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domingo, 29 de septiembre de 2024

DRONES y la GUERRA NAVAL

 

https://www.traditionalright.com/traditionalright-blog/drones-and-naval-warfare




por William Lind


Como hemos visto en Ucrania, los drones actualmente funcionan poderosamente a favor de la defensa. La razón es simple: el atacante tiene que moverse mientras que, en su mayor parte, el defensor puede permanecer en posiciones fortificadas (aunque sus fuerzas de contraataque deben seguir moviéndose). Esto no es nada nuevo; a pesar de las afirmaciones del lobby del poder aéreo, el ataque aéreo no ha tenido mucho éxito contra fuerzas terrestres estacionarias. En la guerra de la OTAN con Serbia por Kosovo, una gran cantidad de las más modernas fuerzas aéreas bombardearon a las fuerzas serbias en Kosovo durante semanas seguidas. La OTAN afirmó haber destruido más de cien tanques serbios; el número real, revelado cuando los serbios se retiraron, fue de trece. Los tanques serbios estaban atrincherados y no tuvieron que moverse.

Pero, ¿cómo afectan los drones a la guerra naval? La única forma de atrincherar a los barcos es construir una marina de submarinos. Si observamos los talleres de superficie, su vulnerabilidad es tal que, como los ejércitos de 1914 en Occidente, encontraremos en el mar "el vacío del campo de batalla". Los franceses, alemanes y británicos se sorprendieron por este fenómeno; pero después de sufrir pérdidas monumentales en los primeros meses de la guerra, todos se dieron cuenta de que tenían que atrincherarse. En Navidad, por lo general no se veía a un solo soldado, porque si alguien se mostraba, moría.

La experiencia de la marina rusa en el Mar Negro parece haber sido similar. Ha sido expulsada del mar e incluso de los puertos de Crimea por una combinación ucraniana de misiles antibuque y drones. Los barcos que le quedan, después de grandes pérdidas, incluido el buque insignia de la flota, se esconden en el puerto en las aguas más orientales del Mar Negro. En cuanto a los buques de guerra, vemos el vacío del campo de batalla (algunos barcos comerciales siguen en movimiento). Los buques de guerra ucranianos no han desempeñado ningún papel en esta exitosa campaña de negación del mar.

Vemos algo similar en el Mar Rojo frente a la costa de Yemen. Una tribu, no un Estado, los hutíes, ha utilizado una combinación similar de drones y misiles antibuque para paralizar el transporte marítimo comercial a través del Mar Rojo y del Canal de Suez. La marina de los Estados Unidos ha intentado cerrarles el paso y ha fracasado. Hasta ahora, sólo han sido golpeados buques mercantes; pero los buques de guerra estadounidenses han sido atacados repetidamente. Si permanecen en esas aguas, en algún momento los hutíes tendrán suerte y tendremos un buque de guerra hundido o dañado junto con pérdidas humanas.

Las implicaciones para la guerra de cuarta generación de una victoria en el mar de las tribus sobre la armada más poderosa del mundo son muy interesantes, pero ese es un tema para otro día.

El problema, sencillamente, es que es difícil ocultar un barco que flota en un océano. Cuanto más pequeño es el buque de guerra y más islas hay en las aguas, más fácil es para un barco esconderse, y las armadas escandinavas se construyen en torno a ese hecho. Pero la marina de los Estados Unidos sólo quiere grandes barcos, y sus capitanes están aterrorizados de operar en aguas costeras donde la cobertura es mejor porque si tocan tierra son relevados del mando, una política absurda que puede y debe cambiarse.

¿Dónde deja el vacío del campo de batalla naval el futuro del diseño de barcos y la composición de las flotas? Obviamente, esto inclina a estas últimas hacia los submarinos. El submarino, no el portaaviones, ha sido el buque insignia desde que el primer submarino verdadero, el alemán Tipo XXI, emprendió su primera patrulla de guerra en abril de 1945. La proliferación de drones en el campo de batalla naval no hace más que reforzar ese hecho.

Pero para utilizar el mar, no sólo para controlarlo, seguiremos necesitando buques de superficie. No los frágiles cruceros, destructores y fragatas que constituyen la mayor parte de la mayoría de las armadas; sino buques que puedan recibir impactos y seguir luchando. Hemos visto, en las guerras de los petroleros de los años 1980 en el Golfo Pérsico y también en la actualidad en el Mar Negro, que los grandes buques mercantes pueden recibir impactos. En las guerras de los petroleros, estos acabaron escoltando a nuestras fragatas porque podían recibir impactos y los buques de guerra no. Los futuros buques de guerra de superficie deberían ser cascos de buques mercantes y plantas de propulsión protegidas contra los drones y los misiles (que suelen tener ojivas de carga hueca) por un blindaje de agua, con sensores y armas modulares. Si este último es alcanzado, se puede reemplazar rápidamente y si la mayor parte del casco está llena de algo ignífugo que flote, el barco puede recibir impactos y continuar con su misión. Debemos suponer que contra enemigos con drones y misiles antibuque, recibiremos impactos.

A pesar de ver cómo la flota rusa del Mar Negro es empujada a puerto por drones y misiles antibuque ucranianos, es poco probable que la armada de los Estados Unidos ajuste su estructura de fuerzas o los diseños de sus barcos para adaptarse a la nueva realidad. Una vez que la próxima crisis financiera y de deuda golpee, las realidades presupuestarias pueden obligarla a hacerlo.

Traducción: Carlos Pissolito

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