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domingo, 20 de diciembre de 2015

Juan Bautista Thorne, un valiente con olor a pólvora.


http://www.mdzol.com/nota/647218-juan-bautista-thorne-un-valiente-con-olor-a-polvora/










Juan Edgardo Martín

Había nacido en 1807, en Nueva York, por el tiempo de las guerras entre Inglaterra y su joven, atrevida, e insolente colonia.


"Ya tronó su rugido potente

ya rompió su silencio en la lid

es la voz poderosa que dice

cual mandato, supremo morir…"

(Canción del Artillero)

Debe haber tenido una infancia con tricornios y señores de casacas rojas y damas rubias que a la sombra de los pinos tomaban el té servidas por esclavos negros en caserones severos de tejas y ladrillos rojos.

Había nacido en 1807, en Nueva York, por el tiempo de las guerras entre Inglaterra y su joven, atrevida, e insolente colonia. Hacía poco que los Estados Unidos habían dejado de ser colonia inglesa para pasar a ser joven república. Hacía poco también, que los casacas rojas, viniendo del norte, habían incendiado su ciudad natal.

Curiosamente, para esa época, también en esta parte del continente, los ingleses invadían una ciudad austral, que estaría unida a su fama.



Naturalmente, se esperaba de él un futuro de uniformes, y espadas, y botas y marciales sones de combate. Su padre, un ingeniero naval, había combatido en la Guerra de Independencia Norteamericana. Cuando Juan Bautista contaba dieciocho años, decidió emigrar y recaló en el Puerto de Buenos Aires. Aquí pronto combatiríamos contra el Imperio del Brasil. Las ambiciones de la Casa de Braganza no conocían límites que no fuesen impuestos por el valor y la fuerza…

Al tiempo de establecerse en estas tierras, su familia tuvo la oportunidad de conocer a un marino de origen irlandés que armaba la incipiente flota para hacer frente a los buques imperiales. Guillermo Brown, aceptó la solicitud del joven Juan Bautista Thorne, el cual revistó con el grado de Guardiamarina y Piloto en el barco de guerra "Congreso" a órdenes de un Capitán de nacionalidad italiana.

Por aquellos tiempos, nuestras Armada Nacional era un tanto heterogénea y se nutría de personajes a quienes no se les preguntaba demasiado por la ética de sus antecedentes. En fin… para el hambre no hay pan duro dice el refrán. Todo sumaba.

Hacia principios del año veintisiete, y ya en plena guerra con el Brasil, encontramos al joven Thorne en el bergantín "Chacabuco" sirviendo a órdenes del Segundo Jefe de nuestra joven Armada. Un compatriota suyo, un norteamericano llamado James Binnon.

En marzo de 1.827, los brasileños pretenden darnos una "grata sorpresa" deciden atacar Carmen de Patagones, en el extremo sur de la Provincia de Buenos Aires. Sin embargo, allá encontramos nuevamente a nuestro joven héroe. La plaza fue defendida exitosamente contra ese grupo de agresores que se nutrían de tropa esclava y también de mercenarios prusianos, tal cual ocurrió en la batalla de Ituzaingó. Pero volvamos a Carmen de Patagones. El joven Thorne participa en el abordaje del Itaparica, distinguiéndose especialmente por su valor y arrojo. Fue él quien llegó en primer lugar entre las balas que silbaban y los bayonetazos que lo buscaban, a izar la bandera argentina en la cubierta del buque de guerra brasileño. Tres naves del Imperio fueron capturadas por los defensores en aquella jornada. Su premio consistió en ser nombrado Capitán, con solo veinte años del bergantín "Patagones".

Cosas de destino, la guerra contra el Brasil continuaría, y nuestras armas se cubrirían de gloria en distintas ocasiones. Pero al joven Capitán, en una ocasión la suerte lo abandonaría…

En un encuentro con naves imperiales, caería prisionero de los brasileños y sería traslado en calidad de tal a Río de Janeiro, lugar donde residía la Corte de la Casa de Braganza, y el mismísimo Emperador del Brasil. Allí, tal vez en una oscura y húmeda mazmorra, o tal vez en alguna residencia, cosa que dudamos, pasó sus días esperando la finalización de la Guerra del Brasil; cosa que final, y felizmente ocurrió hacia fines de 1.828.

Ya estando Rosas en el poder, participó de las campañas en Entre Ríos, y combatió contra el legendario Giuseppe Garibaldi, que por aquellos tiempos andaba por estos lugares haciendo de las suyas.

Fue además, explorador, anduvo por el Río Colorado colaborando en la Primera Campaña al Desierto llevada a cabo por don Juan Manuel. Incluso llegó en sus correrías hasta la altura de la actual Río Gallegos, con la ambición de establecer un puerto en aquellas inhóspitas soledades.

Ya en 1.838, en plenas guerras entre unitarios y federales, los franceses intentan atacar la isla Martín García, y Thorne participa de la defensa a las órdenes del Coronel Jerónimo Costa. En la ocasión es nombrado Jefe de Artillería en la defensa de la isla. Tan solo con un centenar de gauchos resiste valientemente el ataque francés, hasta que finalmente es tomado prisionero junto con el Coronel Costa. Sin embargo, como un reconocimiento al valor mostrado en combate, los franceses, en lugar de confinarlo le permiten volver a Buenos Aires. “A tal señor, tal honor” dice un famoso refrán que le gusta repetir a los franceses…

Hizo, a las órdenes del gobernador Pascual Echagüe, la campaña para combatir al insurrecto Berón de Astrada en Entre Ríos. Eran tiempos bravos, los vencedores no andaban con blanduras con los vencidos. Cuenta una vieja tradición oral que al gobernador de Entre Ríos se le obsequió, luego de finalizada con triunfo la campaña, unas maneas, primorosamente fabricadas con la piel de Berón de Astrada. En fin…cosas de aquellos tiempos bravos. Luego invadió junto con el ejército federal, la República Oriental del Uruguay, como Jefe de la Artillería sufriendo la dura derrota de Cagancha, combate donde resultó seriamente herido, y estuvo al borde de la muerte.

Luego, lo encontramos en la batalla de Caa-Guazú, también como Jefe Artillero combatiendo al manco José María Paz, el célebre boleado de "El Tío". Quizá el mejor táctico que ha tenido la historia del Ejército Argentino.

Luego regresa a Buenos Aires, y entonces se produce el famoso enfrentamiento de Vuelta de Obligado contra la escuadra Anglo-Francesa que pretendía remontar a la fuerza el Paraná.

En dicho combate, el General Mansilla le da orden de silenciar su batería y retirarse para resguardar las piezas, a lo cual responde: “Mis cañones me imponen la obligación de seguir disparando hasta vencer o morir”

Allí se hace acreedor al mote con el que ha pasado a la posteridad. "El sordo de Obligado". Se halla al mando de una de las cuatro baterías que defienden el paso, y dispara con sus piezas hasta agotar la munición, y en oportunidad de encabezar una carga a la bayoneta contra un contingente de Ingleses que pretendían realizar un desembarco, le explota muy cerca un cohete "a la Congreve" disparado por el enemigo. Cae a tierra, se incorpora diciendo "no ha sido nada", pero no oye lo que le hablan, la escaramuza transcurre frente a sus ojos como una película muda.

Juan Bautista Thorne, ha quedado parcialmente sordo para el resto de sus días.

Luego, sería herido en un hombro en la batalla de "El Quebrachito" combatiendo contra la misma flota.

Ya para los tiempos del levantamiento de Urquiza en contra de la tiranía rosista, Thorne comandaba uno de los buques de la flota de Rosas, es por ello que, depuesto el tirano, es despojado de sus grados militares.

Sin embargo, a fines de 1.852, ya con los unitarios en el poder en Buenos Aires, se une al General Hilario Lagos y participa de la flota que sitia a la ciudad.

Ocurre un hecho curioso: la flota federal a la cual pertenecía nuestro héroe es vendida precisamente por un compatriota suyo: el Capitán John Coe, que fue sobornado por los unitarios de Buenos Aires (las malas lenguas aseguran que el mismísimo General Paz fue uno de los que "compró" a Coe, pero no se ha podido comprobar). Coe, un bribón desprovisto de todo sentido moral, cuando fueron a llevarle el dinero, ni siquiera saludó. Borracho, solo repetía una sola palabra "money, money…"

También se había pretendido comprar la lealtad de Thorne a través de su propia hermana, cosa que rechazó airadamente.

Thorne, víctima de la traición de su compatriota, es tomado prisionero y degradado públicamente. Injusticias de la Historia.

Fiel a su genio, no abandona la actividad. Se convierte en marino mercante y sus andanzas lo llevan como capitán de barco mercante hasta la lejana India, trabajando como perito naval en aquellas tierras.

Finalmente, regresa, pues su familia había quedado en Buenos Aires, y en 1.868 es legalmente indultado y reconocido su grado de Coronel del Ejército Argentino.

Jamás volvió a capitanear un buque de guerra ni una batería de artillería.

Fallece en Buenos Aires el 8 de agosto de 1.885. Tenía 78 años.

Sus restos descansan en el Cementerio Británico de la ciudad de Buenos Aires. No tuvimos la suerte de que naciera en este suelo, pero fue un gran argentino y un verdadero y valiente patriota.

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