COMENTARIO: No cabe duda que el Papa Francisco tiene una agenda muy compleja.
Dentro de ésta se destaca el tema del dialogo inter-religioso. Un dialogo que puede
tener grandes consecuencias geopolíticas. Como, por ejemplo, el acercamiento a la
Ortodoxia rusa y al Judaísmo. Acercamientos
en los que ya se han producido importantes avances. Por el contrario, el dialogo
con los Anglicanos ingleses parece no pasar por un buen momento.
El papa Francisco y las otras
religiones
Lo más interesante
del Papa Francisco tal vez no sea solo el hecho de que es el primer papa
latinoamericano, sino también que podría convertirse en el sumo pontífice más
comprometido con el dialogo interreligioso que se recuerde en tiempos
recientes.
Acabo de leer
su libro “Sobre el cielo y la tierra”, que publicó en 2010 junto con el rabino
argentino Abraham Skorka, y me impresionó la vocación del nuevo papa por
mejorar las relaciones con otros credos.
A la luz de lo
que dice el entonces cardenal Jorge Bergoglio en el libro de 222 páginas, que
fue publicado en Argentina y ahora probablemente se convierta en un best-seller
mundial, no resulta sorprendente que durante su discurso inaugural en el
Vaticano el martes hubiera tantas referencias a miembros de otras religiones.
En su primer
sermón como Papa en la Plaza de San Pedro, Francisco agradeció la presencia de
los dignatarios de la Iglesia Católica Romana, de los representantes de la
comunidad judía y de otros grupos religiosos, y de los jefes de estado y de
gobierno, en ese orden.
En
comparación, no hubo referencia alguna a miembros de otras religiones en el
sermón inaugural del papa Benedicto XVI el 24 de abril de 2005. (Aunque, para
ser justo, hay que decir que el Vaticano empezó a mejorar gradualmente sus
vínculos con otras religiones durante los papados de Juan XXIII, Juan Pablo II
y Benedicto XVI.)
Entre las
150,000 personas que se congregaron en la plaza para la asunción de Francisco
se contaban grupos de la iglesia cristiana ortodoxa —incluyendo a su líder
Bartolomé I, el primer patriarca de esa iglesia que asiste a una asunción papal
en casi 1.000 años—, así como muchos rabinos, imanes y pastores evangélicos.
En su libro,
un diálogo con Skorka acerca de religión, el holocausto, la política y varios
otros temas, Bergoglio recuerda con orgullo sus iniciativas para construir
puentes con otros líderes religiosos durante sus años como Arzobispo de Buenos
Aires.
Además de ser
huésped frecuente en las sinagogas judías y de invitar a rabinos a las misas
católicas, de conducir un programa con Skorka en un canal de la iglesia y de
participar en ceremonias en memoria de las víctimas del holocausto, Bergoglio
cambió el protocolo en las ceremonias oficiales de Te Deum, con el objeto de
reconocer la presencia de líderes de otras religiones.
En Argentina,
un país constitucionalmente católico apostólico romano donde usualmente los
presidentes asisten a un Te Deum los días de fiesta nacional, era tradición que
el Arzobispo de Buenos Aires escoltara al presidente a la salida de la iglesia
después de la ceremonia.
“Todos
ustedes, los religiosos de los demás credos, quedaban solos en un sitio, eran
como muñecos de exposición. Cambié esa tradición: ahora el presidente sube y
saluda a todos los representantes de los credos,” le dice Bergoglio al rabino
en el libro.
Bergoglio
también fue un invitado frecuente de las misas cristianas evangélicas, y de las
ceremonias religiosas islámicas.
En el libro,
Bergoglio recuerda hacer sido criticado por algunos miembros de su propia
iglesia por haberse arrodillado delante de 7,000 asistentes a una misa
evangélica oficiada en el estadio Luna Park de Buenos Aires. Días más tarde,
una revista tituló que el Arzobispo de Buenos Aires había traicionado a su
Iglesia.
“Para ellos,
rezar con otros era un acto de apostasía”, recuerda Bergoglio, refiriéndose a
los autores del artículo. “Cada cual reza según su tradición. ¿Cuál es el
problema?”
Explicando las
razones de su vocación por mejorar los lazos con otras religiones, Bergoglio
explica que el cree en el dialogo, y que el diálogo implica “que el otro tiene
algo bueno para decir”.
En otra parte
del libro, Bergoglio explica que la globalización no debe ser como una bola de
billar, con una superficie uniforme, sino que debe tener “la figura de un
poliedro, donde todos se integran, pero cada cual mantiene su peculiaridad que,
a su vez, va enriqueciendo a las otras”.
Mi opinión:
Sería fantástico que Francisco aplicara la misma apertura a problemas tales
como la sexualidad, los preservativos —está en contra de ellos, incluso en el
contexto de luchar contra el sida—, y otros problemas sociales.
Pero en un
mundo en el que la religión ha sido causa de tantas guerras —y lo sigue siendo
—el diálogo interreligioso que practico Francisco en Argentina es una buena
noticia. A diferencia de sus mas recientes predecesores, Francisco se crió en
un ambiente de convivencia entre varias religiones. El dialogo inter-religioso
para él no es solo un ejercicio intelectual, sino vivencial.
Seria
buenísimo si Francisco hace a escala mundial lo mismo que hizo en Buenos Aires
con otros líderes religiosos, y si sigue respondiendo a quienes lo critican por
ello con un simple: “¿Cual es el problema?”
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