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jueves, 4 de febrero de 2016

Carta de un oligarca.


 



MICHEL GEOFFROY


Queridos hermanos oligarcas:


Permitidme ante todo que nos deseemos, colectivamente, un excelente año 2016. ¡Que sea, al menos, tan bueno para nosotros como lo ha sido el último! Podemos congratularnos, en efecto, por los logros que hemos alcanzado en 2015.

En primer lugar, lo que hemos denominado la “crisis de los migrantes” ha permitido reactivar notablemente la inmigración en Europa.

Debemos felicitarnos por la política inmigratoria del gobierno griego de izquierda radical Syriza, al que por tal motivo –tuvimos una excelente idea– le hemos dado todo nuestro apoyo. También debemos saludar la acción del gobierno alemán, que ha logrado imponer el principio de que todos los países europeos tienen la obligación moral de “acoger” a los inmigrantes. (...) También hemos desarrollado muy bien la comunicación en torno a la política de acogida, a fin de silenciar las reticencias de la población, presentando para ello a los inmigrantes como victimas a las que se debe “socorrer”. Podemos congratularnos asimismo por el hecho de que el caos que hemos provocado en Oriente Medio ha conducido a aumentar los flujos inmigratorios a Europa. Y ya les hemos anunciado a los europeos que, en el futuro, deben esperar oleadas inmigratorias aún más importantes. Todo ello ha conducido también a reactivar el proceso de adhesión de Turquía a la Unión Europeo, de acuerdo con nuestros deseos

Tal como lo previmos al producirse los atentados islamistas de 2015, éstos han permitido fortalecer el control de la población por parte de la policía, al tiempo que han facilitado que los europeos se acostumbren a que se restrinjan sus libertades. (...)

No ignoro, por supuesto, que algunos de vosotros estáis preocupados por los avances electorales del Front national en Francia, o por el auge del movimiento Pegida en Alemania. Os pido, sin embargo, que contempléis las cosas desde una perspectiva más amplia.

En primer lugar, estos movimientos siguen estando políticamente aislados, pues nunca se ha establecido la menor alianza con ellos. Seguiremos velando por que así sea. Dicho con otras palabras: tales movimientos no consiguen ejercer un poder político concreto que sea susceptible de perjudicarnos. Además, en Francia y Alemania se ha lanzado un permanente acoso judicial contra los movimientos populistas, el cual se emprende en nombre de la lucha contra el “racismo” y por el “vivir juntos”. En nuestra propaganda se destila, además, la idea de que tan reprobable es el populismo como el islamismo.

De todos modos, si por casualidad un movimiento populista consiguiera llegar al poder en Europa, sería aislado por la Unión Europea, aparte de que dispondríamos de todos los medios económicos y financieros para chantajearlo debidamente.

Tampoco hay que olvidar que, según nuestros cálculos, a partir de 2020, una parte significativa de la población ya va a ser, en la mayoría de los países de Europa occidental, de origen extranjero. Queda apartado de tal modo el peligro de una victoria electoral de partidos nacionalistas, como ya sucede en Estados Unidos.

A partir de 2020, los europeos empezarán, en efecto, a perder la mayoría demográfica en sus países, por no hablar de los proyectos, que mantenemos en reserva, de abrir el derecho de voto a los extranjeros residentes. Ello debería acabar definitivamente con la amenaza populista a un plazo relativamente breve, pues las consignas nacionalistas o identitarias ya no significarán nada para la mayor parte de la población.

No olvidemos, por último, todo el camino que hemos recorrido desde 1945:

– Los europeos han perdido sus imperios coloniales y, por consiguiente, su papel jugado en el mundo. Por otra parte, el fin de los imperios coloniales ha lanzado a África por la senda del caos, lo cual está en la base de los principales flujos migratorios a Europa...  que provocan a su vez el caos en Europa. Se trata, pues, de un mecanismo que actualmente ya se autoalimenta por sí mismo.

– Los Estados europeos también han perdido una buena parte de su soberanía gracias a la creación de la Unión Europea. Así pues, no se han beneficiado del fin de la URSS, sino todo lo contrario: su población disminuye constantemente y es progresivamente sustituida por los inmigrantes, que en su mayoría son de religión musulmana. Su economía se estanca a causa de la desaparición de las fronteras y del envejecimiento de la población: Europa se desindustrializa y pauperiza.

¡Y todo ese camino lo hemos recorrido en parte gracias a os propios europeos, sin que por nuestra parte hayamos tenido que desplegar grandes esfuerzos, salvo la contribución financiera necesaria para comprar a los medios de comunicación y a la clase política europea! (...)

Como veis, queridos hermanos oligarcas, no tenemos ningún motivo de alarma. Nuestro proyecto avanza sin parar, y cada vez mas el futuro –es decir, su futuro– nos pertenece. (...)

¡Feliz año a todos! 

P. D.: No olvidéis destruir, como de costumbre, este documento, a fin de no dar pábulo a las tesis complotistas.

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