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domingo, 27 de enero de 2013

La Intifada mapuche.

 

Araucanía violenta: la otra cara del reclamo mapuche


La lucha de los pueblos originarios por la recuperación de sus tierras ancestrales volvió a sacudir a Chile, donde la radicalización del conflicto surge ahora como un complejo frente para el gobierno de Piñera. El temor a una división territorial del país y la urgencia de resolver el histórico olvido de los derechos indígenas.
 
Por Carlos Vergara | LA NACION
La casa de los Luchsinger se quema por un ataque
terrorista mapuche con ellos adentro.
Mientras miles de argentinos copaban las playas y balnearios de la costa chilena a comienzos del verano, poco menos de 800 kilómetros de distancia hacia el sur, se incubaba una de las mayores crisis que ha debido enfrentar el Estado chileno con los mapuches.
A la 1 de la madrugada del viernes 4 de enero de este año, Werner Luchsinger, de 75 años, descendiente de colonos suizos, y su esposa, Vivianne MacKay, escucharon gritos y ruidos en las afueras de su casa, en el fundo Lumahue, en Vilcún. Según las grabaciones de carabineros, la mujer tuvo el tiempo de llamar a su hijo y a la policía para denunciar que estaban siendo atacados.

Pero la turba fue más rápida: incendió un vehículo, forzó la puerta e ingresó a la residencia de los Luchsinger. Cuando subían la escalera, éste disparó con su escopeta contra uno de ellos, tras lo cual se produjo un tiroteo cruzado, de acuerdo con los casquillos de balas encontrados por la policía.
Los atacantes rociaron la casa y la prendieron fuego con el matrimonio dentro. Ella fue encontrada completamente calcinada sobre la cama, en tanto su marido, también irreconocible, yacía en el suelo, junto a su escopeta.
Una hora más tarde, carabineros consiguió detener al machi Celestino Córdova Tránsito, quien presentaba una herida de bala en el tórax. "Soy mapuche y estoy herido. Esto es reivindicación de tierras", fueron sus únicas palabras. Su hermano fue detenido horas más tarde. Al ser llevado al juzgado, Córdova levantó, desafiante, su puño en señal de lucha.
En las afueras del recinto, como en todos los rincones de La Araucanía, pudo escucharse el grito Marichi weu: "diez veces venceremos".
La mecha del conflicto mapuche había vuelto a encenderse en protesta por la devolución de sus tierras ancestrales, los atropellos del Estado chileno y las numerosas empresas, en su mayoría forestales, que ocupan sus tierras. Según estadísticas oficiales, sólo en 2012 se contabilizaron 287 denuncias por amenazas, incendios, tomas y atentados explosivos en la zona, incluyendo dos muertes: la del sargento de carabineros Hugo Albornoz y la del parcelero Héctor Gallardo.

La "intifada mapuche", como la califica el historiador José Bengoa, volvía a levantar las armas, precisamente en verano, un patrón repetido en los últimos años y que coincidió esta vez con el quinto aniversario de la muerte del estudiante Matías Catrileo, baleado en 2008 por un carabinero en el fundo de Jorge Luchsinger, primo del anciano asesinado.
Mientras una parte denuncia una limpieza étnica de chilenos no mapuches, las comunidades indígenas acusan injustificada violencia en allanamientos contra los suyos. Lo cierto es que en las regiones de La Araucanía, Bío Bío y Los Lagos, que es donde se concentra, en orden decreciente, la presencia indígena (unos 800.000), proliferan los atentados contra camiones, maquinarias y tierras pertenecientes a las forestales y latifundistas, además de numerosos robos de armas y animales.
La "zona roja" del conflicto está en llamas: Lumaco, Padre Las Casas, Traiguén, Collipulli, Ercilla y Angol son las comunas más encendidas de un complejo mapa que nace en la ribera sur del río Bío Bío, con comunidades mapuches disgregadas entre bolsones de colonos, sin unión territorial alguna, en paralelo a la provincia argentina de Neuquén.
En la zona, los huincas han tomado la justicia en sus manos. El crecimiento de las armas en la región, legales e ilegales, es exponencial.
También, según voceros mapuches, existiría un misterioso comando paramilitar llamado Hernán Trizano, conformado por hijos de latifundistas de la zona, ex miembros de la temida policía secreta de Pinochet, CNI, y ex policías, y a quienes incluso se han confiscado fusiles con miras telescópicas, lanzacohetes LOW, M-16 y bombas lacrimógenas.
Pero quizá lo único concreto sean los muertos, al menos 15 desde 2001, entre ellos los mapuches Alex Lemún, Jaime Mendoza Collío y Matías Catrileo; el carabinero Albornoz, el parcelero Gallardo y el matrimonio Luchsinger-MacKay.
Todo un país se pregunta: ¿cómo fue que se llegó a esto?

Promesas incumplidas

El 1 de diciembre de 1989, un político democristiano se reunió en la ciudad de Nueva Imperial, en La Araucanía, con dirigentes de varias organizaciones mapuches. A cambio de apoyo al gobierno, se comprometió a entregarles a los indígenas reconocimiento constitucional, la ratificación del convenio 169 de la OIT y la creación de una ley indígena. Después de 17 años de dictadura, y una brutal represión contra los mapuches, un nuevo acuerdo había sido firmado.
El político, que tres meses después recibiría la banda presidencial del general Augusto Pinochet, se llamaba Patricio Aylwin. No cumpliría ninguna de sus promesas, salvo la última, la que paradójicamente terminaría siendo un quebradero de cabeza para los tres futuros gobiernos de la Concertación y el de centroderecha que los sucedería, encabezado por Sebastián Piñera.
Si existe una analogía que a los mapuches les encanta hacer, es la de compararse a sí mismos con la naturaleza. Cuando uno intenta averiguar por qué la violencia arrasa en la zona precisamente por estas fechas, la respuesta es tan científica como poética: porque la generación nacida bajo las promesas incumplidas de Aylwin ya tiene 20 años, lo mismo que tarda en crecer uno de los pinos explotados por las empresas forestales que devastan sus tierras ancestrales y el medio ambiente.
Hubo también dos factores relevantes: la ley indígena de Aylwin posibilitó el ingreso a las universidades y centros de estudio de estudiantes mapuches, muchos de los cuales fueron concientizados -en un símil a escala de lo que ocurrió con Sendero Luminoso en Arequipa, Perú- en la Universidad de la Frontera y otras. También influirían el despertar indigenista para el Quinto Centenario y las numerosas reivindicaciones regionales, desde los zapatistas mexicanos al boliviano Felipe Quispe.
El segundo factor fue el devenir de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena, creada en el marco de la citada ley, para velar, entre otras cosas, por la restitución de tierras a sus dueños ancestrales. A la fecha se han traspasado más de 170.000 hectáreas a manos mapuches, pero nada funcionó como se pensaba. La mayoría de éstas no fueron trabajadas por falta de recursos, escasez de agua o, lisa y llanamente, abandono de sus nuevos dueños. Por ley, las tierras traspasadas no son enajenables, esto es, no pueden ser vendidas, embargadas o hipotecadas como forma de conseguir recursos para su explotación.
En 1994, bajo el gobierno de Eduardo Frei, llegaría otro mazazo: la construcción de la gigantesca hidroeléctrica Ralco, de la española Endesa, que inundó miles de hectáreas consideradas sagradas por estas etnias.
Según los principales defensores de la causa mapuche, bajo la administración de Piñera floreció también el modelo neoliberal implantado sin freno de mano durante la dictadura. Así, las grandes plantaciones de eucaliptos y pinos de las empresas forestales -que entraron a la zona en la segunda parte de los setenta- comenzaron a ahogar, literalmente, a las comunidades. De la misma forma, y en otra oscura herencia dictatorial, buena parte de los derechos de aguas provenientes de la cordillera fueron privatizados.
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Para entender el levantamiento mapuche, no basta sólo con la historia. También existen la magia, la leyenda y los sueños, como aquel que habla del regreso del weichafe, el guerrero, anticipado por las machis que sobrevivieron a las crueles matanzas oficiales de fines del siglo XIX.
La concepción horizontal del cosmos mapuche identifica a los puntos cardinales norte y oeste en un sentido negativo: el primero, por circunstancias naturales y religiosas, como la procedencia de los vientos que traen el mal tiempo y a los invasores, en tanto el oeste, como aquel destino incierto donde muere el sol y reposan sus difuntos. En suma, la aparición del huinca procedente del norte, representa hoy la ruptura entre el cielo y la tierra, el desequilibrio y, por qué no, el caos.
El liderazgo mapuche de los años 80 y 90, protagonizado por José Santos Millao y su organización Ad Mapu, el más mediático Aucán Huilcamán, quien incluso llegó a levantar una peregrina precandidatura presidencial en 1995, con su Consejo de Todas las Tierras, y el werkén de Temucuicui, Jorge Huenchullán, fue reemplazada, a comienzos del nuevo siglo, por jóvenes que ya no confiaban en los políticos.

Así surgió el liderazgo de Héctor Llaitul, un carismático líder que apostó por la lucha con la creación de la combativa Coordinadora Arauco Malleco, que instauró en la zona los incendios intencionales y lógica de guerrilla. Hoy, Llaitul y varios de los líderes de la CAM están presos.
Otro de los puntos conflictivos es la repetida aplicación de la polémica ley antiterrorista contra comuneros mapuches. Esta legislación, firmada por Pinochet en 1984, establece penas más severas que las habituales, restringe las garantías procesales del acusado, permite la utilización de testigos sin rostro y la intercepción de comunicaciones del imputado. En muchos casos, varios de los mapuches acusados terminaron siendo liberados sin cargo alguno luego de un largo período en la cárcel.
Las víctimas y los fiscales, en tanto, alegan que la justicia eleva artificialmente el estándar probatorio para los imputados mapuches y la entrega de beneficios para los condenados que presionan al gobierno con huelgas de hambre en las cárceles.
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Mapuches, huilliches, lafkenches y otras etnias, repartidas en numerosos clanes, se reunieron el 16 de enero en el cerro Ñielol, evento al cual Piñera se negó a asistir, donde unos 400 líderes de diversas comunidades exigieron reivindicación de tierras, desmilitarización, autogobierno y que el mandatario les pida perdón en nombre del Estado. Piñera decidió dar máxima prioridad al reconocimiento constitucional de los pueblos originarios. "A nosotros nos gusta hablar muy claro y directo: Chile es un solo país, una sola nación que tiene orígenes multiculturales, pero no estamos de acuerdo con que Chile sea partido en dos o para que tengan territorio con autonomía. Reconocemos y valoramos la multiculturalidad, pero no queremos autogobierno", dijo el ministro del Interior, Andrés Chadwick.
Las señales son equívocas y Piñera tiene una oportunidad histórica, explicó a La Nacion el senador opositor por la zona Alejandro Navarro.
"Estamos en un punto de inflexión. El convenio 169 de la OIT se aprobó [por Bachelet] dos meses después del asesinato de Catrileo. Hoy, se impulsa el reconocimiento constitucional después de la muerte de los Luchsinger. El presidente Piñera ha errado el paso. No podemos esperar más muertes para enmendar el camino", explica Navarro.
Pero allí, en esa cumbre, también surgió una nueva reivindicación que quizá grafique de la mejor manera la compleja relación Estado-mapuches-particulares. Los huilliches de la isla de Chiloé, por intermedio de su vocero, Cristián Chiguay, exigieron a Piñera la restitución del parque Tantauco, un gigantesco predio de más de 115.000 hectáreas en la isla de Chiloé, que el presidente compró en sus días como empresario.
Por entonces, advertido del conflicto que se avecinaba, Piñera fue tajante: "Eso es un problema entre el gobierno y las comunidades". Si el presidente tenía razón o no, da lo mismo. Hoy el conflicto también es suyo.

2 comentarios:

carlos pissolito dijo...


UNA CAUSA CON NEXOS INTERNACIONALES


En 2006, durante un encuentro con intelectuales en Madrid, la entonces presidenta de Chile, Michelle Bachelet, pudo palpar la simpatía internacional que generaba la causa indígena. "Hágame el favor de mirar a los mapuches", le dijo el premio Nobel de Literatura portugués, José Saramago. El mismo año volvería a ser interpelada públicamente con manifestaciones durante sus visitas a Berlín y Viena.

Piñera vivió un episodio similar en noviembre de 2012, cuando durante una presentación de las bondades económicas chilenas en el Parlamento Europeo de Bruselas, fue encarado duramente por la eurodiputada española, Ana Miranda: "Nos parece una vergüenza lo que hacen con los mapuches".

La presión se ha dejado sentir en los más diversos ámbitos, muchos de ellos provenientes de la Argentina, donde los mapuches conservan fuertes nexos con las comunidades de su etnia en la provincia de Neuquén y grupos de ultraizquierda.

En 2010, las Madres de la Plaza de Mayo-Línea Fundadora, representadas por Nora Cortiñas, junto a pueblos originarios de la Argentina visitaron la cárcel de Temuco para apoyar a los más de 30 presos políticos mapuches que llevaron a cabo una prolongada huelga de hambre contra el gobierno de Piñera.

Otra señal la dio el ministro del Interior, Andrés Chadwick, quien ya había vinculado al movimiento Quebracho con las protestas estudiantiles del año 2011. "Acá hay recursos. Uno se pregunta: ¿de dónde salen? En las investigaciones ya está absolutamente claro que hay participación y apoyo de grupos extranjeros, especialmente grupos argentinos", dijo el ministro.

Ya en 2009, el fiscal regional de La Araucanía, Francisco Ljubetic, contactó a sus pares en la Argentina, luego de que dos prófugos chilenos del grupo terrorista Lautaro fueran recibidos en Neuquén, luego de ocultarse en reducciones mapuches

Otras organizaciones de apoyo en la Argentina son la coordinadora mapuche-tehuelche de Chubut, Trauwleiñ To Kom, el Lof Millanahuel de Santa Cruz, y la Confederación Indígena de Neuquén.

No es todo. Los mapuches también han sido acusados de tener nexos con la organización terrorista vasca, Azkapena, y con las colombianas FARC, después de que el ex presidente Alvaro Uribe entregara a Piñera un dossier que supuestamente probaba instrucción paramilitar a mapuches en campamentos colombianos. Al ser citados por el Congreso, todo ello fue desmentido por la policía chilena.

La última pista vuelve a poner énfasis sobre los grupos anarquistas que han cometido numerosos atentados explosivos en Chile, la Argentina y Europa.
Fuente: La Nación, 27 Ene 13.

carlos pissolito dijo...


Chile: argentino fue detenido con armas en zona de conflicto mapuche

Se trata de un joven de Neuquén; fue capturado junto a otros cinco sospechosos; es en el marco del "conflicto mapuche" que se extiende por varias regiones chilenas

Por Carlos Vergara | LA NACION

Detienen a un argentino con armas en la zona de conflicto mapuche en Chile.

SANTIAGO, Chile.- La policía de investigaciones chilena (PDI) confirmó la detención del ciudadano argentino, Facundo Jones Huala, de 28 años, durante un allanamiento llevado a cabo ayer en la comunidad mapuch e El Roble, ubicada en el sector Mantilhue, de la región de los Ríos, al sur del país.

Jones, quien no portaba identificación al minuto de su detención, fue capturado junto a otros cinco sospechosos en la casa de una machi de la zona. En el lugar también fueron halladas armas, pasamontañas, ropa militar, municiones, comunicadores, buzos antiflamas y mascarillas.

Dados los antecedentes, se les vinculó inmediatamente con el ataque incendiario al fundo Pisú Pisué, en Río Bueno, registrado el pasado 9 de enero.

"Todos ellos están vinculados a la Coordinadora Arauco-Malleco", ratificó el subprefecto de la policía de Valdivia, Cristián Alfaro, haciendo referencia a la organización terrorista de reivindicación mapuche, cuyos máximos líderes están hoy encarcelados.

CONTEXTO
A comienzos de año, el ministro del Interior, Andrés Chadwick, había alertado sobre el apoyo extranjero a los grupos terroristas en la zona de La Araucanía, luego de que un incendio intencional acabara con la vida de los colonos de origen suizo, Werner Luchsinger y Vivianne MacKay.

"Acá hay recursos. Uno se pregunta: ¿de dónde salen? En las investigaciones ya está absolutamente claro que hay participación y apoyo de grupos extranjeros, especialmente grupos argentinos", acusó Chadwick.

Jones, quien en un principio se negó a dar su nombre a la policía, fue reconocido en horas de la tarde de ayer. De intermitente permanencia en la zona, el joven registraba un viaje en mayo de 2009 por el paso Liucura a la Argentina, donde volvió a la comunidad mapuche Paichil Antreao de Villa La Angostura, en la provincia de Neuquén.

Allí, de acuerdo con fuentes de la policía chilena, las autoridades argentinas lo ligan a un atentado incendiario contra una casa particular, de características similares a los ocurridos en Chile.

En el lugarde la detención fueron halladas armas, pasamontañas, ropa militar, municiones, comunicadores, buzos antiflamas y mascarillas

Facundo Jones registra, asimismo, numerosas detenciones en la Argentina, levantando quejas en la comunidad mapuche de La Angostura por supuestos apremios ilegítimos por parte de la policía.

Hoy, el oriundo de Neuquén está incomunicado y enfrentará cargos por violación a la ley de control de armas e ingreso ilegal al país. La policía chilena también sigue la pista de una francesa, que estaría vinculada a los grupos terroristas..

El "conflicto mapuche", llamado así por la prensa chilena, se extiende por las regiones del Bío Bío, La Araucanía y Los Ríos, con focos de atentados incendiarios contra particulares y empresas forestales de la zona, en protesta por las tierras que estiman usurpadas por el Estado y los colonos. Desde 2001 a la fecha, ya ha cobrado 15 víctimas fatales.

Fuente: La Nación, 31 Ene 13