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sábado, 11 de abril de 2015

Los 5 minutos de los EE.UU. para con la región.

Cinco minutos






Por Santiago O´Donnell  

Arranca la cumbre de las Américas. Aunque a mucho progre le moleste, Venezuela está en la agenda no por la amenaza permanente de Estados Unidos, sino por dos razones evidentes. Primero, porque su economía es disfuncional y está al borde del colapso. Segundo, porque la represión estatal llega a tal punto que el gobierno de Nicolás Maduro viola recurrentemente los derechos humanos. En otras palabras, nadie cree que Estdos Unidos va a invadir por mucha maniobra militar que ordene el presidente venezolano, En cuanto a la impresión de que Washington conduce complots golpistas o destituyentes, presiones y lobbies han existido siempre. Al igual que los amigos y los enemigos, son parte de la política. No podes pretender que el gobierno al que te pasas insultando y denunciando se ponga muy triste si las cosas te salen mal. Lo demás es bla bla bla. La realidad es que Venezuela ni siquiera figura en el radar de Estados Unidos.

 La realidad es que esta cumbre que arranca y que será tapa de todos los diarios latinoamericanos en los días que vendrán, en Estados Unidos podrá suscitar algún editorial en el New York Times y Washington Post y alguna nota más, pero en la gran mayoría de los diarios norteamericanos, exceptuando Florida por razones obvias, a lo sumo aparecerá un parrafito perdido entre el enésimo ataque con coche bomba en Pakistán o el último avance iraquí enTikrit, dentro de un pequeño espacio para noticias internacionales dominado por Irán y Yemen, seguido por Ucrania, China, Grecia y alguna cosita de Gran Bretaña o Canadá. Todo lo cual será apenas mencionado en una agenda copada por el lanzamiento de las candidaturas de cara a las primarias que arrancan en pocas semanas, el rebote de la economía ejemplificado por la noticia de que el Fed vuelve a subir su tasa de interés, y la tensión racial reflejada en una seguidilla de episodios de gatillo fácil policial en todo el país.



Volviendo a la cumbre, no es que no interese ni que nunca pase nada. Vista desde acá, desde el sur, se diría que es casi lo contrario. Se trata nada menos que de los cinco minutos que Estados Unidos le dedica a la región cada dos o tres años. Sirve mucho para saber qué temas le pueden interesar a los gringos si es que uno quiere, por alguna razón, llamarles la atención. Claro que semejante desequilibrio desalienta cualquier negociación, Pero eso no quiere decir que las cumbres sean inútiles. Tenemos el ejemplo de la emboscada del 2005 en Mar del Plata, que sirvió para terminar de torpedear el proyecto de un mercado único desde Alaska a Tierra del Fuego, la última iniciativa ambiciosa del Estados Unidos para la región, Sin embargo, semejante nivel de dramatismo es más la excepción que la regla. Sin llegar a tanto,  la del 2009 en Trinidad y Tobago también tuvo su interés porque era la presentación de Obama. Electo el año anterior, Obama venía de prometer el cierre de la cárcel Guantánamo y había anunciado una nueva relación con el mundo musulmán en El Cairo, Y llegaba a la cita americana prometiendo también  relanzar las relaciones con la región después de  los ocho años W. Bush y sus guerras extracontinentales. Pero la luna de miel duró poco. El golpe en Honduras dos meses después y la actitud cambiante y acomodaticia de Estados Unidos ante los hechos consumados chocó con la solidaridad latinoamericana con el presidente democrático destituido, que incluyó un ortorgamiento de asilo por parte de Brasil y un viaje relámpago de apoyo in situ por parte de la presidenta argentina.

Ahora llega la cumbre del 2015 con la novedad de la inclusión de Cuba, fruto del acercamiento entre La Habana y Washington anunciado hace un par de meses, movida para el bronce de Raúl Castro y Obama, que preparan su salida del poder, Será interesante ver cómo se escenifica esta relación en la cumbre. Los gestos y las declaraciones amistosas ya empezaron a calentar el ambiente previo a la esperada foto del apretón de manos.

Pero esa historia ya está, ya está escrita desde antes de la cumbre y además es el corolario de otra historia más grande y profunda. Tiene que ver con la consolidación de un bloque regional sudamericano encabezado por Brasil, que excluye específicamente a Estados Unidos y a su archialiado Canadá. Esto significa que ya no es Estados Unidos quien dicta la agenda y marca la cancha en estas cumbres en particular, y en la región en general,

Por eso es importante remarcar que Venezuela no es un tema que interesa sólo a Estados Unidos, sino a toda la región. Por un lado, en el  bloque bolivariano existe el temor de que habiendo arreglado con Cuba e Irán, y siendo que el complejo industrial militar yanqui siempre necesita un cuco para generar miedos, Washington reemplace a sus viejos cucos con el nuevo cuco venezolano. Algo de eso hay, sin duda.  Pero daría la impresión de que Maduro no da la talla y de que en términos de amenaza el momento de Venezuela no da para asustar a nadie, salvo a los propios venezolanos. Por otro lado hay preocupaciones legítimas en la región por detenciones arbitrarias, torturas en comisarías, militarización del espacio público, y demás abusos de poder en Venezuela  que desnudan la falta de respuestas de la Unasur como custodio regional de los derechos humanos. Lo cual abre la puerta para que potencias como Estados Unidos adopten medidas unilaterales desde afuera de Sudamérica. Lo cual debilita al bloque regional.

Puertas adentro, eso es lo que se va a discutir, lo que se va a llevar buena parte de los cinco minutos de atención de Estados Unidos. Más allá de que los titulares y las fotos se quedarán con retorno de Cuba a unas cumbres en las que ya no manda el tío Sam, y las especulaciones sobre el ritmo y las consecuencias del proceso de normalización de relaciones en Washington y La Habana

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