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miércoles, 23 de noviembre de 2011

La Contrainsurgencia Ha Muerto: El Ejército de los EE.UU. Debe Colocar la Estrategia por sobre la Táctica.

Traducción del artículo: "COIN is Dead: U.S. Army Must Put Strategy Over Tactics", del Coronel Gian P. Gentile (1).

           Tal vez no haya una mejor medida del fracaso de la estrategia de los Estados Unidos en la última década que el hecho de que tanto en Irak como en Afganistán, los objetivos tácticos han sido usados para definir la victoria.  En particular, ambas guerras han sido caracterizadas por la obsesión de abarcar todo con los métodos y tácticas de la contrainsurgencia. Por cierto, las tácticas de contrainsurgencia requieren perspicacia política y cultural para reconstruir los gobiernos y economías de los países de las naciones que la sufren. Pero entender los aspectos políticos de las tácticas de contrainsurgencia es fundamentalmente diferente a entender los objetivos políticos fundamentales de los Estados Unidos y definir así una estrategia de costo-beneficio para alcanzarlos.  Si se quiere evitar repetir los errores de la década pasada, el pensamiento estratégico de los Estados Unidos debe recuperar  la habilidad para relacionar las campañas operacionales de costo-beneficio con los objetivos políticos fundamentales, mientras toma en consideración la política norteamericana y la voluntad popular.

          En la guerra, los resultados importan. Y en Irak y en Afganistán, la brecha entre los resultados prometidos y los realmente obtenidos es enorme. En Irak, Al Qaeda continúa ejecutando numerosos y mortíferos ataques cada mes contra las fuerzas de seguridad iraquíes. Los aspectos políticos fundamentales que dividen a las poblaciones étnicamente sectarias  del país, todavía están por ser resueltos y los Estados unidos dejarán el país con su adversario regional, Irán, sentado en el asiento del conductor. Afganistán parece dirigirse por el mismo camino. Infortunadamente, estos resultados reales han sido oscurecidos por las falsas promesas de los métodos tácticos de la contrainsurgencia.

          Antes que ver a los 10 años pasados en combate en Irak y Afganistán como un potente recordatorio de la complejidad de la guerra y, más importante, de los límites que la misma puede alcanzar,  las fuerzas armadas de los Estados Unidos han abrazado la idea de que mejores tácticas pueden superar serios defectos en los niveles estratégico y político. El antiguo estratega chino Sun Tzu dijo hace miles de años que: “la estrategia sin táctica es un lento camino hacia la victoria,” pero  que la: “táctica sin estrategia es el ruido antes de la derrota.” A pesar de ser todavía relevante, la brillante formulación de Sun Tzu de la relación entre la táctica y la estrategia no puede ser encontrada en ningún lugar en el pensamiento estratégico norteamericano actual.

          El Ejército de Estados Unidos tiene la necesidad fundamental de un razonamiento sobre estrategia, uno que mire críticamente a los 10 últimos años de guerra y haga preguntas importantes acerca de los métodos operacionales empleados. Desafortunadamente, la única cosa de la que el Ejército parece capaz de hablar es de tácticas de contrainsurgencia, bajo la imperfecta suposición  de que la contrainsurgencia ha funcionado en Irak y en Afganistán. Las narraciones triunfalistas sobre contrainsurgencia permiten a los Estados Unidos presentar su retirada de Irak y eventualmente de Afganistán,  como una aparente victoria. Pero la realidad en ambas guerras es que, a pesar del mucho dinero gastado y de las numerosas buenas personas muertas y heridas, eventualmente nos retiraremos sin haber alcanzado ninguna ganancia estratégica apreciable. Sin embargo, algunos prominentes líderes militares y políticos norteamericanos continúan creyendo que las operaciones en Irak y en Afganistán ofrecen algún tipo de rico tesoro en  lecciones para la guerra futura.
          El pasado reciente confirma lo que sabemos de la historia, aquello que el General norteamericano Matthew Ridgway expresó en 1905: “El propósito principal de un ejército es estar preparado para combatir efectivamente en todo momento.” El Ejército de los Estados Unidos debe estar orientado  por sus conductores políticos a ejecutar un  “amplio espectro de misiones,”  incluyendo la conducción de operaciones de contrainsurgencia y el actuar como una fuerza policial en una ocupación en el extranjero. Pero primero  y más importante, antes que nada, el Ejército debe estar listo para combatir eficazmente en todos los niveles de comando. Esto, y no la búsqueda de lecciones de valor estratégico de los últimos 10 años de guerra de contrainsurgencia, debe ser el principio rector para los líderes del Ejército cuando miran al futuro.
          Las futuras amenazas para las fuerzas terrestres prometen ser altamente  letales, variando desde una guerra de un Estado contra otro Estado, una guerra híbrida hasta  una guerra de guerrillas de baja intensidad. Fuerzas para acciones policiales basadas en infantería  ligera y optimizadas para guerras como la Irak y la Afganistán serán altamente vulnerables y suceptibles de sufrir una destrucción catastrófica en este letal ambiente futuro. En cambio, los campos de batalla terrestres futuros, demandarán una fuerza terrestre constituida alrededor de los pilares de poder de fuego, protección y movilidad. Más aún, esta fuerza terrestre futura necesita ser capaz de moverse y combatir en operaciones dispersas y en una época donde el acceso a armas de destrucción masiva hace a una fuerza terrestre que se concentra, vulnerable a la aniquilación. Mucho tiene que cambiar en orden a la transformación del Ejército y a la Infantería de Marina en  formaciones terrestres de este tipo, pero esa  transformación es crítica, y no será alcanzada si los pensadores militares permanecen obsesionados con tácticas de contrainsurgencia.
          Para constituir formaciones terrestres norteamericanas para un futuro impredecible, las operaciones de contrainsurgencia en Irak y en Afganistán ofrecen muy pocos indicadores estratégicos. Decir lo contrario es conducir  al Ejército y a la Infantería de Marina de los Estados Unidos a la irrelevancia estratégica para los años y décadas futuras.
                                                                                                                               Traducción: J.L.U.


(1) Gian P. Gentile es un coronel en actividad del Ejército de los  Estados Unidos y posee un doctorado en historia de la Universidad de Stanford. En 2006 comandó un batallón de combate en Bagdad Occidental, Irak. Los puntos de vista expresados acá son personales y no reflejan la visión oficial del Ejército de los Estados Unidos, del Departamento de Defensa ni del Gobierno de estados Unidos.

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