por Carlos Pissolito
La leyenda de Marco Polo sigue viva. |
Pero, efectivamente, fue Marco con su libro, Il Milione, quien puso en marcha los mecanismos de la fascinación que hoy ejerce el mítico Oriente y particularmente la milenaria cultura china sobre los que vivimos al occidente de ellos. Fascinación que no reconoce distinciones; ya ésta se ha ejercido con igual intensidad sobre los analistas como sobre el público, en general.
Han pasado, exactamente, ocho siglos de aquel mítico viaje. Y, hoy, esa fascinación se ha trocado en una mezcla de curiosidad y de hostilidad.
Sucede que China, no solo ha dejado de ser un misterio. Se ha convertido en una amenaza para la potencia dominante y declinante que son las EEUU. Precisamente, porque ha relanzado el proyecto de reconstruir su milenaria Ruta de la Seda. Veamos.
La Ruta de la Seda surgió como una red de rutas comerciales organizadas a partir del negocio de la seda en la China del el siglo I a. C. La misma conectaba a China con Mongolia al subcontinente indio, a Persia, a la Península Arábiga, a Siria, a Turquía, a Europa y a África.
El término "Ruta de la Seda" fue creado por el geógrafo alemán Ferdinand Freiherr von Richthofen, quien lo introdujo en su obras a partir de 1877.
Los 11.000 k de la Ruta del tren eurasiático. |
Pero la nueva Ruta de la Seda es mucho más que eso. Es a la vez, un espíritu de integración cultural y un lazo físico y virtual de transporte que no queda circunscripto a Eurasia, ya que su objetivo, más ambiciosos es la interconecciṕon global por diversos modos de transporte y de comunicaciones.
Por ejemplo, cuando los Presidentes Trump, Xi Jinping, Putin y Moon de Corea del Sur, concordaron en utilizar a esta nueva ruta como un elemento de “paz mediante el desarrollo”. También, cuando India y Pakistán, dos enemigos tradicionales, se unieron a la OCS (Organización de Cooperación de Shangai), los hicieron motivados por las ventajas de la ruta. En el Cuerno, China se propuso el desarrollo des, Etiopía, Eritrea y Somalia.
Huawei el gigante de las comunicaciones y la vigilancia. |
Concretamente, son los EEUU, con su presidente a la cabeza, quienes entienden, como sostiene el CRE (Consejo de Relaciones Exteriores) de Nueva York, que China representa una amenaza para el comercio global. Y acusa a ese país de aviesas intenciones en su esfuerzo por desarrollar su capacidad interna en manufacturas de tecnología avanzada a través del “reclutamiento de científicos extranjeros, su robo de propiedad intelectual estadounidense, y sus adquisiciones selectas de empresas estadounidenses”. Con lo que China pretendería “controlar toda la cadena de producción” y eventualmente “industrias completas podrían caer bajo el control de una potencia geopolítica rival”.
Se suma a ello, las acusaciones respecto de un fantasma de un “Hermano mayor” orwelliano chino. Una “policía del pensamiento” con acceso a las redes sociales y que tiene en el “Rusiagate” su mejor ejemplo.
Sea como sea. La Ruta de la Seda está en pleno desarrollo, no se le puede detener, a no ser por una guerra mundial. Por lo pronto, China se ha organizado, y se ha unido con Rusia e India, por medio del BRICS, para ofrecer a las naciones emergentes una alternativa a la pobreza derivada del modelo turbo-Capitalista.
La soja argentina, un alimento esencial para China. |
Al respecto, no pueden negarse los lazos culturales que nos unen con la llamada cultura Occidental. Tampoco, nuestra angustiosa necesidad de capitales y de obras de infraestructura.
Sin entrar en detalle, valga reconocer que los países que enfrentaron situaciones similares como la Yugoslavia de Tito o la Indonesia de Sukarno, cuando debieron optar entre los EEUU y la URSS, se defendieron con la denominada Tercera Posición. Vale decir una compleja y difícil, pero a la postre fructífera equidistancia con ambas potencias. Porque, como se sabe, los países no tienen amigos, tienen intereses.
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