por Carlos Pissolito
El término filibustero identifica a cierto tipo de piratas que operaban en el mar Caribe, alrededor del siglo XVII. Los que navegando cerca de las costas se dedicaban a saquear ciudades portuarias o abordar barcos para robarlos.
James Stewart encarna a un ciudadano común que ingresa a la política. |
Después de la película con James Stewart, “Caballero sin espada” (1939), el mundo político anglosajón uso el término “filibusterismo” para denunciar la corrupción política existente en las cámaras legislativas norteamericanas.
Las actuales circunstancias políticas que atraviesa la Argentina con políticos que organizan alianzas cruzadas entre espacios supuestamente disímiles y con frecuentes cambios personales de partido, traiciones a la palabra empeñada, etc. merecerían el bautismo con un término similar.
Algunos han buscado en la literatura y encontrado el término “vampirismo”, otros lo han hecho en ciertas modas teatrales y han optado por el de “travestismo” para describir estas actitudes.
Sea como sea, la realidad nos habla de un fenómeno conocido técnicamente como cooptación. El que consiste en llenar las vacantes que se producen en el seno de una corporación política sólo se produce por la decisión de los integrantes de ella.
Por ejemplo, nos preguntamos qué alternativa le queda a un ciudadano común. Digamos a un profesional, a un empresario, a un economista que desee participar de la vida política, no ya a nivel nacional, simplemente, en el de su barrio y/o municipio.
Seguramente, que algunos avisados nos responderían: “para eso están los partidos políticos”.
Pero sucede, que los mismos han desaparecido. Al menos en su formato tradicional. Y quienes quieren participar sin pertenecer a la corporación política no tienen forma de hacerlo. Aunque se tomen la molestia de “comprar” viejos partidos en desuso. Como ya ha sucedido.
Más allá de la anécdota. La situación debería preocuparnos, ya que el núcleo duro de toda democracia es la de ser el gobierno del pueblo y para el pueblo.
Ergo, nada ayuda a ella la conformación de una corporación política cerrada. Y que para colmo de males tiene pocos éxitos para exhibir. Ya que pronto, nos podríamos encontrar con aquello de que “el pueblo quiere saber de qué se trata.”
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