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martes, 25 de junio de 2013

Los movimientos sociales espontáneos.






Los Indignados, Occupy Wall St., Movimento Passe Livre: ¿son movimientos sociales espontáneos?

por Lucio Falcone


Análisis internacionalista

Muchas veces imágenes del mundo físico sirven para comprender mejor los fenómenos sociales. Tal parece ser el caso de los movimientos sociales espontáneos que vienen apareciendo, como hongos después de una lluvia, en distintas partes del mundo. Se iniciaron en una calle de la lejana Túnez, cuando un verdulero cansado de las humillaciones a las que era sometido se inmoló a lo bonzo; continuaron por lugares tan dispares como Madrid, Wall Street, o un parque de Estambul, solo para mencionar a los que merecieron una completa cobertura periodística. Con el ritmo frenético de un incendio que se expande por un pastizal seco. Estos fenómenos se están acercando, hoy, a nuestras playas, tras los incidentes que aun se registran en un centenar de ciudades brasileñas.
 


Entonces, más allá del sano interés periodístico por estar informado por lo que pasa en este mundo. Nos preguntamos: ¿nos quemaremos en este incendio? Habida cuenta de los antecedentes de nuestras propias crisis y movimientos sociales locales. 

Vayamos por partes, tal como dijo el descuartizador. Veamos los antecedentes.
La denominada Primavera árabe fue el primero de estos incendios seriales. Comenzó, como dijimos con una autoinmolación el 18 de diciembre de 2010, y aún continúa. Desde un comienzo estuvo caracterizada por manifestaciones más o menos violentas contra las autoridades establecidas, lo que no ha excluido la existencia de milicias pro-gobierno y de otros grupos tipo rompehuelgas. En su mayoría se desarrolló en países árabes bajo lemas antigubernamentales. Por ejemplo, la “Primavera”, se manifestó muy violentamente en: Túnez, Egipto, Libia y Yemen; con una intensidad media en: Bahréin y Siria; y con protestas intensas pero relativamente pacíficas en: Argelia, Irak, Jordania, Kuwait, Moruecos, y Sudán; y con protestas pacíficas en Mauritania, Omán, Arabia Saudita, Yibuti y el Sahara Occidental. 

A ella, le siguieron los Indignados españoles. Una protesta que se inició en las plazas de 58 ciudades españolas en una fecha próxima a las elecciones regionales de mayo de 2011. Se caracterizó por haber estado fogoneada por las redes sociales que vocearon consignas; tales como: Democracia Real Ya o Juventud Sin Futuro, entre otras. Sus demandas eran a favor de un cambio radical en las políticas de austeridad propugnadas por el gobierno. Los manifestantes no se consideraban a sí mismos como representantes de ningún partido político tradicional. Los analistas vincularon el surgimiento de la protesta a la crisis económica europea.

Más acotado fue el movimiento Occupy Wall Street. Una breve pero publicita protesta que tuvo lugar entre setiembre y octubre del 2011. Como tal, fue un movimiento de protesta de carácter internacionalista contra las desigualdades políticas y sociales. Su objetivo primario fue colaborar a construir una sociedad menos jerárquica y más organizada en forma de red. Sus enemigos declarados fueron las grandes corporaciones y el sistema financiero global. Se materializó mediante sentadas en lugares considerados íconos de la sociedad capitalista como Wall Street, en la ciudad de Nueva York. El fenómeno fue, luego, imitado, en otras ciudades norteamericanas. Pero, finalmente se extinguió sin mayores repercusiones.

Volviendo al turbulento Levante, tenemos al movimiento turco de la Plaza Taksin, aún en desarrollo. Uno que comenzó con protestas el 28 de mayo de 2013 en la ciudad turca de Estambul, cuando una sentada contra la demolición del Parque Taksim Gezi fue brutalmente reprimida por la policía. Continuó y se fue agrandando a medida que se fueron sumando otros manifestantes que comenzaron a vocear proclamas cada vez más politizadas que incluyen, por ejemplo, el pedido de renuncia del Primer Ministro, Recep Tayyip Erdoğan y el respeto por el carácter secular del Estado turco. Pese a las consignas, hasta el día de hoy, no se ha detectado un liderazgo centralizado entre los manifestantes. El gobierno turco se ha ido endureciendo con los sucesos y ha buscado escalar la crisis en forma permanente con mediadas que van desde el uso de rompehuelgas adictos hasta el despliegue de las poderosas fuerzas armadas turcas.

Finalmente, llegamos a nuestro vecino, el Brasil, con las protestas callejeras conocidas como el “Movimiento V” por vinagre o la “Primavera brasileña” que tienen lugar en casi un centenar de ciudades de este país. Sabemos que las mismas fueron iniciadas por el Movimento Passe Livre una entidad local que lucha por el transporte público gratuito. Pero, también, estamos al corriente que pronto esta consigna ha ido quedando superada por otras demandas más políticas y profundas como las que produjeron la salida del gobierno de Fernado Collor de Mello en 1992. Al igual que en esa oportunidad, los medios de comunicación social están jugando un rol importante en la organización de las protestas. A lo que se suma, hoy, la comunicación informal aportada por las redes sociales.

La primera manifestación tuvo lugar en la ciudad de Natal en Rio Grande do Norte en agosto/setiembre del 2012. La que fue denominada Revolta do Busão (La rebelión de los micros). Protestas similares se expandieron por todo Porto Alegre en marzo de este año. En la ciudad de Goiânia, las manifestaciones comenzaron el 16 de mayo cuando el gobierno decretó un leve aumento del boleto de micro (R$ 2,70 a R$ 3,00). Un pico de violencia se alcanzó el 28 de mayo cuando 4 micros fueron quemados en la Plaza de la Biblia. Los sucesos se encuentran, actualmente, en desarrollo y afectan a casi un centenar de ciudades brasileñas. Siendo, Brasilia, Rio de Janeiro y Sao Pablo las más importantes. En las cuales, los manifestantes han intentado vandalizar edificios públicos y entidades bancarias. El liderazgo de la Presidente Dila Rousseff ha sido moderado ya ha buscado desescalar la crisis.


Síntesis de aspectos comunes
Llegado a este punto cabe interrogarse sobre la verdadera naturaleza de estos fenómenos. Fundamentalmente sobre su pretendida espontaneidad. Por ejemplo, para el conocido periodista y escritor Jorge Asís, se trata de una “programada espontaneidad”, tal como lo ha expresado con ironía en varios artículos publicados en su blog. Por su parte, el analista internacional, Horacio Calderón, avanza un poco más y no descarta la injerencia extranjera en el fomento de estos fenómenos, aunque se niega a individualizarla, tal como lo expresara en una reciente entrevista concedida a Radio Nihuil de Mendoza.

Nuestra investigación periodística no alcanza para satisfacer este interrogante fundamental. Sin embargo, sí nos ha permitido detectar las siguientes tendencias comunes en lo que hemos denominado movimientos sociales espontáneos:

· En su gran mayoría, son protagonizados por jóvenes (de entre 16 a 35 años de edad) educados o medianamente educados que se encuentran desocupados (no estudian o no trabajan) y pertenecen, en su mayoría a las clases medias urbanas de grandes o medianas centros urbanos.

· En todos ellos, las comunicaciones juegan un rol vital; ya sean éstas formales (Medios) o informales (redes sociales).

· En todos los casos existen problemas de base vinculados con la incapacidad del Estado para garantizar el bienestar, la seguridad o la participación política. Si bien, los detonantes pueden ser muy variados y hasta banales como la tala de un parque como fue el caso turco.

· En su mayoría, los manifestantes no tienen detrás una organización estructurada. Aunque en algunos casos puedan detectarse organizaciones de base. Como fue la Hermandad Musulmana durante la Primavera árabe en Egipto.

· Tienen mayores probabilidades de triunfar aquellos movimientos que: por un lado, tengan una única demanda (Egipto: ¡Mubarak Fuera!) y que hayan desarrollado una cierta capacidad para la acción violenta.

· Paradójicamente, los movimientos que son más brutalmente reprimidos por la autoridad estatal son los que tienen mayores posibilidades de expandirse y de triunfar. Lo que, en su oportunidad hemos señalado, como el “Síndrome de Goliat.”[1]


Colofón Localista
Volvemos a la gran pregunta del principio: ¿llegarán los incendios sociales y políticos provocados por estos movimientos a nuestras costas? Obviamente, que las condiciones de fondo están dadas. Pero, hay que reconocer que nos encontramos ante un fenómeno muy difícil para a ser analizado, dada la gran cantidad de factores que intervienen en su génesis y en su desarrollo. Siendo, el más importante entre ellos, el carácter inorgánico y la falta de organización de los que protestasen. Simplemente, podemos indicar los factores que pueden favorecer una la escalada cuando estos se presenten.

Ya lo dijimos, la existencia de problemas políticos y/o sociales de base serios y sin resolver en el seno de la sociedad de que se trate son una causa sine qua non para su inicio. Aquí hay de sobra. Por otro lado, una actitud no negociadora por parte de las autoridades los incentiva y los hace perdurar en el tiempo. Dejo la evaluación de esta variable nuestra al lector.

Igualmente, más allá de cómo juzguemos a su espontaneidad, la existencia de alguna forma subyacente de organización entre los manifestantes, favorece - sino su lanzamiento, sí su perduración en el tiempo y el logro de objetivos políticos concretos. Lo mismo puede decirse del rol incentivador de los movimientos que ejercen, tanto los medios como las denominadas redes sociales.

Finalmente, hay que reconocer que la apelación a la violencia, tanto por parte de los manifestantes como por parte de las autoridades, ha servido como es un catalizador que ha permitido el logro de los objetivos políticos por parte de la protesta.

Sin haber podido agotar el tema, creemos haberle dado al lector algunas herramientas para su análisis.


[1] Este concepto del “Síndrome de Goliat” lo expresamos en un artículo publicado en la “Revista Defensa y Seguridad” hace algunos años atrás, cuando analizamos el accionar de nuestras tropas de paz en Haití. Con el designamos a la actitud que adoptan, por lo general, las fuerzas estatales al enfrentar un conflicto asimétrico. Falsamente presuponen que su superioridad en fuerza física podrá derrotar con facilidad a un oponente más débil. Pero, la historia indica que quien ataca a un débil y abusa de la fuerza comete un atropello, por lo que se expone a la condena moral y por lo tanto a ser derrotado en esa confrontación.

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