http://www.mdzol.com/nota/739699-putin-el-otro-trump/
Es el último gran texto sobre el presidente ruso, escrito por el que fuera corresponsal de The New York Times en Moscú. Ya está en español. Vida y obra.
El periodista norteamericano Steven Lee Myers ha sido tocado por el fenómeno Vladimir Putin, más allá de los reportes que envió desde Rusia. Incluso no vive ni trabaja más allí. Pero su paso no ha sido en vano. Y se propuso develar aspectos de la vida del actual presidente, al que hasta por idiosincrasia cultural, sus compatriotas lo entienden como un todopoderoso, al estilo de los zares de hace poco más de un siglo.
El libro va desde la posición de Putin durante el desmantelamiento de la Unión Soviética, en el período posterior a la Guerra Fría, y su consolidación en el trono de poder que signa a la Moscú de nuestros días. Myers también propone una discusión para su país: recorre el camino de cómo cada presidente estadounidense ha intentado sin éxito reestablecer las relaciones con Rusia desde la Guerra Fría. Nadie podría haberlo imaginado: Putin apostó por Trump y quizá sea la alianza más sólida entre ambos países en décadas. Igual, el libro no cae en la ingenuidad de esta sinergia entre los dos.
La teoría de Myers es que Putin quiere restaurar la posición de Rusia como una superpotencia global, y retornar al respeto que imponía como estado cuando era la Unión Soviética. A pesar de que China es un aliado natural de Rusia en neutralizar la dominación del mundo americano, China no comparte las mismas ambiciones geopolíticas que Rusia y, dada la posición de China, la situación económica actual es el mejor interés de China por mantener relaciones positivas con los Estados Unidos.
Putin es un hombre condenado a vivir tiempos históricos, desde el comando del tablero del control. Su historia pública comienza en Dresde, en el otoño de 1989, en los últimos días de Alemania Oriental. Y presenció en cuerpo y alma la noche en que miles de manifestantes asaltaron la sede de la Stasi en la ciudad. Una vez que terminaron de saquear las oficinas que habían inspirado tanto terror, dirigieron su enojo hacia la calle en especial hacia el KGB. El entonces teniente coronel Putin comprobó el frío de cuando "Moscú calla".
Sorprendido por la debilidad de la Unión Soviética, que ni siquiera podía defender los documentos sensibles dentro del edificio, decidió tomar el asunto en sus propias manos. Vestido con su uniforme militar pero sin pistola, sin órdenes y sin respaldo, salió a la puerta donde la multitud se había reunido.
Y como en un western vociferó: "Esta casa está estrictamente vigilada. Mis soldados tienen armas. Y yo les di órdenes: Si alguien entra en el recinto, deben abrir fuego". La amenaza alcanzó para que los manifestantes se dispersaran.
Según el corresponsal, a Putin le encanta referirse a esta historia. Pero también es una gran herramienta para descifrar lo que impulsa al hombre que ha gobernado por completo a Rusia durante los últimos 15 años "Un hombre que representa a su país, que representa la estabilidad y el orden, se opone al caos de la calle. Un hombre que todavía cree en el poder único del Estado personifica su soberanía y su prerrogativa de defender sus intereses. Un hombre que encarna la autoridad calmada y medida resiste el oleaje emocional de la gente enojada, y entiende que la apariencia de contundencia y obstinación puede ser tan poderosa como una demostración real de fuerza".
¿Qué quiere Putin? ¿Está tratando de restaurar el imperio soviético? ¿Es todo sobre el petróleo y maximizar la posición de Rusia como un petro-poder? Tal vez la corrupción y el amiguismo son sus objetivos finales, ya que se enriquece a sí mismo y al estrecho círculo de amigos de su natal San Petersburgo. Tal vez nunca dejó de ser un KGB, analiza el periodista. "¿Es la megalomanía una respuesta, la autoestima de un hombre que le gusta ser fotografiado a pecho descubierto a caballo? ¿O los pronunciamientos moralistas sobre Rusia como una Tercera Roma, salvando un mundo occidental caído?".
Hay un poco de verdad en cada una de estas perspectivas, afirma Myers. Pero lo que obtiene tan bien su biografía completa - la más informativa y extensa hasta ahora en inglés - es que en el fondo Putin simplemente siente que él es el último hombre entre el orden y el caos. En lugar de una teoría unificada de Putin, lo que ofrece Myers es el retrato de un hombre que va de crisis en crisis con un solo objetivo: proyectar fuerza.
En nombre de la gran estabilidad, ha consolidado el poder en su propia persona de una manera asombrosa. En sus dos primeros términos, de 2000 a 2008, derribó a los oligarcas, recobrando así el control total de los medios de comunicación y orquestando la desintegración de Yukos, la petrolera gigante (y encarcelando a su jefe ejecutivo, Mikhail Khodorkovsky), devolviéndo dos importantes fuentes de energía para el Estado. Sus leales amigos ahora dirigen la mayoría de las industrias importantes de Rusia. La democracia sin restricciones también señaló el camino al caos, y así desarrolló algo que sus consejeros llamaron "democracia administrada", proporcionando sólo la apariencia de la voluntad popular. Los partidos de oposición fueron castrados y los rusos perdieron la capacidad de votar en elecciones directas para elegir gobiernos locales o regionales. "El pueblo ruso está atrasado", dijo una vez Putin a un grupo de periodistas extranjeros. "No pueden adaptarse a la democracia como lo han hecho en sus países. Necesitan tiempo".
El libro de Myers termina con quizás los mejores ejemplos del poder total de Putin: en rápida sucesión, los Juegos Olímpicos de Sochi y la conquista de Crimea a principios de 2014. En la mente de Putin, él domesticó la naturaleza y cambió las fronteras para la gloria de Rusia. Pero si ha construido su gobierno autocrático sobre la necesidad de derrotar a los bárbaros en la puerta, aplastando a todas las otras fuentes de poder en el país, ¿cómo justifica el hecho de que no hay nadie y ningún partido que pueda reemplazarlo? La sociedad civil ha sido diezmada y el sistema parlamentario se ha convertido en una broma. La lectura de esta biografía aclara que ahora mismo Putin representa el caos que tanto aborrece.
Vladimir Putin ha sido designado por la revista Forbes como la persona más poderosa del mundo por cuarto año consecutivo. De origen muy humilde, vivió con sus padres en un apartamento comunitario (kommunalka) hasta los 25 años. Según Myers, contó con el apoyo del alcalde de San Petersburgo, Anatoli Sobchak, de quien fue teniente de alcalde, y del presidente ruso, Boris Yeltsin, en su ascenso.
Siempre se movió por un principio, según un allegado: "Recuerda siempre la lealtad y jamás perdona la traición". Yeltsin decía de él: "Otros prometen mucho. Putin logra resultados".
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