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domingo, 3 de mayo de 2020

TRAS la PANDEMIA: ¿GUERRAS CIVILES MOLECULARES?

El que se aburre en esta cuarentena es porque quiere V.


TRAS la PANDEMIA: ¿GUERRAS CIVILES MOLECULARES?







por Carlos Pissolito

"En el futuro, las ciudades se convertirán en desiertos,
las carreteras se convertirán en campos de batalla
y la esperanza de la humanidad aparecerá como un extraño".
Puestos a analizar las múltiples consecuencias que se vienen desarrollando con el avance de la pandemia, vamos a dedicarnos, hoy, a hacerlo con la posibilidad de ocurrencia de violencia molecular o, incluso, de guerras civiles en el seno de diversas sociedades. Un concepto ya desarrollado en los años 90 por autor alemán Hans Magnus Enzensberger en su libro: “Civil Wars: From L.A. to Bosnia”.


Antes de que la pandemia para agravar el estado de cosas descrito, ya había sido señalado por un grupo de expertos como el profesor de historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Martin van Creveld; también, por profesor norteamericano, William Lind, respecto de la progresiva quiebra y retiro del Estado de sus funciones principales.



Ese Estado que había nacido, hace más de 3 siglos, tras la Paz de Westfalia que le había puesto fin a las sangrientas Guerras de Religión, al permitir que los monarcas absolutos de la época retomaran el monopolio del uso de la fuerza que habían perdido frente a los señores feudales durante los largos años en los que duró la Edad Media-

Posteriormente, a la 2da GM con la invención del arma atómica y la proliferación de conflictos asimétricos librados por actores no estatales contra sus viejas potencias coloniales le fue poniendo límites a la capacidad del Estado como único detentador del uso de la violencia para la obtención de sus objetivos políticos.

Más recientemente, en los 80, esos mismos Estados comenzaron a perder, también, sus capacidades blandas, cual era su promesa de proveerles bienestar a sus gobernados.
Progresivamente, en todo el mundo, aunque a distinto ritmo, asistimos a la progresiva pérdida de poder de los Estados nacionales. El que iba a parar, por un lado, a entidades supranacionales como la ONU o hasta ONG poderosas, también, grandes corporaciones económicas y, por el otro, a actores no estatales violentos, como el terrorismo en el Hemisferio Norte y el narcotráfico en el Sur.

La llegada de la pandemia encontró a todos los Estados del mundo en un estado de extrema debilidad, ya que tenían bajas sus defensas. Su sistema inmunitario, representado por sus cuerpos policiales y militares, habían sido desgastados, tanto desde lo intangible (prestigio) como desde lo tangible (capacidades militares).

En aquellos Estados en la que la respuesta a la pandemia fue deficiente, ya se comienzan a ver con más claridad lo que sostenemos.

Por ejemplo, en los EEUU, los grupos supremacistas blancos desarrollaran acciones cada vez más desafiantes, como desfilar en grandes grupos armados por las calles de sus ciudades,  contra la medida que no comparten de su gobierno federal o de sus Estados. También, en el Brasil otros grupos, pero originados en el negocio ilícito del narcotráfico se apoderan de territorios como las favelas ubicadas en las grandes ciudades. Otro tanto, hace la mafia italiana en las ciudades y pueblos del sur de Italia.

Llegado a este punto nos podríamos preguntar: ¿Quiénes participan de estas organizaciones? De la simple observación de su constitución vemos que están integrados por:


  • Revolucionarios antisistema.
  • Exintegrantes renegados de las fuerzas de seguridad y de la fuerzas armadas.
  • Delincuentes.
  • Excluidos.


La conformación es diferente y responde a la historia y a las características de cada lugar. Por ejemplo, en los EEUU proliferan aquellos que se oponen a la existencia de un Estado que cercene sus derechos y a amplios sectores empobrecidos de las clases media blancas de origen rural. Por su parte, en Brasil se trata, básicamente, de delincuentes, también, asociados a los habitantes excluidos de las favelas.

Lo que torna, especialmente, peligrosas a estas mezclas es cuando se le adicionan los renegados de los fuerzas de seguridad/armadas, ya que ellos aportan sus conocimientos profesionales a la revuelta, como lo hicieron los gladiadores a la sublevación de Espartaco contra Roma en el Siglo I a.C.

Si analizamos que el Estado ha tenido una vigencia de un poco más de tres siglos. Podemos deducir, que desde una perspectiva histórica se trata de un lapso, relativamente, breve. Si consideramos, por ejemplo, que la Edad Media, duró un milenio. Además, vemos que otras organizaciones existían antes de los Estados nacionales y bien otras podrían continuarlo.

En aras de especular, podemos decir que así como la caída de la Paz Romana condujo al surgimiento de pequeños reinos feudales;  podemos apreciar que algo similar podría ocurrir en aquellos lugares en que el Estado nacional no pueda mantener el monopolio de la violencia ni garantizar el bienestar mínimo de sus gobernados.

Casi de inmediato surgirían señores de la guerra, los que, eventualmente, podrían organizarse bajo la forma de nuevas ciudades estados unidas a otras mediante asociaciones comerciales similares a las de la Liga Hanseática.

El resto de los espacios circundantes entre ellas sería abandonado y éste ocupado por actores no estatales menores, tales como bandas criminales o, simplemente, bandoleros en tierra y piratas en el agua.

Sólo aquellos Estados que no solo logren minimizar  los efectos de la pandemia, también, que puedan implementar sistemas económicos aptos para funcionar bajos las nuevas condiciones podrán sobrevivir a las exigencias de la nueva era.



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