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por Lloyd Belton* Miércoles, 10 Febrero 2016
Con la proximidad de los Juegos Olímpicos, es muy probable que las UPP de Rio de Janeiro reciban otra inyección de recursos y ocupen varias favelas más. Pero la continua violencia policial, la caída de la confianza en el programa y la misma evolución de los grupos criminales parecen indicar que el gobierno debería repensar su estrategia.
La policía de Rio y personal del ejército se preparan para ocupar los complejos de favelas de Chapadão y Pedreira al norte de Rio de Janeiro, algunas de las zonas más violentas de la ciudad, a tiempo para los juegos olímpicos de Rio en agosto de 2016. En 2015, José Mariano Beltrame, secretario de seguridad del estado de Rio, anunció que se instalaría Unidades de Policía Pacificadora (UPP) en esas áreas entre abril y mayo de 2016, aunque existe bastante incertidumbre sobre cuándo sucederá esto.
Según las autoridades de Rio, Chapadão y Pedreira se han convertido en los escondites de muchos de los grupos narcotraficantes más buscados de Rio, incluyendo el Comando Vermelho (CV) y Amigos dos Amigos (ADA). Chapadão, en particular, ha sido llamado el "nuevo Alemão", en referencia al complejo de favelas Alemão de Rio, de una violencia notoria, el cual fue ocupado en 2012.
Para los organizadores de los juegos olímpicos, es motivo de gran preocupación la proximidad de Chapadão y Pedreira al complejo deportivo Deodoro (a unos cinco kilómetros de la sede de los olímpicos) —que será sede de los eventos de hockey, BMX y equitación durante los juegos—. Los tiroteos entre los pandilleros del CV y los ADA, y con la Policía Militar (PM) son frecuentes en estos barrios, y muchas veces los habitantes caen en el fuego cruzado.
Según el gobierno local, la ocupación por medio de las UPP y los programas de pacificación son un “sueño largamente esperado” de los residentes de las favelas Chapadão y Pedreira. Sin embargo, esa expresión no tiene en cuenta las inquietudes generalizadas de la comunidad local por la brutalidad en aumento y la ineficacia de la policía.
Chapadão y Pedreira: bastiones de Comando Vermelho y Amigos dos Amigos
Chapadão y Pedreira se sitúan al norte de Rio y son considerados algunas de las zonas más violentas de la ciudad, debido a la complejidad de los grupos narcotraficantes que allí operan. Con la ocupación de algunas de las favelas más grandes de Rio —incluyendo el Complejo del Alemão, en 2010; Rocinha, en 2012; Lins, en 2013, y más recientemente Maré, en 2014— se dice que muchos narcotraficantes huyeron a Chapadão y Pedreira, entre ellos miembros prominentes del CV y los ADA.
El CV ahora mantiene una plaza fuerte en Chapadão, mientras que los ADA, que se desarrolló como una facción disidente del CV, han establecido una presencia importante en Pedreira. Un tercer grupo criminal y feroz rival del CV y los ADA, el Terceiro Comando Puro (TCP), también actúa como actor secundario en la ocupación del territorio alrededor de Chapadão, Pedreira y el Complejo Olímpico Deodoro.
Como otros complejos de favelas de Rio, Chapadão y Pedreira se caracterizan por sus callejuelas estrechas y altas construcciones que dificultan las maniobras de las fuerzas de seguridad y de la policía de Rio. La policía militar ha reconocido abiertamente que hay zonas a las que no puede llegar dentro de estos complejos debido a las barricadas puestas por los grupos criminales.
Más aún, dada la estrecha proximidad de Chapadão y Pedreira a las autopistas, es fácil para los grupos narcotraficantes que operan en el CV y los ADA sacar drogas y armas de contrabando de sus fortalezas. Según estimativos recientes, es probable que el CV trafique R$10 millones (unos US$2,5 millones) en drogas al mes a través de Chapadão a otros lugares de Rio. Los informes también han señalado que los homicidios y los robos en estas áreas aumentaron sustancialmente entre 2012 y 2015, principalmente como resultado de la violencia entre pandillas. El robo de carga es otra creciente preocupación para los negocios locales, ya que los complejos de favelas registran unos de los mayores números de incidentes en la ciudad.
Luego de la muerte del jefe de los ADA Celso Pinheiro Pimenta, alias "Playboy", y de la captura del cabecilla del CV Ricardo Chaves de Castro Lima, alias "Fú da Mineira", en 2015, se dice que las rivalidades entre pandillas se han exacerbado, aumentando los riesgos de seguridad en estas áreas antes de los juegos. Según un teniente del ejército, que pidió mantenerse en el anonimato, no cabe duda de que la muerte y el arresto de Playboy y de Fú da Mineira debilitaron a los ADA y al CV, aunque sigue siendo incierto en qué medida fue esto. Más aún, grupos como el TCP buscaron aprovecharse de la aparente debilidad del CV y de los ADA. El TCP ha adelantado ataques a áreas controladas por el CV, cerca de Chapadão; en un esfuerzo por prevenir la violencia entre el TCP y los ADA, el gobierno envío una unidad de PM con 400 efectivos a Pedreira en agosto de 2015.
Aunque la ocupación policial ayudó a contener la violencia, los tiroteos en las calles siguen siendo motivo de preocupación. En Chapadão, son comunes los tiroteos entre pandillas criminales. Una reciente oleada de balaceras en la calle en la que varios residentes cayeron muertos o con heridas de gravedad puso el problema bajo el escrutinio público una vez más.
En mayo de 2015, por ejemplo, tres transeúntes resultaron muertos en un tiroteo entre grupos criminales rivales en Costa Barros, complejo de Pedreira, luego de un robo frustrado. Más adelante, en octubre de 2015, una mujer que vivía en Chapadão murió por una bala perdida durante un enfrentamiento entre la policía y los narcotraficantes.
Para los organizadores de los olímpicos, una herida o la muerte de un turista extranjero asistente al evento, a causa de una bala perdida en el Complejo Deodoro es el peor escenario posible. La alta incidencia de atracos y robos de autos en Chapadão y Pedreira también son una preocupación para los organizadores.
¿Ocupaciones: antes o después de los Olímpicos de Rio?
Beltrame ha mantenido la reserva sobre el momento exacto en que tendrán lugar las ocupaciones de Chapadão y Pedreira. También hay duda de si el ejército participará en la ocupación, y esta incertidumbre puede llevar a retrasos.
En vista de la escalada de violencia en estas áreas, en octubre de 2015, el gobernador del estado de Rio, Luiz Fernando Pezão, solicitó ayuda del ejército para combatir el crimen organizado en Chapadão y Pedreira. Sin embargo, el ejército rechazó la solicitud aduciendo que simplemente no tenían los recursos humanos para ocupar las favelas en ese momento.
Actualmente, se está entrenando a unos 25.000 soldados para ofrecer seguridad extra durante los juegos olímpicos, dentro de estadios y sitios de mayor afluencia de turistas y en sus alrededores. Como resultado, es poco probable que el ejército participe en las ocupaciones de Chapadão y Pedreira; en lugar de ello, se espera que la policía militar federal, de carreteras y del estado lleve a cabo las operaciones. Según informes, al contrario de ocupaciones previas como en Alemão y Maré, donde unidades de las fuerzas especiales de la policía (Polícia Militar do Estado do Rio de Janeiro —PMERJ—) y el ejército trabajaron conjuntamente, la participación del ejército en Chapadão y Pedreira deberá limitarse a ofrecer apoyo a la PM y a la policía civil.
Sin embargo, la ausencia del ejército puede afectar de manera importante la efectividad de las ocupaciones, pues el ejército ha estado tradicionalmente a la vanguardia de las operaciones de seguridad en las favelas de Rio.
También los déficits de financiación podrían afectar la efectividad de las ocupaciones en Chapadão y Pedreira, e incluso retrasar su lanzamiento. En noviembre de 2015, Beltrame anunció que las ocupaciones de Chapadão y Pedreira se pospondrían hasta 2017, por restricciones de presupuesto que fueron exacerbadas por la crisis económica que atraviesa Brasil.
Según los estimativos, el gobierno estatal deberá desembolsar cerca de R$1 mil millones (cerca de US$250 millones) para ocupar y pacificar estos complejos, dos veces lo que costó la ocupación de Maré, que es mucho mayor. Más aún, una fuente del ejército sugirió que la ocupación de estos complejos de favelas requeriría 50 por ciento más personal que el desplegado en Maré en 2014, lo que equivale hasta a 4.000 efectivos.
La actitud de Beltrame, de restar importancia a las ocupaciones, podría ser deliberada, sin embargo, en un intento de confundir a grupos criminales como el CV y los ADA. Afirmaciones posteriores del gobernador del estado de Rio, Luiz Fernando Pezão, indican que la ocupación y pacificación de estas áreas es la mayor prioridad del estado, y es posible que ocurran antes de los juegos olímpicos. En enero y a comienzos de febrero de 2016, la policía de Rio realizó una serie de incursiones en Chapadão y Pedreira, posiblemente en preparación para las inminentes ocupaciones de estas favelas.
Ocupaciones lideradas por la policía: menos efectivas, más violentas
Una ocupación de estas favelas bajo el mando de la policía levanta banderas rojas, pues la ocupación policial ha demostrado ser menos efectiva en el pasado. Desde que el ejército pasó el control a la PM en Alemão en 2012, por ejemplo, ha habido crecientes pedidos de que la policía y las fuerzas especiales del ejército regresen debido a la mayor inseguridad.
No cabe duda de que sin apoyo del ejército, las fuerzas de policía que participen en la ocupación de Chapadão y Pedreira podrían enfrentar una dura batalla. Se dice que tanto el CV como los ADA están fuertemente armados con rifles de asalto, granadas y otras armas, mientras que una fuente en el ejército cercana a las operaciones de inteligencia de la policía y el ejército indicaron que había por lo menos 40 pandilleros del CV armados con rifles de asalto en Chapadão, y un poco menos en Pedreira. Por consiguiente, es posible que la policía dé prioridad a prevenir la violencia entre pandillas a corto plazo, para mitigar el riesgo de muerte o lesiones personales de los espectadores durante los Olímpicos. La fase siguiente podría implicar el establecimiento de puestos de vigilancia de la UPP, que la policía realice búsquedas y arrestos para tomar medidas enérgicas contra los factores que ponen en riesgo la seguridad en el largo plazo.
La policía de Rio, en particular el tristemente célebre Batallón de operaciones especiales de la policía (Batalhão de Operações Policiais Especiais —BOPE—), tienen reputación de uso excesivo de violencia y ejecuciones extrajudiciales. Aunque se dice que la mayoría de los residentes locales de Chapadão y Pedreira quieren a las UPP en sus barrios —Beltrame afirma que a diario recibe mensajes de correo electrónico de residentes locales que suplican que la presencia de una UPP— si se tiene en cuenta los reportes de mayor violencia policial, es cuestionable que una ocupación dirigida por la policía sea la estrategia más efectiva.
En agosto de 2015, Amnistía Internacional publicó un informe condenatorio que destacaba las violaciones generalizadas a los derechos humanos, incluyendo ejecuciones extrajudiciales cometidas por la policía de Rio. Según el informe de Amnistía, la actitud de la policía, de “disparar primero, preguntar después” ha sido responsable de 16 por ciento de los homicidios en Rio en los últimos cinco años (1.519 homicidios), excluyendo los incidentes que implican a agentes de policía fuera de servicio. El grueso de las víctimas suelen ser jóvenes negros entre los 15 y los 29 años de edad. En las favelas de Rio, agentes de la UPP también han sido objetos de cada vez mayor escrutinio por el asesinato de personas no armadas antes de tratar de alterar las escenas del crimen.
En el ejemplo más reciente de brutalidad policial en flagrancia, cuatro agentes de la policía militar fueron arrestados en noviembre de 2015, después de disparar más de 100 cartuchos sobre un auto en Pedreira, asesinando a cinco pasajeros desarmados, dos de los cuales eran menores de edad.
Según Patrick Ashcroft, redactor de Rio On Watch, organización no gubernamental que se centra en las perspectivas de las comunidades de las favelas, el respaldo a las UPP ha registrado una caída importante desde 2012-2013. Una encuesta reciente realizada por la Universidad Cândido Mendes ha puesto de relieve también la caída del apoyo público a la iniciativa de las UPP de 60 por ciento en 2012 a 41 por ciento en 2014. El informe también destacó la creciente oposición de la comunidad a las UPP, pues se dice que 56 por ciento de agentes de las UPP han sido golpeados con objetos arrojados por los habitantes de los barrios.
Todo esto apunta a una falta fundamental de confianza del público y la comunidad en las UPP. Mientras que anteriormente, los programas sociales hacían parte integral del intento de los agentes de la UPP de cultivar sus relaciones con las comunidades locales, la estrategia estatal ahora parece estar centrada por completo en la seguridad. Según un exteniente del ejército, los agentes de la UPP ahora están más ocupados por su seguridad física que por la de los residentes.
En julio de 2015, un coronel de la PM de Rio admitió que había graves fallas en la estrategia de pacificación de la UPP, a saber que la represión policial en últimas sólo alienaba las comunidades locales y socavaba los esfuerzos por recobrar la confianza. Una discrepancia fundamental entre los agentes de las UPP y las comunidades locales ha promovido a su vez una cultura de violencia en las fuerzas policiales de Rio.
Como hace notar Ashcroft, en el pasado, “los agentes de las UPP se mostraban frustrados por no tener más ‘acción’ y alegaban que la mediación entre residentes era ‘trabajo de mujeres’”.
También señala que la política de “disparar primero” seguida por la policía puede atribuirse en parte a una falta de preparación. El excoronel de la PM, Paulo César Lopes, citó anteriormente una falta de “liderazgo, control y logística” como otros factores críticos que afectan el programa de las UPP.
En respuesta a las crecientes críticas por la violencia policial, el gobernador Pezão defendió hace poco el programa de las UPP e insistió en que los policías que cometen crímenes en las favelas por lo general son sometidos a la justicia. Según Pezão, más de “2.000 agentes de policía ya han sido despedidos” por delitos.
Sin embargo, las investigaciones criminales sobre las ejecuciones extrajudiciales con policías involucrados por lo general enfrentan largas demoras. Por ejemplo, las autoridades condenaron recientemente a 13 agentes de la PM, incluyendo un subcomandante de la UPP, por la tortura y el homicidio de un residente de Rocinha en julio de 2013.
Conclusión: ¿es hora de repensar toda la estrategia de la UPP?
Independientemente de si las ocupaciones de Chapadão y Pedreira ocurren antes o después de los olímpicos de Rio, es posible que se vean afectadas por déficits presupuestarios, entrenamiento inadecuado y escasez de personal. Además, con una ocupación dirigida en su totalidad por la policía, hay mayor probabilidad de graves violaciones a los derechos humanos contra los residentes de las favelas. Con cada caso de brutalidad policial, la confianza del público en las UPP se disipa lentamente.
Por consiguiente, los gobiernos federal y del estado de Rio deben repensar fundamentalmente la estrategia de la UPP y dar solución a la violencia institucional tan arraigada en las fuerzas de policía de Rio si quieren evitar otra falla del programa de las UPP, como se vio durante las ocupaciones de Alemão y Maré.
En un plano estratégico, la ocupación de Chapadão y Pedreira sólo sería una solución localizada y cortoplacista para garantizar mayor seguridad durante los olímpicos sin resolver un problema mucho más generalizado de crimen organizado en Rio. Sin más eventos deportivos internacionales en el horizonte, queda por ver si el gobierno estatal de Rio dedicará los recursos y el personal requeridos en la lucha del problema de crimen organizado en la ciudad después de la ceremonia de clausura de los olímpicos este agosto.
*Lloyd Belton es analista político y de riesgo país en la firma consultora S-RM.
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