"Es excelente tener la fuerza de un gigante. Pero es tiránico usarlo como un gigante."
W. Shakespeare. "Medida por medida".
por Carlos A. PISSOLITO
Desde las guerra tribales y hasta la Edad Media, matar al jefe enemigo representaba el mejor método para ganar un combate, una batalla y hasta una guerra. El ejemplo más conocido de todos, es el del gran Alejandro en Gaugamela, cuando cargó directamente contra Darío con la esperanza, bien fundamentada, de que la cohesión de las fuerzas persas dependía
La muerte del popular general motivó grandes manifestaciones en Teherán. |
sólo de la presencia del “Gran Rey” en la línea de batalla.
Posteriormente, los siempre prácticos romanos, recompensaban a un soldado que matara al comandante enemigo con una alta condecoración, la denominada “spolia opima”.
La Modernidad trajo consigo la idea de que quienes hacían la guerra eran meros empleados estatales. Por lo que no se suponía que combatieran por un interés personal. En consecuencia, matar o detener a aquellas personas responsables de la conducción de las operaciones militares, perdió sentido y se dejó de hacer.
Aun, en épocas tan recientes como la 2da GM, sólo dos operaciones fueron montadas, con el objetivo de asesinar a un general enemigo. La más conocida y fallida tuvo como blanco al Mariscal E Rommel, Comandante del Afrika Corp. Con el objeto de ponerle fin a la leyenda de su invencibilidad y que tenía un efecto desmoralizador sobre las tropas británicas. Y la otra, esta vez exitosa, fue autorizada por el mismo presidente FD Roosevelt para derribar el avión el que volaba, para vengarse del almirante japonés I Yamamoto, considerado el responsable intelectual del ataque a la base de Pearl Harbor.
Pero, a fines del siglo XX, el proceso parece haberse revertido. Ya que los conflictos asimétricos de baja intensidad o quiere que se denominen, han desdibujado las distinciones entre dirigentes y entidades políticas. Si en los últimos tres siglos los intentos de asesinar a los dirigentes enemigos no era considerado parte del juego de la guerra. Actualmente, la tendencia es la de encuadrarlos como criminales que se un castigo ejemplar.
Como los fríos hechos lo demuestran, los dirigentes son, crecientemente, considerados blancos. Por ejemplo, los norteamericanos en 1986 bombardearon Trípoli, fallando en su intento de asesinar a M Gadafi, pero en el que murieron varios miembros de su familia.
El procedimiento de matar -in situ- a los principales líderes terroristas y que es conocido como “descabezamiento”, no solo se ha intensificado en el marco de la denominada Guerra contra el Terrorismo, también, se ha convertido en uno de los aspectos principales de su estrategia.
Este procedimiento, preferido por los norteamericanos, se remonta a la Guerra Filipino-Norteamericana, de fines del siglo XIX, cuando su conducción estratégica se empeñó en capturar a E Aguinaldo, el líder del rebelión filipina contra la ocupación norteamericana. Más recientemente, la misma estrategia se empleó en el marco del inicio de la segunda invasión a Irak, cuando por orden del presidente G Bush hijo, se ordenó atacar el bunker donde se suponía se encontraba el presidente iraquí, S Hussein.
Procediendo de esta manera, los estrategas norteamericanos rinden culto a sus creencias en C von Clausewitz, por su tendencia por favorecer todo lo que conduzca a la destrucción física del enemigo. Lamentablemente, al hacerlo incurren en varios errores; tales como producir reemplazos en la conducción de esos grupos, lo que no solo no garantizan su neutralización, bien pueden contribuir a lo contrario y en perder la legitimidad de sus acciones.
Hace pocos días esta teoría alcanzó su pico máximo con el ataque con drones que provocó la muerte del Comandante de la Guardia Revolucionaria Iraní, el popular Tte Grl Q Soleimani, en represalia a los ataques contra la Embajada de los EEUU en Bagdad.
Con este hecho creemos que los EEUU no cometen un error, sino varios. Para empezar, vemos que, sabiamente, los europeos, los rusos y los chinos están trabajando juntos para mantener a Irán y evitar así una guerra en el Golfo Pérsico, con todo lo que significaría para el suministro de petróleo del mundo y que, seguramente, convertiría a Irán en un Estado fallido.
Por el contrario, Washington ha respondido ante cada incidente con una constante escalada del conflicto. Empezando por sanciones económicas y, ahora, con este ataque.
Como lo afirma el reconocido experto en temas de defensa, el profesor norteamericano, W Lind esta política de su país no representa otra cosa más que:
“... la arrogancia del poder. Estamos jugando a ser un acosador abusivo (justo antes de que nos rompan la nariz), vagando por el patio en el recreo diciéndole a todos qué es lo que los demás deben hacer. No está bien.”
Si la Estrategia puede ser vista como un juego para lograr conexiones y evitar el aislamiento; los EEUU están conectando a todos contra ellos y aislándose. Sucede que con estas acciones se convierten en un Goliat, alguien a quien todos temen, pero al que, también, odian y al que busca una oportunidad para golpearlo y derrotarlo. Por lo que es muy probable que todo esto no termine bien.
1 comentario:
Excelente análisis, mi Coronel. Esperemos que no termine tan mal como se presume. Le mando un abrazo.
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