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martes, 20 de enero de 2015

La más grave crisis en 30 años.



http://www.lanacion.com.ar/1761435-crisis-internacional-institucional-y-politica

Crisis internacional, institucional y política.


Por Rosendo Fraga |  Para LA NACION

La muerte del fiscal Nisman pone a la Argentina frente a una crisis sin antecedentes, en la que convergen la política exterior, el funcionamiento institucional y la situación política.

El mismo fin de semana que murió el fiscal, y como informó LA NACION ayer, en un lugar alejado como los Altos del Golán, en territorio sirio, un misil israelí dio muerte a cinco dirigentes de la organización terrorista islámica chiita Hezbollah. Uno de ellos, Jihad Mughniyah, era el hijo menor de Imad Mughniyah, quien, como jefe de operaciones de dicha organización, fue requerido por la Argentina vía Interpol, acusado de haber participado en los atentados contra la embajada de Israel en 1992 y la AMIA en 1994, hasta que en febrero de 2008 resultara muerto en un atentado explosivo en la capital de Siria.

Si bien América latina es la región del mundo menos involucrada en el conflicto en torno al terrorismo fundamentalista islámico, la Argentina es el país latinoamericano que está más vinculado al mismo.

En el cuarto de siglo que va desde la llegada de Menem al poder, en 1989, y el fin del segundo mandato de Cristina Kirchner, el involucramiento de la Argentina en este conflicto ha sido una constante. La vinculación de Menem con Siria, la de la Presidenta con Irán, el hecho de que ambos países musulmanes hayan sido durante todo este período firmes aliados dentro del islamismo chiita y que ambos a su vez hayan apoyado a Hezbollah son la clave de este involucramiento.




Por esta razón, la crisis que ha generado la denuncia del fiscal Nisman sobre el encubrimiento de la participación de Irán en el atentado de la AMIA por parte de la Presidenta, el canciller, un legislador oficialista y dos militantes del kirchnerismo -potenciada ahora por la muerte del fiscal el día antes de ir a declarar ante el Congreso- es la de mayor envergadura que ha tenido el país a partir de un hecho derivado de las relaciones internacionales en este período.

Al mismo tiempo, se trata de una crisis institucional que tiene lugar durante el peor momento de la relación entre el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial que se haya registrado desde el restablecimiento de la democracia en 1983. Que el titular del Ejecutivo sea acusado por un fiscal que ha llevado durante una década la investigación de la causa AMIA de encubrir a Irán en su responsabilidad en un grave atentado terrorista ocurrido en su propio territorio, y también de intentar crear pistas falsas, es un hecho de grave entidad institucional. Pero también lo es que el fiscal haya muerto antes de informar al Congreso y después de haber dicho que su vida corría peligro, si bien será la Justicia la que determine las características y el móvil del hecho, más allá de que desde el Gobierno se insinuó que se trató de un suicidio.

También tiene alcance institucional que detrás de la última denuncia de Nisman se encuentre también un conflicto sin precedente en los servicios de inteligencia, que hizo crisis el mes pasado, cuando la Presidenta removió a la cúpula de la Secretaría de Inteligencia y realizó una purga de agentes y funcionarios, entre los que estaban quienes habían investigado con Nisman la vinculación de Irán con el atentado de la AMIA. Entre la denuncia del fiscal y su muerte, el Ejecutivo pasó a retiro a estos agentes que ya habían cesado en sus funciones.

Pero la crisis también tiene una faz política, que se desarrolla ya iniciado el último año de los doce y medio que gobierna el kirchnerismo, que es el último de los ocho de los dos períodos presidenciales de Cristina. En este ámbito se materializa lo que en política se denomina "imponderable", hechos que surgen imprevistamente y que por esta causa no se pueden medir o calcular.

Un mes atrás, el 20 de diciembre, podía todavía temerse que sobre el fin de año una nueva ola de saqueos alterara la paz social; también, calcularse la volatilidad económica como un factor que podía irrumpir en los meses del verano, como ha sucedido en uno de cada tres años de las últimas tres décadas, incluido el pasado; también podían esperarse informaciones provenientes del exterior en función del "discovery" que la Justicia estadounidense ha dado a los holdouts para obtener información que puede alcanzar a supuestos bienes de la familia Kirchner en el exterior a nombres de empresarios afines; podían esperarse nuevas alternativas en las causas de corrupción que se siguen en la Argentina, que están avanzando sobre la familia presidencial; incluso la salud de la Presidente es un hecho siempre presente en los últimos tiempos en la política argentina. En resumen: se trataba de posibilidades. Pero que antes de finalizar el primer mes del último año de gobierno iba a generarse una crisis de esta envergadura alrededor de la causa AMIA, que involucrara las relaciones internacionales del país, la situación institucional y la política, no estaba un mes atrás en ningún cálculo. La política suele construirse sobre los imponderables y hoy la Argentina se encuentra frente a uno singular.

En un año de elecciones presidenciales, en principio esta crisis parece presentar más ventajas para la oposición que para el oficialismo, y lo electoral no estará ajeno a las alternativas que se han abierto en menos de una semana, pero que llevará tiempo cerrar. Posiblemente, el demorado capítulo final de la historia de Argentina y el terrorismo fundamentalista islámico podrá cerrarse ya con quien gane las presidenciales de octubre, durante el próximo período presidencial.

Finalmente, esta crisis confirma que el año de transición política no será fácil y que quizá la preocupación del papa Francisco por la gobernabilidad de Argentina en este período no era exagerada, sino una preocupación fundada.

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