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viernes, 18 de junio de 2021

Barbarroja



por Martin van Creveld

Barbarossa (Barbarroja) era el apodo del emperador alemán medieval Federico I (reinó entre: 1155/90) cuya imagen adorna este post. Más pertinente para nuestro negocio actual, fue el nombre que Hitler le dio a su campaña contra la Unión Soviética, que comenzó el 22 de junio de 1941, es decir, hace ochenta años. Hoy quiero discutir algunos aspectos sobresalientes de la campaña, como los que se usaron para dar forma a la historia durante la Guerra Fría y, de alguna manera, continúan haciéndolo hasta el día de hoy.

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Primero, cuando Barbarroja abrió el 22 de junio de 1941, la idea de ganar Lebensraum (espacio vital) para el pueblo alemán había estado obsesionando a Hitler durante casi dos décadas. A veces más, a veces menos, pero siempre en su mente. Barbarroja, en otras palabras, fue la culminación de todo lo que Hitler había buscado. La estrella guía, por así decirlo, que, junto con la destrucción de los judíos, pareció dar sentido a la gigantesca empresa en la que se embarcó, haciendo que todas las demás piezas cayeran en su lugar.

En segundo lugar, Barbarroja fue la operación militar más grande de todos los tiempos. 3.500.000 hombres, más de 3.500 aviones, 3.500 tanques, 20.000 cañones de artillería y 600.000 vehículos (la mayoría de ellos tirados por caballos y utilizados para abastecimiento y arrastre de artillería) de todo tipo. El número total de trenes que desplegaron estas fuerzas fue de 17.000; el de los vagones de ferrocarril, alrededor de 850.000. Inicialmente, el frente tenía 2.000 Km de largo. Más tarde se extendió a más de 3.500, aproximadamente. Nada parecido se había visto antes. Gracias a la introducción y propagación de armas nucleares, capaces de acabar con ejércitos y ciudades enteras casi instantáneamente, es probable que no se vuelva a ver nada parecido.

En tercer lugar, se planeó deliberadamente, no simplemente, como una guerra entre Estados; sino como una de exterminio. Primero, de cualquier comisario del Ejército Rojo —oficiales políticos— que tuvo la desgracia de caer en manos alemanas. En segundo lugar, los millones de prisioneros del Ejército Rojo que se rindieron y fueron retenidos en condiciones tan atroces que provocaron la muerte de dos tercios de ellos. Tercero, de los judíos. Cuarto, de hasta treinta millones de civiles en los territorios soviéticos ocupados. Los territorios mismos debían ser ocupados y abiertos a los colonos, no solo a los alemanes, sino también a los holandeses y escandinavos.

Cuarto, casi lo logró. A principios de diciembre de 1941, la mayoría de las tropas alemanas de avanzada estaban tan cerca de Moscú como para permitirles observar las agujas del Kremlin a través de sus binoculares. La ciudad contenía los nudos ferroviarios más importantes de toda la URSS; incluyendo sus suburbios inmediatos, también a alrededor del cuarenta por ciento de la producción industrial soviética. Por no hablar de su valor simbólico. Como escribió Pushkin, estaba soldada al alma de todos los rusos. Es difícil decir si la caída de Moscú habría provocado que Barbarroja terminara en algún tipo de victoria alemana. Sin embargo, lo más seguro es que habría prolongado la guerra y provocado incluso más víctimas de las que realmente hizo.

En quinto lugar, los factores más importantes que llevaron a la derrota alemana fueron los siguientes. A. El tamaño del teatro de la guerra en el que ejércitos enteros podrían perderse fácilmente; a esto hay que sumar su subdesarrollo en materia de transporte, comunicaciones y afines. B. el clima que, en octubre-abril de cada año, obstaculizaba las operaciones al hacer intransitable gran parte del terreno; primero cubriéndolo con barro, luego trayendo frío y luego derritiendo la nieve. C. La creciente superioridad numérica del Ejército Rojo, tanto en personal como en recursos, que se hizo sentir cada vez más desde, al menos, de fines de 1941 en adelante. D. El hecho de que Alemania, comprometida en una guerra tanto en el Oeste como en el Este, nunca pudo concentrar todos sus recursos contra este último; eso fue, particularmente, cierto a partir de finales de 1942. E. Un sistema de mando que, especialmente, en la cima y a partir de la Batalla de Moscú en diciembre de 1941, era tan bueno como cualquier otro y probablemente superior al cada vez más errático mando alemán.

En sexto lugar, es casi seguro que el ataque alemán salvó a Stalin y al sistema comunista. Desde su fundación, la Unión Soviética siempre se ha mantenido unida en gran parte por el terror. Barbarroja, al llevar el sistema al borde de la destrucción y amenazar a gran parte del pueblo soviético con el exterminio, proporcionó un impulso muy necesario para ese terror. Si no hubiera sido por el legado de la guerra, la Unión Soviética podría haberse derrumbado mucho antes de lo que lo hizo y, sospecho, también en medio de un derramamiento de sangre mucho mayor.

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Ahora para una perspectiva más amplia. A partir del siglo XVIII, primero Rusia y luego la Unión Soviética fue una de las varias grandes potencias que competían por el dominio de Europa como el subcontinente que dominaba cada vez más al resto. Ahora con menos éxito, como en 1854-56 y 1914-1918. Ahora con más, como en 1813-1815 y 1941-45. La invasión alemana y sus secuelas, al dejar a la Unión Soviética más fuerte no solo que cualquier otro país europeo sino que todos ellos juntos, puso fin a esta situación. Convirtió a la Unión Soviética en una potencia mundial, sólo rivalizada por Estados Unidos, con quien se embarcó en una "Guerra Fría" que duró cuarenta y cinco años.

En 1991, en gran parte debido a problemas internos más que a presiones externas, la Unión Soviética se derrumbó. Y Rusia, con menos del territorio y de la población que alguna vez le habían pertenecido, volvió a su papel tradicional: el de una potencia entre varias. Uno que, como todos los demás, tiene su propia agenda y sus propias peculiaridades. Y con la que, quiera o no, el mundo tendrá que vivir.

Traducción: Carlos Pissolito

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