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lunes, 25 de marzo de 2019

HACIA UN CANON MILITAR.

















por Carlos Pissolito

Hay muchos que confunden formación con erudición. Y a esta última la asimilan con la lectura de algunos pobres textos de moda.

Este hecho que es muy común entre los intelectuales de medio pelo que hoy pululan. Tampoco ha sido extraño a los militares. Hecho más grave aún, por cuando lo que debe distinguir a un militar son sus virtudes de carácter, antes que sus cualidades intelectuales.
Probablemente, la última gran
obra publicada por el Círculo Militar
hace ya más de 35 años. 

Pero, de allí a decir que es un bruto, uno noble, pero bruto al fin, hay un gran trecho.

El militar, también debe cultivarse. Con buenas y selectas lecturas. Preferentemente, de historia que es la madre de la vida. Y obviamente, con textos vinculados a su profesión. Cual es hacer la guerra. En este sentido, hay que dejar de lado el esoterismo que rodea a ciertas ciencias ocultas como las metodologías de planeamiento o la misma Geopolítica. Papillas intelectuales indigeribles solo aptas para trastornar las mentes de los aficionados.

Al respecto, y para mis amigos militares, les acerco un canon. Uno básico. Vale decir un catálogo para cuando tengan ganas de leer algo interesante. Y que les sea útil en esa eterna tarea de comprender al viejo trabajo de hacer la guerra.

Un canon militar argentino
Un viejo aforismo militar sostiene que para triunfar en la guerra hacen falta, en orden de importancia, tres cosas: hombres, ideas y armas. Nadie podría negar el valor del componente humano, no sólo como la masa crítica absolutamente necesaria, sino en el incalculable valor individual de la figura comandante.



Sin embargo, el rol de las ideas no ha encontrado el mismo reconocimiento que el componente humano en un extremo y el material en el otro. Sabemos, por ejemplo: ¿Cuál era el pensamiento militar de Napoleón? No digo una descripción somera del mismo sino un conocimiento detallado de su pensamiento táctico, operativo o estratégico; vale decir de sus ideas respecto de la guerra.

Seguramente, si nos dispusiéramos a contestar seriamente esta pregunta un aspecto trascendental a investigar sería qué libros leyó Napoleón Bonaparte a lo largo de su vida. Muy probablemente que la respuesta inicial sería que muchos. Ahora ¿Cuáles entre ellos fueron las obras que lo marcaron militarmente? En el caso específico del Gran Corso y para no dilatar más la incertidumbre sabemos que en su juventud leyó y recibió la influencia de libros tales como: El “Ensayo de Táctica General” de Jacques Antoine Hippolyte, Conde de Guibert y “El Orden Profundo” de Pierre-Joseph Bourcet. Del primero de ellos, Napoleón extrajo las ideas de organización que lo llevaron a crear la división, un elemento que aún perdura; y del segundo los procedimientos de la guerra de montaña, que le resultaron muy útiles para su campaña de Italia.

En función de lo expresado. Parecería que ha sido siempre importante para los conductores militares formarse intelectualmente y que para ello, ayer como hoy, ha sido substancial el disponer de buenos libros, o más bien de un canon que los contenga. ¿Qué es un canon? La primera de las acepciones del diccionario de la lengua castellana lo define como: “Catálogos de libros sagrados y auténticos recibidos por la Iglesia”, más prosaicamente la segunda posibilidad conceptual nos habla de un conjunto de obras que se consideran representativas de una cultura.

Asumiendo que como hombres de armas, nacidos en circunstancias concretas de tiempo y espacio, formamos parte de una cultura, nos preguntamos: ¿Tenemos nosotros los militares argentinos algo parecido a un canon? Podríamos afirmar que hay una media docena de obras para el subteniente y otras tantas para el general. La idea de un canon, que no es más que un catálogo selecto, es facilitar la comprensión progresiva de un tema, yendo de lo más general a lo más particular, de lo simple a lo complejo.

Dicho todo lo anterior como antecedente cabe seguir interrogándonos al respecto: ¿Qué libros deberíamos leer hoy los militares argentinos para prepararnos para las guerras del futuro? Con toda certeza que en la respuesta a la pregunta precedente incluiríamos a “La Transformación de la Guerra” de Martin van Creveld. Ahora, bien, ¿Basta con un solo libro? la obvia respuesta es que no; ya que como decía el poeta hay que tenerle miedo a los hombres de un solo libro.

Obras como “De la Guerra”, de Carl von Clausewitz, “El Arte de la Guerra” del filósofo chino Sun Tsu, “The Face of Battle” del inglés John Keegan y “Modern Strategy” de Colin Gray se destacan entre otras que deberían ser incluidas. Pero, por como muestra, las dos primeras, si bien presentes en el mercado local, sólo lo están en ediciones de mala calidad y con errores graves de traducción; y las dos últimas están sólo disponibles en inglés.

También, no deberíamos olvidarnos de las concepciones orientales de la guerra. Tales como la "Guerra Irrestricta" de los coroneles del Ejército Popular Chino Qiao Liang y Wang Xiangsui, traducida al castellano por el General Evergisto de Vergara y la denominada Doctrina Guerásimov divulgada por nuestro colega Sebastián Tepedino y que fuera la que aplicaran los rusos en su conquista de Ucrania.

Todo lo señalado parece indicarnos sobre la conveniencia de realizar un esfuerzo para seleccionar, traducir y editar aquellas obras que deberían integrar, hoy, un inexistente canon militar argentino.
Seguramente, habrá instituciones que están mejor equipadas que nosotros que somos, básicamente: un grupo de camaradas y amigos.

Estas instituciones, como el Ministerio de Defensa o la Editorial Militar del Círculo Militar, deberán facilitar lo que debería ser para nosotros una permanente exigencia profesional, cuál es la de pensar la guerra.

1 comentario:

Eduardoo.stagnaro@gmail.com dijo...

Así lo veo también...si Putin hubiera tenido inquietud sobre las operacion y maniobra militar,debería haberse instruido