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por William LIND
En 2016, el Establishment de Washington sufrió lo que creía que era su peor pesadilla cuando Donald Trump fue elegido presidente. Con la creciente probabilidad de que Bernie Sanders sea el candidato demócrata de este año, esa pesadilla ha sido sucedida por una aún peor: la posibilidad de que el Establishment quede excluido de la carrera presidencial por completo.
Esa sería una señal clara de que los días del Establishment están contados y está camino de ser reemplazado. Recuerden que el objetivo más importante del Establishment no tiene nada que ver con el gobierno del país. Su objetivo principal es seguir siendo el Establishment y disfrutar de los privilegios que conlleva su estatus: poder, prestigio y grandes riquezas.
Al mismo tiempo, sus opciones políticas son limitadas, especialmente a políticas que no funcionan. Para convertirse y seguir siendo miembro del Establishment, se debe ser un globalista en economía, un internacionalista en política exterior, un servidor leal de Wall Street, un fanático de la inmigración libre (como mano de obra y de votos baratos) y un suave "multiculturalista" sentimental que se angustia, muchísimo, al pensar que en algún lugar del mundo, un niño está llorando. Sobre todo, nunca debes transgredir las reglas establecidas por el marxismo cultural. Cuando, incluso una acusación de "racismo", de "sexismo" o de "homofobia" pone en peligro tu estatus de seguidor del Establishment.
Dado que las políticas del Establishment se suman a la mala gobernanza, la única forma en que el éste puede mantener su monopolio del poder es asegurarse de que los votantes no tengan más opciones que candidatos que sean sus títeres. Lo llaman "sistema bipartidista"; ya que no importa qué partido gane, nada cambia realmente, porque ni el Establishment republicano ni el demócrata quieren un cambio. El cambio podría alterar sus planes. Las elecciones son simplemente "kabuki" respecto de los problemas y el tiro por elevación para que solo sus candidatos puedan participar en las elecciones.
Donald Trump realmente molestó los planes del Establishment republicano (o quizás más exactamente de su vagón de estiércol) en 2016. Ahora, Bernie Sanders amenaza con hacer lo mismo con el monumento a la muerte del Establishment demócrata. Y éste entró en pánico.
El 28 de febrero, el "New York Times" publicó una noticia en su primera plana sobre el acto de títere sin cabeza: "Si el partido sale golpeado por detener a Sanders, que así sea, dicen los demócratas clave". Después de entrevistar a 93 superdelegados demócratas (algunos delegados son más iguales que otros), el Times escribió:
"Esta semana, docenas de entrevistas a líderes del Establishment demócrata muestran que no solo están preocupados por la candidatura del Sr. Sanders, sino que, también, están dispuestos a arriesgarse a sufrir daños internos para detener su nominación en la convención nacional en julio si tienen la oportunidad. . ."
"Bernie parece haberle declarado la guerra al Partido Demócrata y ha causado pánico en las filas de la Cámara", dijo el representante Josh Gottheimer de Nueva Jersey, un partidario del ex alcalde Michael R. Bloomberg de Nueva York."
Al que Bernie le ha declarado la guerra es al Establishment del Partido Demócrata. Este preferiría que el presidente Trump fuera reelegido a que Sanders obtuviera la nominación demócrata. Si un candidato del Establishment demócrata pierde en noviembre, al menos todavía están en el juego y mantienen su monopolio. Si Sanders es nominado, están fuera, terminados y cocinados.
Como partidario conservador de Trump, digo, escuchémoslo a Bernie; no porque sea el demócrata más fácil de vencer por Trump, sino porque su nominación (y la de Trump, por supuesto), el Establishment queda excluido. Si los populistas la Izquierda y de la Derecha toman el control y el Establishment pierde su monopolio; no solo pierde el poder, sino todas esas otras cosas encantadoras que trae el poder, especialmente, el prestigio y las interminables bolsas de oro. Dios mío, ¿cómo podría vivir un hombre (o una mujer) sin los chupamedias depreciables y sin las "contribuciones de campaña", es decir, sobornos legalizados?
No lo sé, pero sin duda sería entretenido descubrirlo.
Traducción: Carlos Pissolito
por William LIND
En 2016, el Establishment de Washington sufrió lo que creía que era su peor pesadilla cuando Donald Trump fue elegido presidente. Con la creciente probabilidad de que Bernie Sanders sea el candidato demócrata de este año, esa pesadilla ha sido sucedida por una aún peor: la posibilidad de que el Establishment quede excluido de la carrera presidencial por completo.
Esa sería una señal clara de que los días del Establishment están contados y está camino de ser reemplazado. Recuerden que el objetivo más importante del Establishment no tiene nada que ver con el gobierno del país. Su objetivo principal es seguir siendo el Establishment y disfrutar de los privilegios que conlleva su estatus: poder, prestigio y grandes riquezas.
Al mismo tiempo, sus opciones políticas son limitadas, especialmente a políticas que no funcionan. Para convertirse y seguir siendo miembro del Establishment, se debe ser un globalista en economía, un internacionalista en política exterior, un servidor leal de Wall Street, un fanático de la inmigración libre (como mano de obra y de votos baratos) y un suave "multiculturalista" sentimental que se angustia, muchísimo, al pensar que en algún lugar del mundo, un niño está llorando. Sobre todo, nunca debes transgredir las reglas establecidas por el marxismo cultural. Cuando, incluso una acusación de "racismo", de "sexismo" o de "homofobia" pone en peligro tu estatus de seguidor del Establishment.
Dado que las políticas del Establishment se suman a la mala gobernanza, la única forma en que el éste puede mantener su monopolio del poder es asegurarse de que los votantes no tengan más opciones que candidatos que sean sus títeres. Lo llaman "sistema bipartidista"; ya que no importa qué partido gane, nada cambia realmente, porque ni el Establishment republicano ni el demócrata quieren un cambio. El cambio podría alterar sus planes. Las elecciones son simplemente "kabuki" respecto de los problemas y el tiro por elevación para que solo sus candidatos puedan participar en las elecciones.
Donald Trump realmente molestó los planes del Establishment republicano (o quizás más exactamente de su vagón de estiércol) en 2016. Ahora, Bernie Sanders amenaza con hacer lo mismo con el monumento a la muerte del Establishment demócrata. Y éste entró en pánico.
El 28 de febrero, el "New York Times" publicó una noticia en su primera plana sobre el acto de títere sin cabeza: "Si el partido sale golpeado por detener a Sanders, que así sea, dicen los demócratas clave". Después de entrevistar a 93 superdelegados demócratas (algunos delegados son más iguales que otros), el Times escribió:
"Esta semana, docenas de entrevistas a líderes del Establishment demócrata muestran que no solo están preocupados por la candidatura del Sr. Sanders, sino que, también, están dispuestos a arriesgarse a sufrir daños internos para detener su nominación en la convención nacional en julio si tienen la oportunidad. . ."
"Bernie parece haberle declarado la guerra al Partido Demócrata y ha causado pánico en las filas de la Cámara", dijo el representante Josh Gottheimer de Nueva Jersey, un partidario del ex alcalde Michael R. Bloomberg de Nueva York."
Al que Bernie le ha declarado la guerra es al Establishment del Partido Demócrata. Este preferiría que el presidente Trump fuera reelegido a que Sanders obtuviera la nominación demócrata. Si un candidato del Establishment demócrata pierde en noviembre, al menos todavía están en el juego y mantienen su monopolio. Si Sanders es nominado, están fuera, terminados y cocinados.
Como partidario conservador de Trump, digo, escuchémoslo a Bernie; no porque sea el demócrata más fácil de vencer por Trump, sino porque su nominación (y la de Trump, por supuesto), el Establishment queda excluido. Si los populistas la Izquierda y de la Derecha toman el control y el Establishment pierde su monopolio; no solo pierde el poder, sino todas esas otras cosas encantadoras que trae el poder, especialmente, el prestigio y las interminables bolsas de oro. Dios mío, ¿cómo podría vivir un hombre (o una mujer) sin los chupamedias depreciables y sin las "contribuciones de campaña", es decir, sobornos legalizados?
No lo sé, pero sin duda sería entretenido descubrirlo.
Traducción: Carlos Pissolito
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