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jueves, 22 de octubre de 2015

Europa y sus musulmanes.



http://www.gaceta.es/noticias/los-musulmanes-europeos-radicalizan-20102015-2116

Los musulmanes europeos se radicalizan.







Carlos Esteban -  Martes, 20. Octubre 2015 - 21:16

Más de 40.000 personas se manifestaron este lunes en la ciudad alemana de Dresde contra la inmigración masiva que se ha intensificado desde la crisis de los refugiados, convocadas por elmovimiento antiinmigración PEGIDA, que esta semana cumple un año, y el diario El País ventila la noticia en su primera con este titular: 'El movimiento racista alemán pide en la calle deportaciones masivas'.
Todos sabemos que “racista” es un cómodo sustituto de “malo”que permite a nuestros mandarines deslegitimar cualquier protesta u objeción a sus proyectos sin tener que tomarse la molestia de razonar en contra. Si oponerse a la entrada incontrolada de, al menos este año, un millón de personas llegadas de una cultura ajena y hostil a los valores de la propia y después de que las autoridades reconozcan que carecen de medios para atenderlos, 'racismo' empieza a perder todo significado coherente.

Alarmarse ante la sustitución demográfica del propio país no es algo que necesite mucha explicación, siendo común en todas partes y en cualquier época. Más curioso, y más necesitado de explicación, es la extraña alianza, rayana en el romance, entre la progresía reinante y la cosmovisión más alejada de sus presupuestos intelectuales que quepa imaginar, el islam.


Si la cultura musulmana es absolutamente hostil a todo lo que Occidente representa, aún lo es más al pensamiento progresista, y es desconcertante observar a nuestros líderes intelectualesanimando con entusiasmo la islamización de Europa al tiempo que defienden con igual ardor todo lo que los seguidores del Corán aborrecen, desde la desaparición de la religión en la esfera pública a la igualdad entre los sexos, la permisividad sexual o elrelativismo. Esta contradicción es, de hecho, tan llamativa, que solo cabe una explicación.

Es imposible que ignoren en qué creen los musulmanes, porque es algo que ellos mismos se ocupan de anunciar de palabra y obra cada día, y es improbable que puedan seguir pensando que se mantendrán como una insignificante minoría, visto el ritmo de flujo migratorio, su tasa de fecundidad y las de los países europeos. Solo cabe que piensen, desde una arrogancia eurocéntrica que no es probable que verbalicen, que en contacto con la flamante civilización progresista abandonarán sus atávicos hábitos mentales y se convertirán en unos dóciles votantes y consumidores. Dicho de otra manera: que se “integrarán”.

Cuanto más jóvenes, más radicales

Pero la realidad no parece estar dando la razón a las fantásticasesperanzas de nuestras élites multiculturalistas. Lejos de perder radicalismo, los inmigrantes musulmanes parecen hacerse máshostiles a la cultura de acogida con el tiempo. Se comentó en su momento la paradoja de que los terroristas implicados en los atentados del metro de Londres y, más recientemente, el llamado'Yihad Johnny', decapitador del IS, estuvieran perfectamente integrados en apariencia en la sociedad británica y fueraninmigrantes de segunda generación. Y este lunes el diario danés Jyllands-Posten publica los resultados de una serie de encuestas que concluyen que las actitudes de los inmigrantes musulmanes se radicalizan con el paso del tiempo y que cuanto más jóvenes, más extremas son sus posiciones.

La comunidad musulmana danesa ha dado escasos problemas, siendo una de las mejor íntegradas de Europa. Al menos, hace diez años. En 2006, el número de musulmanes que estaban de acuerdo en que “las instrucciones coránicas deben seguirse por completo al pie de la letra” era sólo del 62%; hoy llega ya al 77%. La postura de Naser Khader, parlamentario conservador que aboga por una reforma del Islam, tiene cada vez menos partidarios entre sus correligionarios. La actitud abrumadoramente la resume en el propio periódico el imán Fatih Alev del Centro Islámico Danés: “No se puede cambiar lo que hay en el Corán y lo que el profeta nos ha dicho que tenemos que hacer, o dejas de ser musulmán”. Y punto.

Por su parte, la postura de nuestros bienpensantes al uso aparece también en el periódico, en la sorpresa que expresa el sociólogo Brian Arly Jacobsen, de la Universidad de Copenhague: “En general, uno esperaría que se hubiera dado justo lo contrario y que con el tiempo se parecieran más al resto de los daneses, pero parece quenuestros compatriotas musulmanes se vuelven cada vez más religiosos”.

Leyes draconianas

Dinamarca no es en absoluto excepcional, y esa tendencia se observa en el resto de países europeos. En 2007 en Gran Bretaña, por ejemplo, el 36% de los jóvenes musulmanes no tuvieron problema para expresar su convicción de que quien abandona el Islam debe morir.

Pero si no es única en sufrirlo, sí lo es, hasta cierto punto, en la reacción. A principios de mes, el Gobierno danés provocó laindignación de todo el buenismo europeo al aprobar leyes tajantes para regular y limitar la inmigración, poniendo el énfasis en la facilidad para integrarse en la sociedad danesa de los recién llegados. “Hasta ahora -confesó en su discurso ante el parlamento el primer ministro Lars Løkke Rasmussen- la integración ha fracasado. Del total de inmigrantes procedentes de países no occidentales, ni siquiera la mitad tiene empleo. Y eso aunque muchos llevan aquí diez, veinte o treinta años. Es profundamente preocupante”.

Uno de los cambios más relevantes se refiere a las normas de reunificación de familiar, que permiten al inmigrante ya instaladosolicitar la entrada de parientes, que reciben en el proceso la nacionalidad danesa. Estas leyes incentivan el que familias de potenciales emigrantes envíen al miembro más vulnerable y, por tanto, con más probabilidades de recibir asilo para luego emigrar en bloque el resto. A partir de ahora, los extranjeros cuyas familias tengan menor probabilidades de integrarse en la sociedad danesa tendrán menos opciones de recurrir a la reunificación familiar, mientras que esta se agilizará en el caso de extranjeros con un origen más compatible.

Esa 'compatibilidad' -unida al temor a un islam que se muestra inasimilable en Europa y crecientemente hostil en el mundo- es lo que ha movido a países como Hungría, Bulgaria, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Chipre y Australia a desafiar latiranía políticamente correcta en su deseo de aceptar sólo a refugiados cristianos. La respuesta unánime y airada de los socios comunitarios de los países europeos de ese grupo ha sido que no se puede discriminar por razón de credo. Sin embargo, es el credo el que marca toda la diferencia en sus países de origen, lo que obliga a huir con lo puesto a muchos cristianos y, admitámoslo, lo que hará algo menos difícil la integración de los recién llegados.

Prioridad: refugio a los cristianos perseguidos

Los cristianos de Oriente Medio son víctimas de una persecución brutal y masiva ante la indiferencia de nuestros supuestamente compasivos líderes políticos, culturales y mediáticos. Sólo por eso y desde el punto de vista humanitario, deberían tener prioridad por la urgencia y gravedad de la persecución que sufren. Ni siquiera el fin del conflicto sirio pondría fin por completo a esta situación. El Corán es tajante en esto y las sociedades islámicas lo aplican con desigual intensidad.

En cambio, los refugiados musulmanes huyen, más que de una persecución, de la situación de caos y miseria que ocasiona el conflicto bélico. Nadie les persigue en esos países por ser musulmanes, al contrario.

Por otra parte, la situación de los cristianos en Oriente Medio se ha visto agravada precisamente por la injerencia de las potencias occidentales en esos países, especialmente por parte de Estados Unidos y los países de la OTAN, lo que nos hace especialmente responsables de su suerte. Después de todo, los cristianos no huían de la Siria del dictador Bashar al Assad, del Irak de Saddam Hussein o de la Libia de Gadafi. Es la idea que expresaba recientemente el presidente ruso, Vladimir Putin: “Así, si Occidente es responsable de desencadenar la yihad contra los cristianos, seguramente son estos últimos a los que Occidente debe dar prioridad, desde un punto de vista humanitario”.

Por último, sería estúpido y miope ignorar que el potencial de integración de los cristianos de Oriente Medio es muy superior al de sus compatriotas musulmanes, precisamente por las raíces cristianas de nuestra cultura.

Hay algo profundamente absurdo y masoquista en escandalizarse de las barbaridades cometidas por el IS en nombre del Islam y apresurarse a aceptar cientos de miles de musulmanes procedentes de esa misma región.

Contra toda lógica, no solo se está promoviendo la llegada de inmigrantes musulmanes, sino que se está obstaculizando la entrada de cristianos, incluso cuando la persecución continúa en la propia Europa. “En Irán, los Guardianes de la Revolución han arrestado a mi hermano en una iglesia doméstica. Huí de la policía secreta, pensando que en Alemania sería al fin libre de vivirsegún mi religión”, se lamenta Said en un reportaje publicado en el diario Die Welt. “Pero en la vivienda para solicitantes de asilo ni siquiera puedo admitir abiertamente. En la casa viven sobre todo refugiados suníes sirios. “Me escupen, me tratan como un animal y amenazan con matarme”.

“La visión de los musulmanes que han llegado aquí es: donde quiera que estemos, allí está la sharía, nuestra ley”, señala en el mismo diario Gottfried Martens, pastor de la Iglesia Luterana de la Trinidad en Berlín-Steglitz.

En la ciudad sueca de Goteborg, las amenazas son tan habituales que los cristianos refugiados tienen la sensación de no haber escapado de la pesadilla, de vivir donde siempre pero con más frío. “Imaginen haber tenido que salir huyendo de tu propia patria para escapar de la persecución y encontrarte aquí en Suecia puerta con puerta con simpatizantes del IS”, resume para el Goteborgs-Posten el presidente de la asociación local de asirios. “Esa es la vida corriente de muchos aquí”.

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