por Martin van Creveld
Cada vez que sigo los medios de comunicación, me sorprende la cantidad de mujeres que afirman haber sido engañadas y explotadas por esas criaturas endiabladamente inteligentes que son los hombres. Ahora se trata de un hombre que utiliza un nombre y fotografías falsas para desarrollar innumerables relaciones más o menos ilícitas con cualquier número de mujeres. De forma secuencial o simultánea, no importa. Ahora un hombre afirma ser dueño de una agencia de modelos o trabajar como fotógrafo de moda para lograr el mismo objetivo. Ahora finge ser un héroe de guerra, lo que le otorga prestigio ante los ojos de las mujeres. Ahora un psicoterapeuta o un médico, lo que le brinda la oportunidad de estar a solas con ellas, hablarles como a ellas les gusta que les hablen, palparlas y tal vez tener relaciones sexuales con ellas. Y ahora hacerles falsas promesas de todo tipo de trabajos remunerados en países extranjeros, sólo para esclavizar a sus víctimas cuando llegan.Hace años se publicó un volumen llamado "Mujeres que aman demasiado". Como han demostrado los experimentos en Tinder, muchas mujeres mantienen la relación incluso después de que el hombre en cuestión ha sido expuesto o confesado ser un delincuente, un pedófilo, un proxeneta o lo que sea. Tan tontas son muchas mujeres que, habiéndose acostado con un hombre, a veces les lleva diez, veinte o treinta años, además de asesoramiento psicológico, comprender que, en “realidad”, fueron violadas, abusadas o lo que sea. Justo cuando escribía este artículo, abriendo el principal periódico de Israel, me enteré de un hombre que supuestamente había “abusado de la situación mental de las mujeres para acercarse a ellas y obtener de ellas millones [de pesos]”.
A juzgar por los medios de comunicación, mientras que las mujeres nunca dejan de quejarse de los hombres, es relativamente raro que ocurra lo contrario. ¿Es eso porque los hombres son más inteligentes que las mujeres y tienen menos probabilidades de ser engañados? Francamente, lo dudo. Las hormonas sexuales se encuentran entre los persuasores más poderosos que existen. En personas de ambos sexos suelen tener prioridad sobre el cerebro, especialmente si las personas en cuestión también sufren de soledad o se encuentran en algún tipo de problema. Pregúntenle a Sísara, pregúntenle a Holofernes, quienes perdieron la vida a manos de mujeres traidoras. Por no hablar de la escena de "Bajos Instintos" (1992) donde una mujer utiliza un picahielos para matar a un hombre durante el propio acto sexual. Me inclino más a pensar que es mucho menos probable que los hombres se quejen de incidentes de este tipo. Y con razón, porque en caso de que se quejen, es mucho más probable que los conviertan en el hazmerreír o que les den la vuelta y los acusen de acoso o algo peor.
Una mujer que se siente engañada o explotada por un hombre normalmente puede abrir las canillas y dejar correr las lágrimas. Si es necesario puede incluso exponerse, como muchas lo han hecho a lo largo de la historia y muchas sin duda seguirán haciendo. Al hacerlo, puede contar con la ayuda tanto de los hombres (¿qué hombre no sueña con desempeñar el papel de salvador que luego recibe la recompensa adecuada?) como de sus hermanas feministas. No tan hombres. Como dijo un juez inglés del siglo XVII, Thomas Egerton: “No se sentaba allí para aliviar a los tontos o a los buitres, que no podían ocultar su dinero a sus esposas”.
Según sus propias declaraciones, las mujeres se dejan influenciar fácilmente. También son irremediablemente débiles, irremediablemente tontas e irremediablemente incapaces de resistir las depredaciones de esas criaturas malvadas, los hombres, que siguen burlándolas. Al reconocer esta situación, los abogados han ideado una estrategia, conocida como la defensa Svengali (en honor al personaje masculino principal de la novela de Maurier de 1895, "Trilby", que pretendía sacar a las mujeres acusadas del apuro echando la culpa a los hombres que las rodeaban). Cuanta "igualdad" puedan exigir esas criaturas, me supera.
Para evitar que surjan más problemas, he aquí una serie de propuestas que pueden ponerse en práctica de inmediato.
- Las mujeres deberían estar confinadas en el hogar. En caso de que salgan, sólo con permiso masculino y bajo escolta masculina.
- Todos los contactos de mujeres con hombres extraños deberían ser supervisados o suspendidos.
- Las mujeres deberían ser desterradas de las redes sociales y de todas las demás formas de comunicación electrónica. Su correo debería ser censurado.
- Para evitar que los hombres se aprovechen de ellas, se debería prohibir a las mujeres tener cuentas bancarias.
¿Crees que no se puede hacer? Puede. Basta mirar la historia. Y en Afganistán, por supuesto.
Traducción: Carlos Pissolito
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