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jueves, 19 de diciembre de 2019

Del Realismo y de los realismos.








Carlos Pissolito

El fundador del Realismo, el sabio griego, Aristóteles, sostenía la existencia de una realidad extramental a nosotros y que la misma podía ser conocida, objetivamente, a través de nuestra inteligencia y voluntad.
Óleo de Pedro Maggi
(Pinacoteca del Instituto Nacional Sanmartiniano)

A su vez,  ponía a cargo de su conocimiento sistemático a las ciencias. Entre ellas distinguía a las que tenían un objeto de estudio teórico que buscan contemplar en sus aspectos cuantitativos y cualitativos,  a lo real, como la Astronomía; y las prácticas que tienen por objeto el conocimiento de las actividades humanas, en cuanto propiamente humanas, como la Política. 

En este marco conceptual, la Política es una acción humana ordenada a la búsqueda del bien común. También, puede ser definida como el arte de lo posible en el marco de la Ética.


En forma consecuente con lo señalado, a la Política considerada como ciencia se la conoce a través de sus causas. Estas son la material, la formal, la eficiente y la final.

La causa material es la persona humana considerada como receptora de las acciones políticas. No ya considerada en forma aislada, sino como un conjunto de individuos relacionados  en sociedad.
Luego, la causa formal es la que se define por los distintos tipos de órdenes políticos o formas de gobierno. Le sigue causa eficiente que es el intelecto humano aplicado como la potencia ordenadora de las acciones de los hombres en prosecución del bien común. Además, se suman a estas acciones, las distintas instituciones, las leyes, los usos y las costumbres, etc.

Finalmente, se encuentra la causa final, la que para los clásicos es la más importante de todas, ya para ellos es "la causa de las causas" y es bajo su luz que se deben especificar los medios que permiten alcanzar el bien común que es su fin último y que, como tal, es la que establece el criterio de verdad con el cual debe ser juzgada toda acción política.

Ya habíamos mencionado a la Ética en relación a la Política. Esta vinculación le viene a través de la virtud de la prudencia política que es la que regula a quienes son la causa eficiente de la Política, vale decir, el político o, mejor, el que debe mandar.

Para hacerlo, no solo debe conocer el orden teórico, que es el campo de la Ética y que rige al obrar político desde el obrar humano; también, debe conocer las circunstancias concretas que rodean a esa acción.

Pronto, a la inteligencia, primero y, luego a la voluntad se le presentarán varios dilemas. Especialmente cuando deba optar entre dos bienes. Deberá, primero, deliberar y, luego, decidirse por el mejor. Especificando, en su decisión los medios adecuados para alcanzar el bien seleccionado. E incluso, debe quedar atenta para apartar y/o aprovechar las circunstancias malas y buenas que se irán presentando en el desarrollo de esa ejecución.

Esto es en suma síntesis el proceso que debe seguir una decisión prudencial política.
Ahora, bien, ¿Qué fines nos toca a los argentinos elegir? Ya que elegidos éstos, todo lo demás se nos dará por añadidura.

Mucho es lo que podría analizarse para después tomar una decisión, pero en estos casos complejos lo aconsejable es disponer de una visión de conjunto. De un proyecto que sirva como modelo a alcanzar. Es decir una suma de fines encadenados a ir alcanzando sucesiva y coordinadamente. Ya que como decían los Escolásticos: lo primero en la intención es lo postrero en la ejecución.

Pasando al orden político concreto de nuestra Nación, bien podemos buscar modelos en los límites del Realismo, ya que descartamos, a priori, los modelos utópicos que plantean las escuelas Idealistas como la del Progresismo, nos quedan. básicamente dos. El del denominado Realismo Periférico, propuestos por Carlos Escudé y que impulsa la aceptación lisa y llana del orden internacional existente y la ciega aceptación de sus dictados y el Realismo con ideales que propone un  destino superior.

Pues, como sostiene Marcelo Gullo las naciones que han logrado superar situaciones de inferioridad lo han hecho mediante lo que él denomina una “insubordinación fundante”. Vale decir, en otra palabras, ellas han tomado la decisión de ser lo que deben ser y de superar las limitaciones que las tenían prisioneras.

Obviamente, que no les ha sido suficiente con este deseo. Ha sido necesario que estuvieran dispuestas a enfrentar el riesgo de fracasar, de sufrir privaciones y lo más importante, que estuvieran dispuestas a luchar por ello.

Podríamos seguir argumentando, pero creemos que con un ejemplo estas cuestiones nos quedarán mucho más claras.

Concretamente, en 1814, a 4 años de la Revolución de Mayo, casi todo se presentaba como un futuro sin mayores esperanzas para las Provincias Unidas del Río de la Plata. Las que se enfrentaban, no sólo a un formidables enemigo como era el Reino de España, también,  a otras potencias que aspiraban a gobernarlas.

Pero, solo después de un poco más de 10 años, no solo se habría declarado la Independencia. Se la había obtenido efectivamente, tras una larga lucha contra el poder español en América.

¿Cuál fue la causa eficiente (política) que hizo esto posibles? Seguramente que varias. Pero, nos interesa resaltar a la impulsada por el Coronel Mayor D José de San Martín, quien en sólo cuatro años organizó, equipó y adiestró un ejército, casi desde la nada. Con el cual cruzó la 2da cordillera más alta del mundo y derrotó al Ejército español. Para después dirigirse por mar hacia Lima, centro del poder español en Sudamérica y derrotarlo, a su vez.

En estas hora difíciles que vive la República la tentación de apelar a las soluciones de cabotaje del Realismo Periférico son muy grandes. Es más, nos suenan como las más “realistas”.

Así como la potencia tiende al acto. La Argentina solo será lo que debe ser cuando se acomode a esta ley metafísica. Mientras no lo haga seguirá subordinada y postrada a los diversos intereses que la atenazan y son el develo de los realistas periféricos.

Pero, por una extraña alquimia humana parecería ser que solo las grandes empresas son la que tienen la energía interior de convocar a las grandes voluntades. Pues como ya lo declara el propio San Martín para ellas están hechas las grandes empresas

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