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viernes, 13 de noviembre de 2015

Debate presidencial: los temas que faltan: Defensa y RREE.


http://ciudadanodiario.com.ar/debate-presidencial-los-temas-que-faltan/







Emilio Magnaghi

Un viejo, muy conocido y por sobre todo astuto político argentino, Juan Domingo Perón, solía sostener que la verdadera política era la internacional. Que la doméstica solo bailaba al son de la primera. Más allá de esta sentencia. Creo que hoy vivimos la triste experiencia  de haber sido gobernados por una administración, que se dice peronista, pero que ha olvidado esta sabia máxima de su fundador. También, este líder sostenía que la defensa debía ser el brazo armado de nuestra política exterior. Y que la primera estaba lejos de ser una tarea exclusiva de los militares.
Lamentablemente, nos enteramos que entre los temas que discutirán los candidatos presidenciales en su último debate antes del decisivo balotaje, no se encuentran ni las relaciones exteriores ni la defensa.
En cuanto, al primer tema, el de las relaciones internacionales, sabemos que hoy estamos más aislados que nunca. Lejos de nuestros tradicionales aliados y hasta en malos términos con nuestros vecinos. Los que cada tanto se quejan resignadamente de nuestra actitud.  Me pregunto: ¿Si no nos habremos convertido, acaso, en un país tan imprevisible, aún para nuestras más antiguas relaciones?
También, sabemos que nuestras fuerzas armadas se encuentran en un estado lamentable. Con su personal desmoralizado, su doctrina desactualizada y con su material en malas condiciones.
No se trata aquí de hacer una crítica pormenorizada sobre lo actuado por esta administración en lo atinente a nuestras relaciones internacionales o a su política de defensa. Por lo demás, es una que se encuentra muy próxima a terminar su prolongado ciclo.



Simplemente, quiero llamar la atención respecto de que estos temas. Los que, aparentemente, no estarán en la agenda inmediata de quienes, hoy, son los dos candidatos a ocupar la primera magistratura de la República. A ambos les digo que cualquiera de ustedes que resulte electo podrá tomar las decisiones que considere más correctas en esta vitales áreas. Estará en todo su derecho. Lo que no podrá hacer nunca será sustraerse de sus consecuencias.
En el sentido de lo señalado, toda resolución política implica un conocimiento previo. Nadie decide bien si antes no conoce la realidad sobre la que desea operar. Esta ha sido y sigue siendo la cuestión de fondo. Esta administración ha errado en su visión sobre la Argentina, sobre su lugar en nuestra región y en el mundo. Esperemos que la próxima pueda rectificar este derrotero. Pero, nada nos librará de enfrentamos a las malas consecuencias de las decisiones ya tomadas.
No voy a contar una historia que todos saben. Pero es necesario remarcar algunos hitos para entender cuáles deberían ser las bases de una política exterior y una de defensa sana.
Hay sucesos que cambiaron el mundo para siempre. Por ejemplo, la caída del Muro de Berlín que nos trajo la globalización. Caracterizada, inicialmente, por la euforia producida por el creciente auge de los gobiernos democráticos y por un mayor flujo comercial internacional que parecían poner fin a una larga era de enfrentamientos. Después, de esta embriaguez, los atentados terroristas del 11 de setiembre del 2001 nos transportaron de vuelta a los conocidos espacios de la desconfianza mutua.
Si a fines de los años 80 presenciamos el fin de la Guerra Fría y asistimos al surgimiento de los EE.UU. como la única hiperpotencia. Con el 11S fuimos testigos del fin de esa supremacía. La crisis financiera del 2008 pareció certificar en el campo económico esta declinación. Hasta llegar a hoy. Un tiempo presente en el que dudamos si estamos ante una nueva Guerra Fría. O ante otra cosa que no atinamos a bautizar correctamente.
De lo que sí estamos seguros es que hoy vivimos en un mundo mucho más complejo que al que conocíamos solo hace algunos años atrás. Uno que nos exige pensar nuestro posicionamiento internacional y una política de defensa acorde con creatividad, pero por sobretodo, con prudencia y con firmeza. Ya no nos alcanza con creer que el tradicional excepcionalismo argentino nos preservará, como casi siempre, de todo mal proveniente del exterior.
Para colmo de males, todos estos cambios geopolíticos están ocurriendo en medio de una revolución en las comunicaciones que está transformando la vida social. La que ha hecho que este mundo se haga cada vez más pequeño –tanto en lo temporal como en lo espacial-y que los cambios se aceleren, a la par de que induzcan a conductas cada vez más uniformes.
Mucho se podría seguir argumentando. Hay expertos más capacitados que yo para hacerlo. Solo le pido a quien sea electo presidente que los convoque a ellos cuando se trate encontrarle la solución a un tema específico. Sin ataduras partidarias y solo guiado por la excelencia de la labor de los convocados.
Pero, siempre desde una lógica del sentido común. Que es la que me caracteriza. Una que privilegie, por sobre todas las cosas, la custodia de nuestros intereses vitales y el bienestar y la seguridad de nuestros conciudadanos.

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