por Carlos Pissolito
En términos estrictos, el Apocalipsis o Fin del Mundo es una hipotética situación en la que un evento podría causar la destrucción de la especie humana. Los posibles resultados de este acontecimiento pueden variar entre una interrupción violenta de la civilización humana, producida ya sea por la acción directa de Dios, de diversos factores cosmológicos o por la propia mano del hombre.
En términos amplios se denomina, por ejemplo, ‘visión apocalíptica’ a aquellas que auguran o profetizan en fin de una determinada cuestión.
Sucede que el hombre ha querido conocer, siempre, su futuro. Para ello ha apelado, desde tiempos inmemoriales, a diversas técnicas y procedimientos. Los que van desde los el uso de procedimientos mágicos como el apelar a oráculos, shamanes, cálculos astrológicos, etc. Más modernamente, se ha procedido a utilizar procedimientos considerados científicos, tales como: la Investigación Operativa, la Futurología y el uso de modelos de simulación computacionales.
Hasta hoy, ni los métodos tradicionales ni los más modernos han podido resolver el hecho metafísico de que el futuro no existe y que como tal no puede haber un conocimiento certero y previsible sobre el mismo.
Hoy, por ejemplo, asistimos en nuestra Argentina a una catarata de pronósticos relacionados con la marcha de nuestra economía. Son muchos los que se preguntan si la crisis será superada rápidamente, si bastará con el crédito que nos otorgará el FMI o a qué precio cerrará el dólar la semana que viene.
Sobre estos temas hay pronósticos y profecías de los más variados tipos. Pero, ante la insalvable incertidumbre de saberlo con certeza, se los puede agrupar a ellos en pesimistas y en optimistas.
Al respecto, el genial escritor británico Chesterton sostenía que un pesimista es un imbécil triste y que un optimista es un imbécil alegre.
Nosotros, como no queremos caer en ninguno de los extremos. Y preferimos ser realistas y que como tales, nos disponemos a dejar algunos tips para entrever, conjeturar, qué es lo que puede pasar. No vamos a hablar de números, sino de cosas concretas y de sentido común.
1ro la Economía argentina presenta un doble déficit. Uno que se produce porque el Estado gasta más de lo que recauda y otro porque importamos más de lo que exportamos. En otras palabras nuestras cuentas están en rojo desde hace varios años.
2do La administración anterior buscó solucionar estos problemas mediante la emisión monetaria de pesos. la actual lo ha estado haciendo contrayendo deuda externa en dólares. Ambos procedimientos producen una fuerte inflación.
3ro Hace unos días atrás sucedieron dos hechos combinados. El 1ro fue que los tenedores extranjeros de las LEBACs (Las Letras del Banco Central) decidieron pasarse al dólar y llevárselos fuera del país y el 2do que los agentes externos que le prestaban plata a la Argentina, han decidido dejar de hacerlo porque consideran que hay riesgo de que ese dinero no les sea devuelto en tiempo y forma.
Ante este panorama, muchos agentes económicos -chicos, medianos y grandes- comenzaron a demandar más dolores de lo habitual. Lo que llevó al Banco Central a tratar de bajar su cotización inyectando esa moneda en nuestro mercado.
Como la receta no funcionó se envió una misión a Washington DC a gestionar un crédito stand-by por parte del FMI para suplir los créditos externos que no vinieron.
¿Será este el fin de la historia o solo otro escalón hacia una crisis generalizada?
No lo sabemos con certeza. Solo sabemos que la Historia y las Estadísticas no están de nuestro lado. Pero, la confianza es la clave para que un sistema económico funcione.
Llegado a este punto, estimado lector, le dejamos a usted con el juicio final.
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