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domingo, 9 de octubre de 2011

PARA DEBATIR III

¿Contra qué o contra quiénes debe preparase una fuerza militar? ¿Sólo contra amenazas estatales convencionales? Invitamos a nuestros lectores a debatir las ideas expuestas en este artículo. Uno que si bien está centrado en la situación de los EE.UU. presenta un  interesante análisis de las diferentes posturas.


LAS AMENAZAS FUTURAS Y EL PENSAMIENTO
 ESTRATEGICO.


Por Frank G. Hoffman[1]

Este artículo explora la utilidad estratégica de la construcción de amenazas híbridas. La exploración de amenazas híbridas fue desarrollada después del 9/11 por los Marines en Quantico, Virginia, para examinar como el carácter del conflicto está evolucionando. Fue diseñado para actualizar el concepto de mediados de los 90´ de “Caos en el litoral” y en la predicción del General Charles C. Krulak de que las guerras del futuro se podrían parecer al “Hijastro de Chechenia”, en lugar de algo más convencional como las campañas estilo Desert Storm. La tarea oficial fue la de definir con cierto detalle como el carácter del conflicto fue evolucionando y que implicancias tiene esa evolución para los Marines en los niveles operacional y táctico.

  La construcción de la amenaza híbrida sirve para varios propósitos útiles.
 
Por sobre todo la construcción de la amenaza híbrida sirve para varios propósitos útiles. A nivel estratégico, su valor más significativo es que eleva el nivel de alarma de riesgos potenciales y oportunidades presentadas por varias opciones en el debate actual sobre amenazas/fuerzas en Europa y en los EE.UU.[2]


Definiendo a una amenaza híbrida

Un número de analistas ha sugerido que los conflictos del futuro tendrán múltiples modalidades y presentarán múltiples variables antes que un bloque simple caracterizado como un blanco o negro de una sola forma de guerra. Estos estudiosos, soldados y analistas (incluyendo a Mike Evans, Max Boot, John Arquilla, Colin Gray y Dempsey del Ejército de los EE.UU. y el General James Mattis de CENTCOM) concluyen que habrá una combinación imprecisa de formas de guerra con una frecuencia y con una letalidad crecientes. Esta construcción muy frecuentemente se la describe como “guerras híbridas.”
 
Un número de analistas ha sugerido que los conflictos del futuro tendrán múltiples modalidades y presentarán múltiples variables frecuentemente descriptos como “guerra híbrida.”
 
Este concepto se construye sobre otras concepciones valiosas sobre el conflicto que incluye la teoría compuesta y combinada de la Guerra de 4ta Generación. [3] Esta teoría no pretende tanto ser original ni históricamente única o que las amenazas híbridas sean inmensas. Todo lo contrario, los casos de estudio históricos de las amenazas híbridas muestran que las fuerzas convencionales adecuadamente adiestradas y cuando se emplearon bajo el sistema de armas combinadas ganaron: ver por ejemplo la 2da Guerra Anglo-Boer, la de Chechenia en 1990 y la del Hezbollah vs Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Sin embargo, ellas tienden a hacerlo con una cantidad de bajas mayor a la esperada; y aplicando técnicas y un poder de fuego que son hoy anatema en esta era anti- heroica tan sensitiva a las bajas como sostienen los impulsores de la COIN. [4]

Las amenazas híbridas incorporan un amplio espectro de modos diferentes de hacer la guerra incluyendo las capacidades convencionales, las formaciones y tácticas irregulares; los actos terroristas que abarcan a la violencia indiscriminada y la coerción y desordenes criminales. En mi interpretación, las guerras híbridas pueden ser conducidas por unidades separadas o por distintos tipo de fuerzas, o aún por la misma unidad- pero dirigidas táctica y operacionalmente y coordinadas simultáneamente dentro del campo de combate principal para alcanzar efectos sinergéticos en las dimensiones físicas y psicológicas del conflicto.

Mi propia definición enfatiza que los modos del conflicto en términos de capacidades y tácticas e incorpora la criminalidad, la cual muchas cultura militares no la definen como una forma de conflicto. Mi interés está en la doctrina del adversario o en la teoría de la victoria, las que deben ser comprendidas. El Ejército de los EE.UU. en su reciente adopción de los términos de su doctrina enfatiza el carácter de las fuerzas (fuerzas tradicionales de combate, fuerzas irregulares y elementos criminales) trabajando juntos para su mutuo beneficio. Esta definición enfatiza a los actores en sí mismos, por sobre sus modos de operación. Esto tiene una sólida base histórica y da por descontada la idea de que una fuerza única puede ser capaz de aplicar una amplia multitud de modos.

Esto no es un ejercicio abstracto. Dada la masiva crisis económica global y la necesidad de administrar cuidadosamente los recursos de defensa en la próxima década, es importante que los decisores políticos y los estrategas aprovechen los numerosos modos de la guerra que enfrentamos y exploren un espectro más amplio de opciones. Los gobiernos occidentales, especialmente los EE.UU., deben invertir cuidadosamente sus escasos recursos, evitar la sobre-extensión estratégica en aventuras riesgosas y tomar las difíciles decisiones acerca de donde prudentemente asumir los riegos del futuro. [5] En un mundo perfecto, nuestras fuerzas militares podrían tener un tamaño robusto y subdividirse en fuerzas diferenciadas para enfrentar misiones diferentes a todo lo ancho del espectro del conflicto. Tendríamos que haber separado las fuerzas contra-terroristas, un cuerpo de entrenadores/asesores para la defensa de países amigos, una fuerza mayor de operaciones especiales, una fuerza para contra-insurgencias prolongadas, una fuerza expedicionarias altamente alistada, una seguridad interior más robusta, una nueva ciber-fuerza con ciber-guerreros y una pesada fuerza convencional para aquellas raras pero decisivas confrontaciones interestatales.
 
Es importante que los decisores políticos y los estrategas aprovechen los numerosos modos de la guerra que enfrentamos y exploren un espectro más amplio de opciones.

  En un mundo perfecto, el adiestramiento y el equipamiento de estas fuerzas estarían acorde a sus posibles ambientes operacionales y amenazas. Pero no vivimos en un mundo así. De hecho, nos estamos preparando para un futuro con gran incertidumbre con menos recursos que los que teníamos previamente. La canilla de fondos post 9/11 se está por cerrar, forzando a las fuerzas militares en general –y al Pentágono en particular- a repensar sus prioridades y a optar por opciones difíciles. No tendremos más los recursos para comprar simplemente todo y eliminar todos los riesgos (como si se pudiera). Ha llegado el tiempo para pensar una nueva y operante estrategia. [6]


Escuelas alternativas de pensamiento

Impulsado por el efecto combinado de varias crisis fiscales y de un impaciente sino fatigado sentimiento hacia el esfuerzo de guerra de los EE.UU., el presupuesto y las fuerzas están siendo duramente debatidos adentro del Pentágono después de Afganistán [7] Este debate no solo está informado por los conflictos actuales, también por las proyecciones de los desafíos futuros. Otras naciones pueden haber tenido las mismas opciones o enfrentado una opción única, pero las siguientes categorías son relevantes para los EE.UU. y su cultura política y su política de defensa.


Los Contrainsurgentes

Esta escuela desafía la orientación estrecha de los enfocados tradicionalmente en las fuerzas y aboga en una transformación basada en las luchas de hoy. Sus sostenedores creen que Irak y Afganistán representan mucho más que un momento pasajero en la evolución del conflicto. Sostienen que las formaciones masivas comprendidas por las armas tradicionales y los conflictos a gran escala entre poderes convencionales no es un escenario de planeamiento realista o un punto de vista válido para modelar a las fuerzas armadas del futuro. Aprecian que los desafíos más probables y los mayores riesgos surgirán de los Estados fallidos, los territorios sin gobierno y las amenazas transnacionales de las versiones radicalizadas del islam.

Esta escuela argumenta que la guerra irregular no es solo diferente y que tiene una prioridad más elevada, no puede ser exitosamente conducida por fuerzas de uso general que solo marginalmente se prepararon para ella. En su lugar, abogan por un mayor énfasis en la “Guerra dentro del Pueblo” y en una fuerza particularmente diseñada para la guerra irregular sostenida. Los últimos impulsores de esta escuela incluyen al Dr. Ray Godson de Georgetown y a Richard Schultz de Fletcher School de Tufts University. [8] Aprecian que la OSD está fallando al no planificar para los escenarios más probables y que está cometiendo un grave error estratégico.

La escuela de contrainsurgencia se focaliza en las luchas de hoy y en las que pueden venir en el futuro, pero falla en reconocer la importancia de los conflictos de hoy en términos estratégicos globales. Bajo su asesoramiento, los militares de los EE.UU. pueden mejorar notablemente el alistamiento para las operaciones de estabilidad y para tareas de contra-insurgencia mediante la mejora de la cultura individual y las destrezas lingüísticas, las tácticas de las unidades menores y las misiones de entrenamiento/asesoramiento. Aun, al mismo tiempo, este enfoque podría dejar a los EE.UU. menos preparado para los raros pero más demandantes conflictos convencionales. Esto, también, podría permitir que sus fuerzas ligeras de una fuerza óptimamente lista para enfrentar amenazas hibridas, puedan ser seriamente vapuleadas ante la ferocidad de escenarios híbridos en Estados fallidos con grandes centros urbanos.

  La escuela de contrainsurgencia se focaliza en las luchas de hoy y en las que pueden venir en el futuro, pero falla en reconocer en la cuasi optima importancia de los conflictos de hoy en términos estratégicos globales.
 
Los Tradicionalistas

Los Tradicionalistas se colocan en el extremo opuesto del espectro del conflicto. Esta escuela busca restablecer el foco convencional en las fuerzas armadas para “pelear y ganar las guerras nacionales.” Su atención está en las guerras interestatales de alta intensidad. Abogan contra la reorientación de las fuerzas, especialmente de las fuerzas terrestres, al margen de su visión convencional. Ven esta reorientación como una distracción inconsistente con la cultura norteamericana, sus intereses y sus requerimientos.

Los tradicionalistas quieren retener el actual presupuesto del Pentágono con su énfasis en las “grandes armas” para un futuro que predicen que será convencional en su naturaleza y para el cual una fuerza militar poderosa es estratégicamente necesaria. [9]

Este campo desea preservar las actuales ventajas competitivas en los conflictos a gran escala y evitar enredarse en prolongadas operaciones de estabilidad. Enfocarse en guerras a gran escala tradicionales contra Estados nación y evitar los complicados conflictos ambiguos que no cuadran con la proverbial forma norteamericana de hacer la guerra. Esta escuela concordaría con una apreciación clave del Estado Mayor Conjunto respecto del ambiente operacional que concluye: “La competencia y el conflicto entre poderes convencionales continuará siendo el principal contexto estratégico y operacional para la Fuerza Conjunta en los próximos 25 años.” [10]

Claramente, el debate está inherentemente mezclado con las lecciones estratégicas de Irak y de Afganistán. Para los Tradicionalistas nuestras experiencias en Irak sugieren que las misiones de contrainsurgencia prolongadas no solo costosas y desgastantes para el personal: ellas son de hecho un desperdicio estratégico de recursos que no sirven a los intereses de los EE.UU. Tampoco ellos se llevan bien con la cultura norteamericana y sus prioridades. Estudiosos, especialmente el Profesor Colin S. Gray, concluyen que la seguridad global está mejor servida por los EE.UU.  haciendo de sheriff reacio, aunque atento a la preservación del sistema internacional.

El jugador múltiple

La tercera escuela, la más prevaleciente entre los comandantes militares norteamericanos, es la escuela del jugador múltiple. Esta escuela reconoce la necesidad de lidiar adecuadamente, tanto estrictamente con las tareas convencionales como con las amenazas irregulares. Sus sostenedores buscan cubrir el espectro entero del conflicto y evitar el riesgo de quedar optimizados solo para uno de los extremos. Flexibilidad y adaptabilidad son las palabras claves para esta aproximación, y con los cuales se maneja el riesgo a todo lo largo del alcance de las operaciones militares, invirtiendo en fuerzas de calidad, educando a sus oficiales para problemas complejos mediante duros programas de adiestramiento.
 
Esta escuela reconoce la necesidad de lidiar adecuadamente, tanto estrictamente con las tareas convencionales como con las amenazas irregulares.

  La utilidad de la escuela de los jugadores múltiples está oficialmente representada en el nuevo reglamento del Ejército FM3-0, el cual declara que las “Operaciones de estabilidad son el núcleo de la misión de las FFAA de los EE.UU. y que tienen una prioridad comparable con la de las operaciones de combate (ofensivo y defensivo).” Esta escuela está reflejada similarmente en el cuerpo de Marines con su visión de largo alcance y que impulsa a la versatilidad y a las “capacidades múltiples” de sus Fuerzas de Tareas Aeroterrestres a lo largo de todo el alcance de las operaciones militares. [11]

La dificultad de esta aproximación es tomar el gran riego de disponer de fuerzas terrestres listas para tantas tareas. Algunos dudan de la habilidad de las fuerzas terrestres para ejecutar el Amplio Espectro de las Operaciones con una fuerza de uso general, dada la amplia variedad de condiciones que esta fuerza puede llegar a tener que enfrentar. Adicionalmente, esta postura debe aceptar mantener el tamaño de la fuerza y de sus recursos en un nivel elevado, lo cual es cuestionable.

División del Trabajo

Finalmente, hay analistas y estrategas que rechazan la premisa fundamental de la escuela de los Jugadores Múltiples. Argumentan que la guerra convencional y la irregular son marcadamente diferentes formas de conflicto y que requieren fuerzas distintas con diferente adiestramiento, equipamiento y diseño de fuerzas. Les preocupa que una excesivamente amplia variedad de habilidades diluya el alistamiento, especialmente para las fuerzas terrestres, y produzca “aprendices de todo, maestros de nada.” Como esta escuela prioriza, divide y especializa roles y misiones entre las Fuerzas, puede ser rotulada como la opción “División del Trabajo”.

Un estudio de RAND ha recomendado que el Pentágono considere enfocar a una gran proporción de las fuerzas terrestres de los EE.UU. en operaciones de estabilidad y “aceptar el riesgo de soportar el peso de disuadir y derrotar a una agresión de gran escala a las fuerzas aéreas y navales.”[12] Este estudio racionaliza roles y misiones y ofrece medios para guiar las inversiones futuras en defensa. Su conclusión es que las más plausibles guerras regionales que las fuerzas de los EE.UU.: pueden ser convocadas a pelear- abarcando a Irán, China (por Taiwán) y Corea del Norte, exigen pesados compromisos para las fuerzas aéreas y navales y menores para las fuerzas terrestres de los EE.UU.
 
La escuela de la División del Trabajo ofrece fuerzas dedicadas y separadas o fuerzas para misiones discretas.
 
La escuela de División del Trabajo ofrece fuerzas dedicadas y separadas o fuerzas para misiones discretas. La inversión en fuerzas terrestres se vería reducida en esta opción, a partir que las fuerzas terrestres son requeridas principalmente para funciones de estabilidad  y ante un posible escenario de guerra. Esta aproximación expone a los EE.UU. a cierto riesgo, ya que las fuerzas carecerían de la capacidad en profundidad para escenarios de larga duración que requieran fuerzas terrestres preparadas para condiciones de combate. Como las opciones especificas descriptas arriba representan dos extremos del espectro del conflicto, la opción de esta postura produce fuerzas semi preparadas para las amenazas hibridas. Esto, por supuesto, presenta riesgos. El grado de riesgo depende de las apreciaciones de cada uno sobre la preeminencia de las operaciones de estabilidad, prolongadas o cortos enfrentamientos contra amenazas hibridas o grandes operaciones convencionales.

Esta escuela se da cuenta de que las Fuerzas no tienen que tener forma fijas para formular sus presupuestos o que cada una de ellas juegue igual en todas las formas de guerra. Sin embargo, una cuestión estratégica crítica es si los planificadores de fuerzas de los EE.UU. acceden a los supuestos de la estrategia de la División del Trabajo acerca del carácter de los conflictos del futuro y si enfatizan o no los ataques de precisión que los misiles ofrecen como una solución para futuras contiendas.

Apreciación – La pregunta sobre riesgos

¿Cuál de las escuelas de pensamiento domina el debate hoy? ¿Qué debemos pensar acerca de ellas y sus propuestas? Tal vez la mejor manera sería aproximarse a cada una de ellas en términos de lo que el Estado Mayor Conjunto norteamericano llama “riesgos operacionales”. El riesgo operacional está en función de la combinación de la frecuencia y la probabilidad de que un evento ocurra –y sus consecuencias. El riesgo está representado por la mayor intensidad del conflicto y por la mayor posibilidad de ocurrencia comparada con el compromiso de recursos requeridos o demandados (ver figura 1).

Parte del argumento subyacente acerca de las amenazas hibridas se relaciona con la conclusión de que la frecuencia del conflicto se incrementará al igual que su letalidad a medida que los actores no-estatales adquieran la clase de capacidades previamente monopolizadas por  los Estados. Como lo presenta la figura 1, la convergencia del fervor y el fanatismo de los denominadas amenazas irregulares con el creciente poder destructivo de las capacidades convencionales se combinan para crear escenarios en el medio del espectro del conflicto. Fuerzas conjuntas expedicionarias muy bien tendrían que responder a esta demanda. Ello indicaría que el carácter de estas amenazas y los intereses occidentales requerirán de fuerzas terrestres robustas para mantener el orden y obtener los objetivos políticos asignados.
 
Parte del argumento subyacente acerca de las amenazas hibridas se relaciona con la conclusión de que la frecuencia del conflicto se incrementará al igual que su letalidad a medida que los actores no-estatales adquieran la clase de capacidades previamente monopolizadas por  los Estados.

Aun esta aproximación está en abierta contradicción con la adoptada por el 2010 Quadrennial Defense Review (QDR), donde el Departamento de Defensa de los EE.UU. sugiere amenazas divergentes en la base y en el tope del espectro. Esto refleja que la estrategia subyacente enfatiza los esfuerzos preventivos; tales como, el apoyo a aliados mediante la ayuda a sus fuerzas de defensa en el extremo más bajo del espectro del conflicto y la elevación de las Amenazas Asimétricas de Alta Intensidad (HEAT, por sus siglas en inglés) en el otro extremo. La construcción HEAT ofrece la justificación para grandes inversiones en guerra cibernética, defensa anti-misiles y capacidades de ataque global para las fuerzas militares de los EE.UU. Esta perspectiva refleja un creciente consenso en la comunidad de defensa de los EE.UU. que nota un incremento significativo en las capacidades que presentan los contrincantes asiáticos.


Figura 1

 Visto a través de los lentes de de cada una de las escuelas de diseño de fuerzas de los EE.UU., estas amenazas/escenarios presentan un riesgo y unas prioridades radicalmente diferentes. La escuela de “Contrainsurgencia” cree que estas amenazas son preponderantemente irregulares en el extremo de baja intensidad del espectro del conflicto y argumenta en contra de la perspectiva HEAT de una mayor inversión en fuerzas aéreas y navales por sobre las terrestres adaptadas para insurgencia persistentes. Los Jugadores Múltiples podrían también rechazar la perspectiva HEAT hasta cierto grado, pero particularmente encuentran al argumento de la División del Trabajo riesgoso, al percibir a la era actual como una perspectiva del conflicto con el potencial para extensas aplicaciones de las fuerzas terrestres.

 Si las fuerzas terrestres fueran específicamente colocadas para amenazas hibridas la escuela del espectro total del conflicto tendría un mérito particular.
 
Claramente, la opción del “espectro total”, al enfrentarse a una amplia gama de escenarios y amenazas empieza a aparecer atractiva en su formulación. Si las fuerzas terrestres fueran específicamente colocadas para amenazas hibridas (en términos de protección de la fuerza y preparación para contingencias urbanas complejas) la escuela del Espectro Total tendría el mérito particular por sobre las otras opciones de inversión y alistamiento.

La escuela de la División del Trabajo también refleja divergencias respecto de las amenazas en escenarios de baja y alta intensidad y favorece la inversión en tecnología y en armas de combate costosas, especialmente para el poder aeroespacial. Aun si uno acepta el creciente incremento y la prevalencia de las amenazas hibridas, la escuela de la División del Trabajo ofrece la más rígida y la más riesgosa de las opciones. Sin embargo, si uno necesita asegurarse que los contendientes emergentes no superen a los EE.UU. en nuevas aéreas tecnológicas como la ciber-guerra, la escuela de la División del Trabajo tiene puntos importantes. Esta escuela ofrece la orientación más estratégica, tratando de crear prioridades y balancear varios factores, pero su confianza en las soluciones tecnológicas y en el poder aéreo pueden ser criticados. [13]

Como Colin Gray nos ha recordado frecuentemente, el planeamiento de fuerzas estratégicas tiene dos reglas cardinales: prudencia y adaptabilidad. Visto a través de los lentes de las amenazas hibridas, la escuela del Espectro Entero del Conflicto se esfuerza prudentemente por los complicados y más probables desafíos del siglo XXI. Sin embargo, los costos de mantener grandes fuerzas terrestres –lo que yo defino en los términos actuales como una fuerza de 18 divisiones del Ejército y la Guardia Nacional y 4 divisiones de Marines- proveyéndole del entrenamiento necesario y del equipamiento para que sean eficientes a lo largo de todo el espectro del conflicto es un desafío intimidante.

Al final del día, esto es acerca de la guerra y de su carácter camaleónico. En el largo plazo, podría argumentarse que debemos mantener la habilidad de librar exitosamente campañas tanto contra grandes entes estatales y sus fuerzas militares y contra una amplia gama de terroristas – y contra todo lo del medio. Los defensores de la creciente tendencia de amenazas hibridas sugieren que veremos más de esta aproximación multi-modo  antes que a las clásicas rebeliones armadas o a los casos HEAT. Estoy de acuerdo con esta visión y con la conclusión de que el enfoque de las amenazas hibridas es uno bueno para el siglo XXI. Este punto focal es específicamente relevante para las fuerzas terrestres, mientras minimiza los riesgos y maximiza las demandas de alistamiento dentro de recursos limitados. También sirve como una valiosa justificación para las fuerzas especiales, las que son críticas en la reducción de las amenazas hibridas a las redes de comando y a la infraestructura de liderazgo.


Figura 2

Conclusión

La estrategia es acerca de la toma de decisiones y de crear una coherencia entre los fines políticos, las formas y los medios. Tomar decisiones sabias nos requiere prensar prudentemente acerca del futuro y el pasado. Los decisores políticos y los estrategas necesitan redefinir sus supuestos frecuentemente y las consecuencias y los riesgos mucho más cuidadosamente y analíticamente. A partir de que tenemos pocos recursos disponibles. Estas decisiones presentarán distinciones más críticas y posibilidades de riegos mayores para nuestras sociedades si lo hacemos sin el rigor analítico correspondiente. La construcción de las amenazas hibridas y sus adversarios doctrinarios teóricos, sugieren que las elecciones son más complicadas que lo que algunas escuelas de pensamiento están considerando. La elección no es tan simple como preparase para operaciones de estabilidad de largo plazo o para conflictos de gran intensidad. Tenemos que ser capaces de hacer ambas cosas y hacerlo simultáneamente contra enemigos mucho más duros que los de hoy. Como fuera predicho por el General Krulak.
 
La estrategia es acerca de la toma de decisiones y de crear una coherencia entre los fines políticos, las formas y los medios.
 
Concordantemente, los planificadores deben tomar decisiones astutas sobre el futuro teniendo en cuenta que el diseño de la fuerza debe tender hacia una ágil, bien entrenada, fuerza multipropósito capaz de adaptarse a las condiciones únicas que  cada conflicto posee. Esta postura está mejor ubicada para los crecientes riegos producidos por la convergencia en el campo de combate (ver figura 1). Un campo de combate que permitirá el contacto cercano tanto con adversarios de ambos tipos como con los no combatientes. En consecuencia, respecto de las fuerzas terrestres, este autor está dentro del campo del Jugador Múltiple. Hasta cierto punto la especialización puede ser necesaria. Algunas fuerzas deben ser preparadas solo para alguno de los extremos del espectro o para el otro. Seguramente necesitamos brindar entrenamiento y asesores, justo como necesitamos al declamado F-22 para pasar de largo a un sistema defensivo anti-acceso moderno.

Aun los principios cardinales de la prudencia y de la adaptabilidad sugieren fuertemente que las fuerzas militares occidentales que deben desplegarse globalmente en misiones expedicionarias deberán preparase para la mayor letalidad y la complejidad que presentan las amenazas hibridas en terrenos urbanos y en ambientes de operaciones complejos en orden de ser exitosas. [14]


[1] Frank G. Hoffman es un investigador senior asociado al “National Strategic Studies” y director de la “National Defense University Press”.
[2] Este artículo se basa en un esfuerzo inicial presentado a la conferencia apoyada por el Comando de Fuerzas Conjuntas y conducida por el Institute for National Strategic Studies. Fort McNair, Washington, D.C: en 2009. Ver Frank G- Hoffman, “Hybrid Threats: Reconceptualizing the Evolving Character of Modern Conflict.” Strategic Forum 240. Abril 2009.
[3] Thomas Huber, ed. Compound Wars: The Fatal Knot, Fort Leavenworth, KS: Command and General Staff College, 1996; T.X. Hammes, “Insurgency Modern Warfare Evolves into Fourth Generation.” Strategic Forum Nr. 214, January 2005.
[4] El Viet Minh contra Francia podría ser la excepción.
[5] Michele.” A. Flournoy y Shawn Brimley, “The Defense Inheritance Challenges and Choices for the Next Pentagon Team.” Washington Quaterly, Summer 2008.
[6] Para una visión adicional ver: Michael Acronson, Steve Diessen, Yves de Kermaban y Mary Beth Long, “NATO Countering the Hybrid Threat.” Prism, Vol 2, Nr 4, 2011.
[7] Un ejemplo de este debate puede encontrarse en: Dr. John A. Nagi, “Let´s Win the Wars We´re in.” Joint Force Quarterly, 1st Quarter 2009, pp. 20-33, Gian Gentile, “Let´s Build An Army to Win All Wars.” .” Joint Force Quarterly, 1st Quarter 2009, pp. 20-33.
[8] Roy Godson y Richard Schultz, “Pentagon Fails to Plan for Most Likely Scenarios.” Joint Forces Quarterly, Oct. 2010.
[9] Mayor General (Retirado) Charles A. Dunlap. “We Still Need Big Guns.” New York Times, Jan 9, 2008.
[10] James N. Mattis, Joint Operating Environment, Norfolk, VA; Joint Forces Command, Dec 2008, p. 23.
[11] James Conway, Marine Corps Vision and Strategy 2025, Quantico, VA, June 2008.
[12] Andrew R. Hoehn, et at. A New Division of Labor: Meeting America´s Security Challenges Beyond Iraq. Santa Monica, CA: RAND, 2007, p. 75.
[13] Martin van Creveld, “The Rise and Fall of Air Power.” RUSI Journal, June/July 2011, Vol. 166 Nr 3, pp.48-55.
[14] En este punto estoy en deuda con el Profesor Colin Gray.

1 comentario:

Anónimo dijo...

LAS CONCLUSIONES DE UN "LEGO":

Tomando como base conceptos básicos pero incompletos del autor, la opinión final del lego frente al problema planteado es la siguiente:

1. La Política y la Estrategia Militar y Operacional, en forma coordinada, exigen tomar las decisiones fundamentales para crear la máxima coherencia entre los fines políticos, las formas y los medios.

2. El nuevo conflicto HEAT demanda tomar decisiones sabias para lo cual requiere profundos conocimientos en la materia como Ciencia, y experiencia práctica para convertirla en Arte, en cada nivel, sea éste: Político, Estratégico Militar o Estratégico Operacional a fin de darle la coherencia mencionada anteriormente

3. Los decisores políticos y los estrategas necesitan redefinir sus supuestos frecuentemente y las consecuencias y los riesgos mucho más cuidadosamente y analíticamente, con Sabiduría.

4. Ello requiere prensar con criterio y actuar con prudencia, así como disponer de planes alternativos para ser aplicados con flexibilidad acerca del empleo de las unidades tácticas empeñadas en el Teatro de Operaciones, previamente dimensionadas, capacitadas y equipadas para la ejecución de sus misiones, a fin de enfrentar un enemigo que carece de respeto por las normas internacionales jurídicas y morales, aplicando el concepto que el “fin justifica los medios”.

CARLOS ENRIQUE LAIDLAW