La Política y la Estrategia son dos ciencias en que lo importante es el contexto. Vale decir que más allá de los principios teóricos que las gobiernan, son relevantes las circunstancias concretas del aquí y del ahora. Esta características las cualifica a ambas -propiamente- como ciencias prácticas, en las cuales no hay nunca una certeza absoluta, como sucede con la teóricas; sino una que se deriva de la recta intención de quien toma las decisiones políticas y estratégicas. Pero, como los resultados de ellas no son inmediatos, sino que desenvuelven sus consecuencias, plenamente, en el futuro. Quien las toma, los hace siempre bajo un alto nivel de incertidumbre y con la posibilidad cierta de haber optado por una mala y fracasar.
Puestas así las cosas, vemos que, tanto el contexto regional como el internacional, han pasado a ser, hoy, algo muy relevante para nuestro país.
Podemos comenzar con la situación regional. Caracterizada, por un lado por la reciente devaluación del Real; y por el otro, acompañada por sendas crisis políticas en Brasil, en Chile y en Venezuela, solo por mencionar a las más importantes. Todos aspectos que no pueden augurar otra cosa que no sea problemas para nosotros.
Para seguir podemos decir que la actual crisis económica china, recién comenzada y aún en desarrollo, también tendrá consecuencias negativas para nosotros. Dada la gran conexión de nuestra economía, en varios rubros, con la del gigante asiático.
Para colmo de males, vemos que las interconexiones existentes entre el contexto regional -uno también muy cercano a la economía china- y el global producirán una mutua potenciación de los efectos producidos `por ambos fenómenos.
Finalmente, vemos que la situación nacional, caracterizada por un progresivo atraso cambiario, sumado a un creciente déficit fiscal, a una larga recesión y a una persistente inflación, no nos coloca en condiciones aptas para absorber, sin mayores consecuencias, las características negativas del contexto regional y global. Todo lo contrario, creemos que nos colocan en inmejorables condiciones para sufrir una crisis de magnitud.
Llegado a este punto, y ante el casi determinismo de la ocurrencia de las consecuencias negativas expuestas; solo cabe preguntarse por el cuándo. Es decir, el momento exacto en que las mismas harán eclosión poniendo al sistema nacional en crisis. Al respecto, un cínico bien podría especular si ello se producirá a finales de este gobierno o al principio del próximo. Solo el tiempo nos dará la respuesta correcta. Pero, admitiendo, que quien se anticipa al futuro es quien mejor preparado se encontrará para enfrentarlo.
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