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domingo, 1 de mayo de 2016

Hundimiento del Belgrano: lecciones no aprendidas.

















por Carlos Pissolito

Mañana se cumplirán 34 años del hundimiento del crucero ARA “Grl Belgrano” por parte del submarino nuclear de ataque HMS “Conqueror”.

Este importante incidente marcó el fin de las negociaciones de buenos oficios que llevaba adelante el Presidente de Perú, Fernando Belaúnde Terry para evitar un conflicto armado entre la Argentina y la Gran Bretaña en ocasión de la recuperación de nuestras Islas Malvinas.

En todos estos años se ha discutido si fue un acto de guerra lícito por parte de Gran Bretaña el mencionado hundimiento, cuanto que el buque estaba fuera de la Zona de Exclusión Total (ZET) decretada por ese país.

Ante la ausencia de eventos oficiales, y de la prensa en general para recordar estos hechos, me propongo realizar unas breves reflexiones para reivincicar la memoria de quienes murieron en ese acto bélico en cumplimiento de su sagrado deber militar. Pues, considero que el extraer las correspondientes lecciones aprendidas, como el mejor de los homenajes posibles.
Empiezo diciendo que de todo hecho bélico, especialmente, de uno desafortunado, se pueden y se deben extraer valiosas experiencias. A mi criterio, estas deberían ser las siguientes:

1. Lecciones políticas: Si bien el hecho se produce efectivamente fuera de la ZET decretada por la Gran Bretaña, sucede dentro del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (TOAS), establecido legalmente por las autoridades argentinas.

Si tenemos en cuenta que un TO es el espacio fijado por la política para el desarrollo de operaciones militares. Vemos  que se debe tener en cuenta que se trató de un hecho que tuvo lugar en lo que para el agredido (es decir para nosotros), era nuestro teatro de operaciones.

Por lo tanto, debe ser considerado como un acto de guerra lícito. Por otro lado, esta ha sido siempre la posición oficial de nuestra Armada.

2. Lecciones psicológicas: La historia de la guerra enseña que las fuerzas militares de la Gran Bretaña cada vez que tuvieron que usar la violencia trataron de hacerlo bajo el amparo de un paraguas legal. Aunque, en no pocas veces, la interpretación de ese marco legal pudiera ser catalogada de forzada y hasta de parcial. Por otro lado, casi siempre respaldaron sus dichos políticos con acciones militares.

Por lo que cualquier apreciación en el sentido de que no intervendrían militarmente o que usarían sus medios militares solo como un elemento disuasivo renuente de pasar a los hechos concretos; debió ser descartada de plano, desde un principio. Y en consecuencia, nuestras fuerzas debieron haberse preparado y alistado para el peor de los supuestos. Vale decir, la guerra.

3. Lecciones físicas: Todo comandante de una fuerza militar, buque, aeronave, etc. que deba desplazarse -ya sea dentro de un TO o en las proximidades de uno o durante una crisis, mucho más aun durante un conflicto; lo tiene que hacer con todos sus medios de combate alistados para actuar en forma inmediata.

La imprecisión y la incertidumbre que generan estas situaciones no debe traducirse en el relajamiento de estos procedimientos; sino en todo lo contrario.

Tal como parece haber ocurrido por expresa orden de su capitán, quien había ordenado navegar a baja velocidad y con buena parte de su tripulación descansando. Cuando se sabía de la presencia de submarinos enemigos y de lo volátil de la situación.

Hoy, cuando merced a una resolución de la ONU, vemos notóriamente extendidas nuestras fronteras marítimas. Y nadie parece preocuparse por nuestra carencia de medios para controlarlas en forma efectiva.

Les pido que no volvamos a repetir estos errores para que quienes entregaron su vida no lo hayan hecho en vano. 

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