Nos enteramos por los mass
media, con pocos días de separación, que las fuerzas armadas de los EEUU
han hecho uso de los denominados misiles inteligentes y de la bomba más grande
que tienen en sus arsenales.
No pocos analistas bien informados no dejan de sorprenderse
de la poca precisión de las primeras- es decir de las supuestamente
inteligentes y de los daños colaterales producidos por la segunda, la grande.
A ellos les decimos que nada ha cambiado y que desde un
principio ha sido siempre así. Veamos.
Cuando a principios del Siglo XX, Italia invadió Libia, lo
hizo con 13 aviones y varios dirigibles entre sus sistemas de armas. Esta
pequeña fuerza aérea logró, desde un primer momento, lo que los técnicos denominan como el "control
del espacio aéreo" . No era de extrañar, pues los
libios carecían tanto de máquinas voladores como de armas para derribarlas.
Con esta libertad de movimiento a su favor los italianos se
dedicaron a realizar misiones de reconocimiento aéreo, dejaron caer granadas de
mano desde sus dirigibles y otras tareas afines desde el aire.
Pronto, los invasores, pese a su dominio absoluto del aire,
debieron multiplicar sus tropas de infantería sobre el terreno. Y lo que sería
una campaña relámpago se prolongó por 21 años y las 10.000 tropas iniciales se
transformaron en un cuarto de millón.
El poder aéreo actual ya no se compone de desvencijadas
máquinas hechas de madera, alambre y tela. Lo conforman una formidable familia
de jets de alta performance, satélites, misiles de crucero y vehículos no
tripulados, todos usando sensores sofisticados que los guían hacia sus a sus blancos.
Pese a todos estos cambios tecnológicos los resultados de
las nuevas campañas de Irak, de Afganistán y de Siria parecen no ser muy distintos
que los logrados por el Mariscal Rodolfo Graziani, quien fuera apodado como el "Carnicero de Fessan", en esa lejana campaña libia.
¿Se estará repitiendo la historia? Le dejamos a usted
estimado lector la respuesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario