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martes, 4 de octubre de 2022

De la GEOPOLÍTICA del INTERÉS a la CRUZADA de la TEOLOGÍA de la HISTORIA






“Existen más cosas entre el cielo y la tierra que las que sueñas en tu filosofía.” 

William Shakespeare, Hamlet 



por Carlos Pissolito


San Jorge en una 
iconografía rusa

A modo de Introducción: Es un lugar común afirmar que toda guerra es librada por algún interés concreto. Es más, si es uno de naturaleza económica mucho mejor. Pero, el profesor de Historia de la Universidad de Jerusalén, Martin van Creveld, sostiene que: 

“Desde los tiempos de Cicerón hasta los de Tomás de Aquino y más acá, los pensadores más prominentes hasta cerca del 1.500 a. C. ni siquiera consideraron el uso de la fuerza armada por “interés” como una forma de legitimación”. (La Transformación de la Guerra)

Agrega que el primero en hacerse famoso por reivindicar la distinción entre la ética personal y la moral pública fue Niccolo Maquiavelo en el siglo XVI. Abriendo un debate que sigue hasta nuestros días. Una diferencia que en palabras del Conde de Cavour: “si hubiéramos hecho lo que hicimos por nosotros mismos en lugar de hacerlo por nuestra patria, que grandes delincuentes seríamos”. 

Por estos días, con la gran confrontación que está teniendo lugar entre Rusia y Occidente, podemos estar seguros que se han dado largas y sobradas explicaciones sobre los respectivos intereses de los actores. Por ejemplo, que Rusia tiene interés en restablecer el viejo Imperio zarista o que Occidente no quiere aceptar un desafío a sus intereses globales y que quiere mantener sus intereses en Europa; sólo por citar a los más repetidos de los dos principales contendientes. 

Pero, el discurso del presidente de la Federación Rusia en ocasión de la consagración de la anexión de cuatro regiones ucranianas tras sendos referéndums, pronunciado en el Salón San Jorge del Kremlin, el 30 de septiembre de 2022, parece romper con este molde de que la guerra que está conduciendo sea por algo parecido a un interés.

Concretamente, Putin enuncia que:

Para él, esta guerra es un desafío a todo el mundo, incluidos los propios países occidentales, es su afán por la destrucción de la Fe y que lleva al satanismo. Pues, como dijo el propio Cristo: “por sus hechos les conoceréis” y estos hechos ya son evidentes no sólo para Rusia sino para todo el mundo. Agregó que: “debemos proteger a nuestros hijos y a nuestros nietos de los terribles experimentos que pretenden destruir su alma”.

Con ello el primer mandatario ruso hace un perfecto acto de fe. Uno que no hubiera sorprendido a nadie antes del surgimiento del Estado Nación tras la Paz de Westfalia que puso fin a la Guerra de Religión en 1648.

Lo que debemos preguntarnos, ¿es lo de Putin un hecho aislado o responde a una tendencia ya iniciada por el islam y que como algunos anticiparan su renacimiento moderno; traería el resurgimiento no sólo de Mahoma sino, también, el de Cristo. Pero, no haya el manso maestro que enseña a poner la otra mejilla ante una ofensa; sino el de un Rey que bajará de los Cielos para reinar sobre las ruinas de este mundo. 

Está claro que antes del Estado moderno, digamos que varios unos miles de años atrás,  le pareció adecuado a varias civilizaciones, incluidas las más importantes que conocemos, como la egipcia, la griega, la romana, etc. librar guerras y despanzurrarse a piacere en nombre de sus respectivos dioses. 

La gran pregunta es qué nos depara el futuro al respecto.  ¿Seguiremos evolucionado como pretenden algunos hacia una suerte de hombre/máquina donde todo lo irracional -incluida la guerra- será desterrada y reemplazada por un deporte más o menos violento estilo “Rollerball” o “Los Juegos del Hambre”? O, por el contrario, descenderemos  a formas anteriores y bien conocidas, aunque olvidadas de ejercer nuestras enemistades.

Desarrollo: Antes de avanzar con la respuesta a la pregunta planteada es necesario especificar que, como todos sabemos, el futuro es algo que, aún, no existe y que por lo tanto, no puede haber un conocimiento cierto y científico sobre el mismo. Lo que no ha impedido, a lo largo y ancho de la historia humana, que se lo tratara de conocer de algún modo.

Esta natural necesidad, de la que han sufrido los decisores políticos y estratégicos ha inspirado al desarrollo de diversos métodos para lograrlo. Tanto que hay una diversidad de ellos. Por un lado, están aquellos que se reputan de modernos y que han apelado, por ejemplo, al estudio de la Historia; ya que siempre ha existido la teoría de que hay patrones históricos que se repiten y que ella misma se mueve en ciclos y de la que pueden extraerse “tendencias” y “escenarios”. Otros, han recurrido a los modelos matemáticos, ahora, asistidos por las supuestas bondades de la omnipotente y omnisciente IA.

Otros más tradicionales no han olvidado las artes antiguas; tales como el chamanismo, la interpretación de los sueños, la nigromancia (diálogo con los muertos), la astrología, la adivinación y la profecía. 

Cabe resaltar como conclusión parcial que los denominados métodos modernos no han probado tener una mayor asertividad que los despreciados antiguos. Baste citar como ejemplo, la dificultad metodológica que plantea la predicción de las condiciones meteorológicas más allá de unos pocos días. Ni que hablar de otras actividades en las que intervenga el azar o la voluntad humana como la Economía o la Política.  

Entre los métodos antiguos, nos interesa el de la profecía; ya que consideramos que se encuentra en la base de la nueva actitud asumida por el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin y que tiene un origen en la Biblia en sus libros, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. 

De la lectura de ellos se deduce que la Historia ha tenido un principio y que, en consecuencia, tendrá un final; pues su autor principal, no es otro más que el mismísimo Dios. Los textos bíblicos se expresan en un mensaje simbólico que es difícil de interpretar, aún, para los expertos. Pero, para el hombre de Fe es una clara hoja de ruta de lo que le depara el destino. 

Más precisamente, la profecía, “... es una visión y manifestación de futuros contingentes que exceden absolutamente a la inteligencia humana”.  En este sentido, se puede y se debe diferenciar entre profecía y pronóstico. Donde el segundo es una conjetura sobre el futuro a la que se ha arribado por algunas de las vías naturales señaladas más arriba. Por el contrario, en la primera, “...es Dios Quien revela y Quien, en definitiva, profetiza”, como nos lo explica el filósofo Alberto Caturelli en su libro: “El hombre y la historia”. 

De todas las profecías presentes en la Biblia, nos interesa especialmente, la denominada del Fin de los Tiempos, la que está anunciada en varios textos del Antiguo y del Nuevo Testamento. Pero que entre ellos se destaca “El Apocalipsis” del Evangelio según San Juan. 

Volviendo al tema que nos ocupa que es la nueva aproximación a la Geopolítica por parte de Vladimir Putin,  el Dr. Andrea Molle, un experto en Religión y RRII de la universidad estadounidense de Chapman,  nos dice que:

“En Occidente estamos seguros de que Putin invadió Ucrania únicamente por razones geopolíticas, estratégicas o económicas y olvidamos un factor fundamental de la política rusa contemporánea: la religión. Esto se debe a que, desgraciadamente, en Occidente la religión se considera un elemento irracional o, a lo sumo, una experiencia privada y, en cualquier caso, ajena a la dinámica de la política”. (Blog Dissipatio)

Por su parte, el filósofo ruso Alexandr Dugin y que pasa por ser uno de los inspiradores del pensamiento de Putin, afirma que: 

“Todas las religiones tienen una parte que trata del fin de los tiempos y de la batalla final. Los cristianos, al igual que los judíos y los musulmanes, asocian los acontecimientos de este ciclo con la Gran Guerra. Por otra parte, invariablemente, las tres religiones describen el Oriente Medio y los territorios vecinos como el lugar de la Gran Guerra, como el campo del Armagedón. Para los musulmanes, Damasco, la Mezquita de los Omeyas, es considerado el lugar donde se celebrará la segunda venida de Cristo.” (Blog Geopolítica RU)

A continuación de describir cómo cada una de las tres religiones abrahámicas coinciden en diversos sucesos proféticos, Dugin concluye que:

"Recientemente, hace uno o dos años, todas estas predicciones habrían provocado solamente un encogimiento de hombros, ¡un cuento de hadas! Pero… hoy en día: la sangre está siendo derramada en el Medio Oriente; se llevan a cabo operaciones militares alrededor de Damasco; los rusos no están meramente presentes, sino que luchan en Tierra Santa; el conflicto con Turquía ha comenzado y no puede excluirse que esto conduzca a una verdadera guerra. Desde una perspectiva escatológica, es hora de volver a los Santos Lugares, a Tierra Santa, a Constantinopla y a Kiev. La afirmación de que no estamos viviendo en los últimos tiempos parece ahora poco científica. Como dijo San Paisios: “¡Ya verás, ya verás!”.Y veremos.” (Idem.)

A modo de conclusión: Llegado a este punto, no tiene ningún valor interrogarse sobre la capacidad de las profecías o de cualquier otro método diseñado para predecir el futuro. Lo que sí tiene valor es si éstas o éstos tienen algún valor para el proceso de  toma de decisiones del líder político de quien se trate y lo más importante; es si lo tienen para el pueblo que le ha tocado conducir. Pues como dicen que dijo el gran Napoleón, “No creo en Dios, pero creo en la Religión”. 



1 comentario:

Anónimo dijo...

Gog&Magog