LEWIS, Paul H. “Guerrillas and Generals, the dirty war in Argentina”, Editado por Praeger Publishers, USA, 2002, ISBN 0-275-97359-X.
por Carlos Pissolito
El autor:
El autor es el profesor de Ciencia Política, Paul Lewis, de la Universidad de Tulane, quien es considerado una autoridad en Historia política Latinoamericana.
Otras obras del mismo autor:
Entre sus numerosos artículos publicados y libros editados se pueden citar los siguientes:
- Paraguay under Stroessner.
- The Crisis of Argentine Capitalism.
- Political Parties and Generations in Paraguay’s Liberal Era.
El libro:
El libro consta de 263 páginas y se encuentra dividido en 15 capítulos y un anexo de bibliografía seleccionada. Ha sido editado en tapa dura y en rústica. Carece de introducción, como de conclusiones y los capítulos se encuentran ordenados en forma cronológica.
Capítulo 1 – La “Oligarquía” y el “Pueblo”: Se inicia con una breve descripción y crítica del juicio a las tres Juntas de Comandantes durante la presidencia del Dr. Alfonsín, al que considera como un acto más mediático, inspirado en razones ideológicas, que uno propiamente judicial. A continuación inicia una cronología de los hechos que llevaron a la Argentina al juicio público de sus más altas autoridades y de cómo éstas se vieron expuestas al escarnio. La misma se inicia, con un comentario sucinto sobre la Revolución del Grl Uriburu y termina con la Revolución Argentina del Grl Onganía. El argumento principal de este capítulo es que en la represión al movimiento peronista, a partir de la Revolución Libertadora, se encuentran las causas que llevaron a la creación de las “formaciones especiales” que luego del “Cordobazo” maduraron en la organización de numerosos movimientos insurreccionales armados.
Capítulo 2 – El semillero del terrorismo: En este capítulo se sintetizan las fuentes donde el terrorismo se formó, a saber:
La nueva teoría marxistas sostenidas por Antonio Gramsci (traducido al castellano y divulgado por Héctor Agosti).
La visión de una Nueva Izquierda culta compatible con las masas peronistas propugnada por Juan Fernández Arregui.
La Teología de la Liberación impulsada por el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo sostenida, entre otros, por los sacerdotes católicos Mujica y Carbone.
Capítulo 3 – Emerge la guerrilla: Contiene una enumeración de todos los grupos guerrilleros que aparecieron en la Argentina a partir de fines de los 60. Explica detalladamente la organización del ERP y de Montoneros. Anuncia el abandono de la teoría “foquista” de guerrilla rural, propugnada por el Che Guevara, y su cambio por la guerrilla urbana, impulsada por el brasileño Carlos Marighela. Enuncia el apoyo brindado por Cuba, a través de la Tricontinental; y en contrapartida, la asistencia prestada por los EEUU, a través de las Escuela de las Américas, a los ejércitos de la región.
Capítulo 4 – El mundo de la guerrilla: En este capítulo el autor describe con mucho detalle varias acciones terroristas, a los efectos de entender la extrema tensión que se establecería posteriormente entre el terrorismo y el contraterrorismo. Concluye diciendo que, “…para muchos terroristas la violencia era un fin en sí mismo, fuera de todo contexto ético. Los terroristas eran psicóticos para quienes la violencia era una forma de “revancha” con una sociedad en la que no encajaban, justificando sus actos con una ideología que les era útil” (pag. 63).
Capítulo 5 – Los militares se rinden: El autor afirma que las acciones terroristas tomaron a las FFAA por sorpresa; pero que sus reacciones posteriores comenzaron a ser cada vez más efectivas; especialmente la de emplear la, especialmente creada, Cámara Federal y apelar al resorte constitucional del estado de sitio para combatir, legalmente, a las organizaciones subversivas. Pasa, luego al análisis político de la situación generada por el regreso del Grl Perón y su confrontación con las tácticas dilatorias del Grl Lanusse. Concluye que Perón logró imponer su voluntad, aunque temeroso de una reacción militar instaló la fórmula: “Cámpora al gobierno, Perón al poder”. Pero la llegada del primero al ejecutivo no se logró sino mediante alianzas con las organizaciones subversivas, a las que Perón había alentado, aunque, supuestamente, estaban controladas por su liderazgo carismático. El Ejército, desencantado con el rechazo popular experimentado durante la ceremonia de la asunción de Cámpora, regresa a los cuarteles vencido.
Capítulo 6 – La restauración peronista: Abarca el periodo comprendido por la asunción presidencial de Cámpora y la muerte del Presidente Perón en ejercicio del poder. El autor pone énfasis en describir la dialéctica que se establece entre los sostenedores de la “Patria Socialista” (las organizaciones terroristas, las organizaciones de solidaridad y la rama izquierda del Partido Justicialista) y la “Patria Peronista” (propugnada por la rama sindical derechista de ese partido, con apoyo en sectores del Ejército y organizaciones paramilitares como la Triple A).
Además, sostiene que la liberación, por medio de una amnistía presidencial, ratificada por una apresurada ley del Congreso, de casi mil subversivos detenidos en la cárcel de Villa Devoto fue un hito importante que convenció a las FFAA de la necesidad de llegar a la eliminación física de los subversivos como único método eficiente para derrotarlos.
Capítulo 7: Hacia la “Guerra Sucia”: Comprende desde la muerte del general Perón hasta que el Ejército, tras que Isabel Perón firmara el decreto autorizando el empleo de las FFAA, logra la desarticulación de la guerrilla rural a cargo del ERP. Este capítulo, básicamente está dedicado al intento guerrillero foquista de Tucumán. Lo explica como una estrategia destinada a escalar la guerra revolucionaria a un estadio superior, donde pudiera confrontar en combates formales y abiertos con el Ejército, a fin de crear una situación insurreccional generalizada y fuera de todo control gubernamental.
Se detallan la acciones llevadas a cabo de la Br I V, a cargo del Grl Vilas, donde cientos de subversivos fueron detenidos para luego ser: “torturados, interrogados y luego “desaparecidos” (p.ej.: ejecutados)” (pag. 108). A continuación, el autor sostiene que los propios jefes guerrilleros debieron advertir que estas tácticas funcionaban.
Asimismo, trata de las contradicciones internas del gobierno de Isabel Perón, tironeado entre los intereses sindicales, su propio entorno y las pujas mafiosas de la logia Propaganda Due y la Triple A. También, detalla las divisiones internas del Ejército entre profesionalistas (que deseaban mantener a la Fuerza al margen de la lucha antisubversiva) e intervencionistas (que abogaban por distintas formas de intervención) y cómo estas dos posturas fueron confluyendo, debido a las acciones terroristas contra miembros de la Fuerza, hacia un consenso de intervención cada vez más alejada de una cobertura política civil.
Capítulo 8 – El Golpe: “Con la ventaja de saber lo que pasó después, sabemos que el golpe militar fue un grave error. Sin embargo, éste eliminó en forma muy eficiente a la guerrilla y a otras organizaciones terroristas; pero empeoró todos los otros problemas: la corrupción, la debilidad institucional y el caos económico. A pesar de ello, cuando se produjo, el 24 de marzo de 1976, tuvo un amplio apoyo por parte de la mayoría de los grupos de poder y de los partidos políticos, desde la UCR hasta el Partido Comunista.” (pag. 126).
El autor sostiene la conclusión precedente con un detallado análisis de lo sucedido en los ámbitos político, gremial, social y militar durante el gobierno de Isabel Perón. Paralelamente, el análisis es acompañado por un relato de las principales acciones terroristas, que en esa época alcanzaron su apogeo; a la vez que patentiza la incapacidad de la Presidenta, del Partido Peronista y de la clase política en su conjunto por encontrar una salida legal a la crisis.
Capítulo 9 – La ideología de la represión: Este es un capítulo destinado a conocer las fuentes de inspiración intelectual y doctrinaria que tuvieron en cuenta los militares argentinos a la hora de combatir el fenómeno de la guerrilla. Para el autor la ideología utilizada por las FFAA, más específicamente por el Ejército, fue una síntesis de: “Conceptos norteamericanos de la Guerra Fría, doctrina contrarrevolucionaria francesa que proveyeron a los Oficiales argentinos de las herramientas de análisis; pero que su aplicación práctica fue filtrada a través de diferentes prismas ideológicos. Para los Nacionalistas católicos, la Guerra Fría fue una lucha entre el Occidente cristiano y el comunismo ateo, en el cual el liberalismo laico, era la puerta de entrada para la subversión”.
Añade que ideas propias, tales como las experiencias obtenidas en la sofocación de las sediciones anarquistas de la Semana Trágica y las huelgas obreras de la Patagonia, también fueron incorporadas. El autor concluye que la influencia de la escuela francesa fue, entre las mencionadas, la más importante y decisiva a la hora de los hechos. Finalmente, sostiene que desafortunadamente los Oficiales argentinos, cometieron el trágico error de aplicar dicha teoría no como tropas de ocupación en un territorio hostil, tal como sus creadores habían hecho en Indochina y en Argelia, sino sobre su propia sociedad a la que habían jurado defender.
Capítulo 10 – El infierno: Este capítulo como su título sugiere relata los procedimientos de la “Guerra Sucia”. Lo hace siguiendo los argumentos usuales que pueden encontrarse en el informe realizado por la CONADEP sobre detención, tortura y muerte del personal detenido. Sin embargo, reconoce el autor que: “…el estado de terror sirvió para quebrar la moral de las guerrillas y sus apoyos. Las “desapariciones” tuvieron un efecto aterrorizante que hizo a las personas temerosas de ayudar a las guerrillas de cualquier forma, aún indirecta.” (pag. 155).
Capítulo 11: La lucha por el poder: El autor intenta explicar en forma detallada el permanente deseo del Alte Massera por acceder a la presidencia de la Junta de Comandantes y a la presidencia de la Nación misma, a través de sus conexiones internacionales con la logia P2, sus negociaciones secretas con los jefes montoneros exiliados y mediante el ejercicio de la violencia contra sus opositores. A través, del affair Helena Holmberg ejemplifica cómo el descubrimiento de los contactos entre el jefe de la Armada y los Montoneros, por parte de quien era la Primera Secretaria de la Embajada Argentina en París, fueron la causa principal de su secuestro y muerte por parte de oficiales de esa Fuerza. Con el caso Graiver, el autor intenta exponer los delitos de subversión económica; en los que complica al ex-ministro de economía del Grl Perón, José Gelbard, al banquero David Graiver y al Grl Lanusse, como socios de diversos emprendimientos comerciales, siendo el más notorio el de Aluar. Con el caso Timerman se exponen los resultados de las investigaciones llevadas a cabo por el Grl Camps; donde se determina el intrincado camino seguido por el dinero de los montoneros, a través, del imperio financiero montado por Graiver, para financiar un pool de medios de prensa ”progresista”, con el apoyo económico de Gelbard y el político del Grl Lanusse. El autor, le reconoce gran valor a esta investigación, aunque asume que parte de sus conclusiones son exageradas.
Capítulo 12: El colapso del régimen: El capítulo se inicia diciendo que el gobierno del Grl Videla había alcanzado un adecuado nivel de popularidad; pero que la caída del Banco Intercambio Regional (BIR) inició un proceso de inestabilidad económica que sumada al hecho de su decisión de dilatar la entrega del poder a un gobierno civil produjo un impacto psicológico devastador en la población. A continuación, relata distintos episodios que patentizan tal afirmación.
Describe al Alte Massera y al Grl Suárez Mason como “gángsters de uniforme” que habían tornado la investigación de la subversión económica en su propio provecho. Sigue, con la creciente oposición a lo que comienza a conocerse como la “Guerra Sucia”, que se manifiesta desde sectores progresistas de la Iglesia Católica, las organizaciones defensoras de los derechos humanos y parte de la prensa. Es especialmente interesante la descripción que realiza de las reacciones adversas contra la Junta que en el exterior toman cuerpo, a través de diversas campañas (la del diario Le Monde en Europa y la de Patricia Derian desde la presidencia de James Carter). Asimismo, se explaya sobre el eficaz procedimiento de la Madres de Plaza de Mayo, al que califica como una muestra de “su ingenioso talento para el teatro político”. Finalmente, en la parte dedicada al gobierno del Grl Galtieri, califica a la campaña de Malvinas como suicida, dada la orfandad internacional de la Argentina, la superioridad naval y aérea con que gozó el RUGB y a la pobre calidad de las tropas argentinas seleccionadas para defender el archipiélago. Atribuye a la derrota militar como la causa principal que motivó el llamado a elecciones y a la posterior la entrega del poder a un gobierno civil. En este marco describe los fútiles intentos del Presidente Bignone y del Grl Nicolaides por anular las futuras consecuencia jurídicas de una previsible revisión de los excesos de la guerra sucia.
Capítulo 13: El castigo: El capítulo está centrado en el juicio a las tres Juntas de Comandantes en Jefe del Proceso de Reorganización Nacional, en el marco de la teoría de los “dos demonios” propugnada por el Presidente Alfonsín. Si bien el autor trae a colación numerosos testimonios sobre los abusos cometidos durante la “guerra sucia”, cuestiona desde un punto de vista doctrinario y jurídico la validez misma del juicio; a la par que pone al descubierto las manifiestas complicidades entre los fiscales y las organizaciones defensoras de los derechos humanos, con ex-integrantes de las organizaciones terroristas derrotadas.
Por ejemplo, el autor se pregunta: “¿Puede el Congreso legalmente aprobar una ley retroactiva para juzgar crímenes del pasado?” (pag. 200). Sobre la imparcialidad de los jueces: “Una vez en ejercicio, Alfonsín creó la Corte Federal de Apelaciones mediante la designación de sus amigos íntimos de la UCR. Todos bien conocidos y con rasgos comunes: jóvenes, “progresistas”, abogados en sus 30…” (pag. 202). También, el autor cita al ex Presidente Frondizi, que para sorpresa de los fiscales no sólo no declaró contra las Juntas, sino que agregó las proféticas palabras que la guerra contra el terrorismo no terminaría jamás ya que tarde o temprano este volvería a la Argentina (pag. 217).
Capítulo 14: La eterna irresolución: Como el título del capítulo lo indica, su contenido versa sobre la inutilidad de los esfuerzos políticos para poner fin a las consecuencias de la denominada “Guerra Sucia”; ya que estas, siempre vuelven a aparecer. El autor hace un recuento de las sublevaciones “carapintada”, así como de las sucesivas leyes políticas de “punto final” y de “obediencia debida” que las siguieron.
También, hace mención del ataque al RI Mec 3 de La Tablada y consigna las consiguientes sospechas sobre las vinculaciones entre los terroristas con miembros de la administración Alfonsín (especialmente los señores Nosiglia, Carlos Becerra e Ignacio López). Asimismo, menciona los intentos recientes por colocar a los casos de violación de derechos humanos bajo la jurisdicción de jueces extranjeros o de tribunales internacionales de justicia como otro factor de permanente perturbación.
Capítulo 15: Los residuos de la “Guerra Sucia”: Este capítulo final, por un lado, historia los últimos sucesos, llegando hasta mediados del 2001, y por otro, funciona como las conclusiones que la estructura del libro carece.
Más allá del relato que se extiende a los recientes intentos de las organizaciones defensoras de los derechos humanos de proseguir con su objetivo inicial de enjuiciar a la totalidad de los que ellos consideran responsables, el autor se permite sacar algunas conclusiones, que se citan, a continuación, textualmente:
“El juicio a las juntas sirvió para muy poco. Aún más, las revueltas carapintada que lo siguieron pusieron término a la estrategia de la izquierda de mortificar, si no de destruir completamente, a las FFAA” (pag. 241).
“La reciente campaña en Argentina para liberar a los guerrilleros que atacaron la base militar de La Tablada en enero de 1989 ilustra sobre cuán selectiva puede ser la intelligentsia de Buenos Aires en materia de derechos humanos y cuanto puede perdonar a los ex-terroristas” (pag. 244).
“Con una economía en bancarrota, con un altísimo índice de desocupación entre otros problemas mayores, el autor cierra su libro con la siguiente sentencia: “A menos que llegue pronto un alivio, es muy probable que las soluciones que una vez ofrecieron los extremistas de Derecha y de Izquierda vuelvan a ser nuevamente atractivas, para que luego, la “Guerra Sucia” pueda comenzar de nuevo” (pag. 248). Esto fue escrito a mediados del año 2001.
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Crítica
El libro pretende ser objetivo, y como tal, se lo puede ubicar en una línea intermedia de interpretación entre las posturas consideradas extremas, como la que representan muchos escritores norteamericanos y europeos como Martin Andersen (Dossier Secreto) que sostienen que no existió una guerra sino la simple represión de inocentes o la postura sostenida por el Grl Genaro Díaz Bessone (Guerra revolucionaria en la Argentina) que considera a lo ocurrido como parte de una guerra revolucionaria mundial llevada a cabo por el comunismo para dominar al Tercer Mundo.
En tal sentido, la hipótesis del autor es que si bien existió una guerra justificada, generada por la legítima defensa del Estado ante el intento de organizaciones subversivas por acceder al poder en forma violenta, se adoptó una metodología que no era totalmente la adecuada y se cometieron excesos que debieron haber sido reprimidos y castigados.
El autor avanza aún más en esta línea al sostener que el golpe que llevó a las FFAA al poder tuvo un gran respaldo de todos los sectores de la sociedad; pero que fracasó a la hora de solucionar los grandes temas nacionales, a la par que integrantes de las FFAA se vieron complicados en casos de corrupción. Sobre la guerra librada contra el terrorismo, sostiene que la metodología del contra-terror adoptada por las FFAA es moralmente reprensible, pero que fue muy eficaz en su cometido de erradicar los grupos sediciosos. Específicamente, califica como negativa la adopción de la doctrina francesa de guerra contra-revolucionaria por haber sido aplicada no sobre una población foránea, como fue el caso de la experiencia original, sino sobre una propia.
Finalmente, el valor de este libro se debe apreciar a través de la doble perspectiva de su objetividad y del hecho de haber sido escrito por un observador extranjero, lo que seguramente multiplica su valor. En este sentido, se aprecia que su publicación en inglés permitirá esclarecer sectores de opinión, hasta el momento, sólo informados por una sola de las versiones. A su vez, si fuera publicado en castellano, se aprecia que su impacto en nuestro país sería alto.
Respecto de la afirmación final sobre que la Argentina se encaminaría hacia una nueva “Guerra Sucia”, no puede emitirse juicio cierto sobre su posibilidad; pero si que obviamente reforzará los argumentos sobre el volumen de su impacto, tanto en el extranjero como en nuestro país.
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