Los prejuicios antimilitares no son patrimonio exclusivo de la Izquierda

por Carlos Pissolito

Un antiguo prejuicio ideológico de la Izquierda, especialmente, de la radicada en la América del Sur, son sus profundas creencias antimilitares. Cuando, por el contrario, la historia nos muestra que todos los regímenes de ese origen fomentaron y gozaron de poderosas fuerzas armadas.

Se suma a ello, el hecho actual de que la vigencia de esas fuerzas es cuestionadas desde lo “políticamente correcto”. Entendido como la imposición de contenidos de discurso único favorables al multiculturalismo que rechazan como vigentes a los contenidos de la sociedad tradicional basados en la historia del Occidente cristiano.



Sin embargo, las usinas globales de esa ideología, originada en la denominada Escuela de Frankfurt, se encuentran radicadas, hoy, en la Universidad de Berkeley, California, EEUU y tienen poderosos intereses con la industria del entretenimiento basada en la meca del cine, Hollywood.

Como sabemos la doctrina de lo políticamente correcto es una ideología creada por Antonio Gramsci con la finalidad de derribar los prejuicios de las sociedades tradicionales mediante la promoción de la ideología de género que incluye la introducción de la educación sexual en las escuelas primarias. 

Probablemente, el hecho de que Gramsci y sus acólitos fueran cuadros de sus respectivos partidos comunistas haya contribuido a la confusión. Pero, nos debe quedar claro que tras el reacomodamiento geopolítico que sufrió el mundo tras la caída de la URSS, las usinas de lo políticamente correcto funcionan en Occidente. Mientras, que Rusia, a través de la conducción de Vladimir Putin, ha retomado la senda de la defensa de los valores tradicionales.

Más recientemente, lo sucedido en Rusia ha tenido una réplica similar en otros países, principalmente, en los EEUU bajo la presidencia de Donald Trump y en no pocos europeos como es el caso de la Hungría de Viktor Orban.

Volviendo a nuestra región, podemos afirmar que el snobismo, que es propio de nuestras clases dirigentes ha hecho, que tanto los partidos de la Izquierda y los de Centro, con la excepción minoritaria de unos pocos grupos de Derecha, admitan los contenidos de lo políticamente correcto en su agenda en lo atinente a la valoración negativa de sus FFAA.
Una situación que ha comenzado a cambiar, a partir de la elección de Jair Bolsonaro en Brasil y de sucesos similares en otros países de la región, como ha sido el caso de las recientes elecciones en Perú y las acciones del presidente de El Salvador. Pero, todas ellas, creemos que se encuentra ensombrecidas por su estrecha vinculación con grupos religiosos evangélicos.

Tal vinculación podría ser percibida como beneficiosa para esas sociedades y hasta por su propias fuerzas armadas, si es que no anticipara una confrontación en términos religiosos. Lo que no augura nada bueno. Ya que nuestra fuente de legitimidad política es, por el momento, el Estado nacional que nace a partir de la Paz de Westfalia (1648) como un intento de ponerle fin a las Guerras de Religión.

Cuando lo mejor sería que los gobiernos de la región, simplemente, adoptaran una actitud madura hacia sus respectivas FFAA, más allá de los prejuicios de su particular Izquierda y de las conveniencias de la naciente Derecha religiosa.