehículos, niños jugando y, hasta hace poco, era común ver grupos de cerdos caminando, como si estuviera en plena zona rural: las inundaciones de los últimos tres años ha llevado a muchos afectados a instalarse en precarias casetas de madera frente a la misma puerta del congreso, con las pertenencias que habían podido rescatar del agua, incluidos sus animales. Pero ese no era el ambiente que rodeaba el edificio los días previos a los incidentes del viernes.
El país ya estaba alerta ese martes 28 porque el congreso amaneció rodeado de mucha más policía de la habitual, de camiones cisterna y vallas de metal. En el interior, senadores del Partido Colorado —cuyo nombre oficial es Asociación Nacional Republicana (ANR)—, del Partido Liberal y del Frente Guasú (del expresidente Fernando Lugo), se reunían a escondidas del resto de los legisladores para modificar el reglamento de la cámara y evitar así que el presidente del congreso pudiera rechazar el proyecto de enmienda. Ese fue el detonante de la primera ola de indignación, que fue creciendo hasta que estalló el viernes.
“Vinimos a protestar por el atropello parlamentario en el congreso y la policía nos enfrentó cuando estábamos pacíficamente. Empezaron a reprimirnos. Dicen que vivimos en democracia pero esto es una dictadura disfrazada”, dijo en la noche del viernes Gonzalo Carreras, un militante de 30 años del Partido Liberal. Carreras tenía un impacto de balín en la mejilla derecha y otros siete en la espalda.
Manifestantes cantan consignas en la entrada del Congreso de Paraguay durante las protestas contra el proyecto reeleccionista del presidente Horacio Cartes. Credit Jorge Saenz/Associated Press
Los médicos y los enfermeros que atendían en una unidad móvil frente al congreso dijeron que, cerca de la medianoche, había más de 30 heridos por balines en los ojos, cortes y contusiones. Y la policía ha informado a la prensa de la detención de 217 personas.
Poco antes de que terminara el viernes, Cartes emitió un comunicado en el que condenó la violencia contra el congreso y acusó a los manifestantes y a los medios de comunicación de “no escatimar esfuerzos para lograr el objetivo de destruir la democracia y la estabilidad política y económica del país”.
Casi al mismo tiempo que el mandatario subía el comunicado en su cuenta de Twitter, la policía antidisturbios ingresaba en la sede del opositor Partido Liberal, a menos de un kilómetro del congreso, donde se habían refugiado tres diputados y decenas de militantes liberales, y abría fuego contra el joven Rodrigo Quintana, quien murió en el hospital. Todos los partidos han pedido el sábado el esclarecimiento de su muerte.
En la sede del Partido Liberal, compañeros y familiares del joven fallecido velaron el sábado sus restos antes de que fueran trasladados a su pueblo natal. En el suelo del pasillo, encima de las manchas de sangre seca de la noche anterior, dos pequeños racimos de flores blancas, con dos velas azules (el color del partido), fueron colocadas alrededor de una foto de Rodrigo
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