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miércoles, 10 de septiembre de 2014

Autoridad, Represión y lo "Políticamente Correcto"









AUTORIDAD, REPRESIÓN Y LO "POLÍTICAMENTE CORRECTO".


por Lucio Falcone

¿Lo importante es el contexto?


Exponentes de la denominada Escuela de Frankfurt.
Tanto en Política como en Estrategia, el contexto, por lo general, es más importante que los hechos en sí. Esto sucede porque ambas son ciencias arquitectónicas que se elaboran de arriba para abajo y que, en consecuencia, van de lo general a lo particular, de los principios a la aplicación. Por estos motivos, un hecho táctico, vale decir inferior, pocas veces puede tener consecuencias estratégicas.
Es por eso que en los mundos de la política y de la estrategia existen lo que se llaman las cadenas de mando. Y las ordenes se originan, casi siempre, en la cabeza y bajan para su cumplimiento hacia la base de la pirámide jerárquica. Ergo, la importancia de las decisiones se va perdiendo a medida que uno desciende por esta cadena. Por ejemplo, en el caso de la Estrategia, no tiene el mismo valor la orden de un general que la de un cabo. O en el de la Política, la de un presidente de la nación que la de un concejal municipal.
Claro que no hay regla que no tenga su excepción. Especialmente en este complicado mundo. Por ejemplo, no faltó el experto militar que vio la necesidad de inventar lo que denominó como el "cabo estratégico". Para señalar, que en ocasiones, un mando de bajo nivel -como sería el caso de un cabo- puede ejecutar una acción menor; pero que la misma tenga consecuencias importantes. Es decir: estratégicas.
Esto puede ser y es así, especialmente, en el marco de los conflictos modernos. Los que por lo general son híbridos y asimétricos. Híbridos porque son difíciles de definir en los estrictos moldes de lo convencional. Y asimétricos, porque enfrentan a alguien supuestamente muy fuerte contra alguien supuestamente mucho más débil.
Un ejemplo cercano de lo que explico se produjo a raíz de la metodología sui generis usada por nuestra Gendarmería Nacional para detener un vehículo en el Acceso Norte en ocasión de una protesta sindical. Si bien esta acción no estuvo a cargo de un cabo, sí de un oficial jefe de esa fuerza, sirve para ilustrar el caso.
El problema es que éste hecho en particular parece responder a las dos teorías. A la de la importancia del contexto, por un lado; y a la del cabo estratégico, por el otro. Veamos.


El cabo estratégico
No cabe duda que el hecho de referencia tuvo y tendrá consecuencias estratégicas y hasta políticas. Por lo pronto sirvió para lanzar duras críticas contra quienes habían participado en el hecho. También, para relevar de su puesto a algunos de los responsables. Y para cuestionar, de paso, a la autoridad de quienes lo habían ordenado y convalidado.
Pero decir todo esto sería quedarse corto. Porque, el acto sirvió -una vez más- para poner una capa más de pintura sobre el bello cuadro de lo "Políticamente correcto". Que sostiene que toda represión es mala e intrínsecamente perversa.
A partir de este concepto, aceptado como una verdad universal. Ninguna fuerza policial del mundo, pero especialmente de la Argentina, que pretenda aplicar la fuerza legitima del Estado está, hoy, libre de ser juzgada por estos parámetros. Los de que denominamos como lo Políticamente correcto. Pero, que no es otra cosa -ideológicamente hablando- que Marxismo cultural. Una rama diferente del originario e inaugurado por Carl Marx a fines del siglo XIX.
Concretamente, esta corriente se inicia cuando algunos pensadores marxistas llegan a la conclusión de que la clase trabajadora no se sublevaría contra sus amos para crear el Comunismo. Tal como los autores del "Manifiesto Comunista" lo habían profetizado. Un grupo de teóricos marxistas (Max Horkheimer, Theodor Adorno, Wilhelm Reich, Eric Fromm y Herbert Marcuse, solo para mencionar a los más importantes) fundan en 1923, en la ciudad alemana de Frankfurt el "Instituto de Investigación Social".  El que pasaría a la historia con el nombre de la "Escuela de Frakfurt".
Su tesis principal es que la cultura es el camino para la Revolución. Alentados por los trabajos del italiano Antonio Gransci y del húngaro Georg Lukas sostienen que la cultura occidental y cristiana es lo que le impide a las clases trabajadoras reconocer y aspirar a los ideales de la Patria socialista. Ya que ella los aferra a lo que ellos denominan despreciativamente como el "sentido común." El que se opone a las ideas revolucionarias.
Para tomar el poder es necesario cambiar, antes que a nada, la cultura popular de las masas. Para ello es fundamental atacar y erosionar el concepto tradicional de autoridad. Presente en la creencia de un Dios único, de una Iglesia salvadora; pero también, en la existencia de que solo existen dos sexos (a partir de ahora géneros) o de la necesidad de una familia presidida por un  padre y conformada por un hombre y por una mujer.
En este marco conceptual creado por lo Políticamente correcto,  merecen especialmente desprecio toda forma de autoridad. Desde la divina hasta la hogareña. Mucho peor si ésta es masculina y viste uniforme.
Entonces, ¿a quién se le puede ocurrir despejar un autopista que usan cientos de miles de automovilistas cuando un grupete de alegres manifestantes decide cortarla para protestar? Para colmo de males, acompañados por señores o señoras legisladores de la siempre políticamente correcta izquierda nacional.
Un poco de contexto
Llegado a este punto es que el contexto comienza a tomar valor, nuevamente. Al respecto me pregunto lo siguiente, a los efectos de delinearlo:
¿El auto detenido correspondía a un simple vecino de la ciudad o era de una persona que participaba de la protesta?
¿El haberlo detenido con algún medio técnico adecuado, por ejemplo una reja de púas, hubiera acallado las protestas?
¿Cuál es el marco legal que obliga a que un oficial jefe de una fuerza de seguridad a arriesgar su integridad física para cumplir con su misión?
¿Debe ser considerado normal que partidos políticos con representación legislativa apelen a procedimientos de protesta directa, aun violando leyes en vigencia?
¿Es casual que toda la orquesta de medios progresista lanzaran antes, durante y después del incidente de marras campañas al respecto?
Cada una será libre, como dicen los progresistas, de "construir" su propio contexto. Pero, creo que su lectura desde la perspectiva del sentido común, es bastante sencilla:
Poco elegante como puede ser calificado el procedimiento de detención. Mal puede cargarse las tintas en quien arriesgó su integridad física para llevarlo a cabo. Mas si era el oficial más antiguo presente en el lugar. Mucho mejor sería que nos interrogáramos sobre otros por qué.
Por ejemplo: ¿qué hace una fuerza policial militarizada de frontera en una autopista de acceso a la capital? ¿Cuáles son las reglas de empañamiento que tiene esa fuerza para detener un vehículo que desobedece una voz de alto?
Pero, aún mejor, sería que nos preguntáramos sobre el hecho de si hay o no voluntad política en el máximo nivel de la conducción del Estado nacional para imponer y mantener el orden estatal. Para hacer cumplir y respetar, simplemente, la Ley. Episodios como la larga e inconclusa toma de la denominada "Villa Francisco" la ponen en duda.
Un interrogante que creemos que irá adquiriendo cada vez más relevancia. A medida que las aguas sociales se agiten -como todo parece indicarlo- y que sea necesario navegarlas con un rumbo claro y con una mano firme en el timón.

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