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domingo, 5 de octubre de 2014

El desafío que planeta el Califato.


http://www.nytimes.com/2014/09/24/opinion/thomas-friedman-isis-crisis.html


Una civilización que ha dejado de funcionar.

Thomas L. Friedman

Existe tensión al centro de la estrategia del presidente Barack Obama para enfrentar al grupo Estado Islámico, y eso explica mucho con respecto a por qué tiene tantos problemas para articular y poner en marcha su estrategia.

De manera simple, es la tensión entre dos objetivos vitales, promover la “introspección” que ha disparado el surgimiento de Estado Islámico en el mundo árabe-musulmán y “buscar y destruir” al grupo extremista en sus bastiones de Siria e Irak.

Acostúmbrense. Esta tensión no va a desaparecer. Obama tendrá que conducir a través de ella.

La buena noticia es que el ascenso de Estado Islámico (EI), conocido también como ISIS, está disparando un poco de introspección largamente debida, brutalmente honesta, por parte de árabes y musulmanes con respecto a cómo pudo haber surgido un culto de muerte sunnita tan grande y asesino entre sí.

Hay que ver unas pocas muestras, empezando con “Los bárbaros dentro de nuestras propias puertas”, escrito en la revista Político la semana pasada por Hisham Melhem, el jefe de redacción en Washington de Al-Arabiya, el canal árabe por vía satelital.

“Con su decisión de usar la fuerza en contra de los violentos extremistas de EI, el presidente Obama está pisando una vez más -y comprensiblemente con gran renuencia- el caos de una civilización entera que ha dejado de funcionar.

La civilización árabe, tal como la conocíamos, prácticamente ha desaparecido. El mundo árabe hoy día es más violento, inestable, fragmentado e impulsado por extremismo -el extremismo de los gobernantes y de aquellos en la oposición- que en cualquier momento desde la caída del Imperio Otomano hace un siglo.

“Cada esperanza de una historia árabe moderna ha sido traicionada”, agregó Melhem. “La promesa de dar poder político, el regreso de la política, el restablecimiento de la dignidad humana proclamados por la temporada de insurrecciones árabes en sus primeros días de apogeo, todo ha dado origen a guerras civiles, divisiones étnicas, sectarias y regionales y la reafirmación del absolutismo, tanto en sus formas militar como atávica.



Los yihadistas de EI, en otras palabras, no surgieron de ninguna parte. Treparon para salir de un cascarón vacío y en putrefacción: lo que restaba de una civilización deshecha”.

Turki al-Hamad, analista saudita de tendencia liberal, respondió en el diario Al-Arab, con base en Londres, el llamado del rey Abdulá a líderes religiosos para que enfrenten la ideología de Estado Islámico: ¿Cómo pueden ellos hacerlo?, preguntó al-Hamad.

Todos acogen la misma ideología wahabita de tendencia contraria al pluralismo y puritana que Arabia Saudita difundió, en casa y el extranjero, a las mezquitas que fomentaron al Estado Islámico.

“Ellos son incapaces de enfrentar a los grupos de violencia, extremismo y decapitaciones, no por pereza o postergación, sino debido a que todos ellos comparten esa misma ideología”, escribió al-Hamad. “¿Cómo pueden ellos enfrentar una ideología que ellos mismos llevan dentro de sí y dentro de su mentalidad?”

El escritor libanés Hanin Ghaddar, chiíta, en un ensayo de agosto en el sitio web Lebanon's Now, escribió: “Para combatir al EI y otros grupos radicales, y para prevenir el ascenso de nuevos gobernantes autocráticos, necesitamos asumir la responsabilidad por los fracasos colectivos que han producido a todos estos horrendos tiranos y fanáticos.

Nuestros medios de comunicación y sistemas educativos son responsables por el monstruo que nosotros contribuimos a crear. Necesitamos enseñar a nuestros hijos cómo aprender de nuestros errores en vez de cómo dominar el arte de la negación.

Cuando nuestros educadores y periodistas empiecen a entender la importancia de los derechos individuales, y reconozcan que no hemos logrado ser ciudadanos, entonces podremos empezar a abrigar esperanzas de libertad, incluso si se alcanza lentamente”.

El fomento de esta introspección es un componente vital -e inteligente- de la estrategia de Obama. Al comprometer a Estados Unidos a una campaña exclusivamente por aire en contra de objetivos del Estado Islámico en Siria e Irak, Obama ha declarado que la guerra terrestre tendrá que ser peleada por árabes y musulmanes, no sólo porque es su guerra y ellos deberían llevar la peor parte de las bajas, sino debido a que el solo acto de su organización a través de líneas chiítas, sunnitas y kurdas -el solo acto de superar sus debilitantes diferencias de tipo sectario y político que sería requerido para derrotar a Estado Islámico en tierra- es el ingrediente necesario para crear cualquier tipo de gobierno aceptable y consensuado que pudiera reemplazar a Estado Islámico de cualquier forma autosustentable.

La tensión surge porque el EI es una máquina de matar, y hará falta otra máquina de matar para localizarla y destruirla en tierra. No hay forma de que los sirios “moderados” a los que estamos entrenando puedan combatir solos al grupo de militantes y al régimen sirio al mismo tiempo. Iraquíes, Turquía y Estados árabes de la cercanía tendrán que desplegar tropas igualmente.

Después de todo, esto es una guerra civil por el futuro tanto del Islam sunnita como del mundo árabe. Podemos degradar a EI desde el aire -me alegra que hayamos asestado golpes a estos psicópatas en Siria- pero sólo árabes y turcos pueden destruir a EI en tierra.

Justo en estos momentos, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, representa autoritarismo, intimidación de la prensa, capitalismo de compadrazgo y discreto apoyo a islamistas, incluido EI.

Él ni siquiera quiere dejarnos usar nuestra base en Turquía para degradar EI desde el aire. ¿Qué hay en su alma? ¿Qué hay en el alma de los regímenes árabes que están listos para sumarse a nosotros en el bombardeo de los extremistas en Siria pero descartan tropas terrestres?

Esta es una civilización en peligro y, a menos que enfrente las patologías que han dado origen al monstruo de Estado Islámico en su vientre, cualquier victoria que logremos desde el aire o tierra será temporal.

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