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martes, 11 de octubre de 2016

Segundo debate presidencial en EEUU

http://www.abc.es/elecciones-estados-unidos/abci-sigue-directo-segundo-debate-presidencial-entre-donald-trump-y-hillary-clinton-201610100128_directo.html







El partido no está cerrado. Quien pensaba que Donald Trump llegaba a su final, abocado a un linchamiento victorioso por parte de Hillary Clinton, como abogada de la causa que buena parte de los estadounidenses había abierto contra él por su vídeo obsceno, tendrá que esperar.

El segundo debate presidencial fue amargo, por momentos lleno de rencor entre los candidatos, pero ni la demócrata apuntilló al magnate ni la contienda resultó ser el calvario que se esperaba para una aspirante republicano en horas bajas. No sólo por la creciente ola de altos cargos de su partido que exigían su abandono, sino por las dudas que su propio ticket presidencial, Mike Pence, había mantenido hasta la misma antesala del debate.

Las expectativas creadas ayudaron a Trump a salir beneficiado del town hall que en la acondicionada sala de la Universidad Washington de San Luis (Misuri), enfrentó a dos aspirantes a la Casa Blanca que seguirán sin poder presumir de que generan ilusión cada vez que hablan.

El arranque no pudo ser más revelador. Dos contendientes en el escenario sin mirarse ni darse la mano anunciaron el agrio pulso que se venía encima, con la polémica de los abusos sexuales planeando sobre la noche.

Y lo fue, pero tampoco con el grado de agresividad que se esperaba. La estudiada contención de Trump y el perfil bajo de Clinton condujeron a un primer capítulo de rifirrafes más desagradable por el contenido que por las formas.

El nivel del debate estuvo cerca de tocar fondo cuando los turnos de intervención iniciales se convirtieron en un intercambio de apelaciones al «y tú más» entre ambos participantes. A las primeras de cambio, Clinton fue directo a denunciar «la clase de persona» que es Trump, como había demostrado el vídeo obsceno en el que relataba, con detalles lascivos, que había intentado acostarse con una mujer casada pese a que ella no estaba por la labor: «Esto le desacredita para ser presidente de Estados Unidos», sentenció Clinton.

La esperada réplica del magnate fue la de introducir en la pelea alexpresidente Bill Clinton, de quien dijo que había hecho «cosas mucho peores que él», hasta el punto de haberse convertido en «el mayor abusador de la historia política». La grandilocuente frase había hecho olvidar en cuestión de segundos la confesión previa de Trump de «no estar orgulloso de algunas cosas» de su pasado, pero también su justificación de que el polémico vídeo recogía «una conversación privada». El neoyorquino había calentado la contienda electoral con una sorpresiva comparecencia de prensa previa con varias mujeres que se consideran víctimas sexuales del expresidente Clinton.

Los siguientes minutos se convirtieron en un intercambio de descalificaciones que culminó momentáneamente cuando los dos moderadores, Anderson Cooper (CNN) y Martha Radaatz (ABC), decidieron abrir el turno temático. Lo que no significó el fin de las acusaciones personales. Como lo demuestra que en un momento más avanzado del debate, cuando los candidatos protagonizaban una discusión sobre el escándalo de los e-mails que persigue a Hillary Clinton, el republicano le espetó: «Cuando sea presidente, impulsaré una investigación oficial sobre tu manejo del servidor privado, e irás a la cárcel». La senadora, en el momento más tenso de la pugna electoral, le replicó con mucho sarcasmo y poca piedad: «Donald, puedes seguir diciendo cosas, pero tu campaña está explotando».
A diferencia del primer debate, Trump había llegado preparado. Se notaron sus sesiones de trabajo previas con ayuda de sus asesores de cámara, Chris Christie, gobernador de Nueva Jersey, y Rudolph Giuliani, exalcalde de Nueva York. Sin brillantez pero con efectividad en algunos momentos, el magnate ofreció algunas frases traídas del laboratorio: «No podemos permitirnos cuatro años más de Obama» o «Hillary tiene un tremendo odio en su corazón».

Un intento de recuperar una parte del electorado republicano que sigue sin ver en Trump a su candidato a ocupar la Casa Blanca. En su estrategia, el magnate también recuperó las críticas de Bernie Sanders a Clinton, su apelación a una «falta de sentido común», que repitió distintas veces. Una suerte de freno a la movilización que la demócrata busca de los votantes más liberales.
Lo que no ha terminado de pulir el candidato republicano es el reiterado recurso de calificar de «desastre» todo aquello que no comparte, palabra que repitió una docena de veces. Es su forma de conectar con sus fieles, a quienes no olvidó tampoco esta vez con el lenguaje populista y de outsider que le ha traído hasta aquí: «Yo no entiendo de lo que hablan el presidente, el Congreso... Yo estoy con la gente real».

Quizá porque no era su noche, o puede que por estrategia, Hillary Clinton estuvo menos eficaz que en el primer asalto. Una de las escasas ocasiones que comprometió al millonario fue en su denuncia del vínculo entre la difusión de sus e-mails, los pirateos informáticos de Rusia y el objetivo compartido de que sea Trump quien gane la elección presidencial. Acusación que el candidato republicano calificó de «ridícula».

Sin embargo, Clinton no ofreció la misma habilidad para aprovechar la confesión previa de su rival de que aprovecha los resquicios de la ley para no pagar o pagar menos impuestos. Como la llamada deducción inmobiliaria. Ni fue capaz de ofrecer un plan convincente, alternativo al actual de la Administración Obama, para resolver la cuestión siria y derrotar a los yihadistas de ISIS (Daesh). Sus explicaciones fueron a menudo despreciadas por Trump con la frase de “muchas palabras pero pocas soluciones”.

Los primeros sondeos o balances de urgencia sobre el resultado del debate eran contradictorios. El conocido focus group del experto Frank Luntz, que en el primer debate había arrojado una clara victoria de Hillary Clinton, otorgaba esta vez el triunfo a Trump, por 21 a 9. Mayoritariamente, los participantes no habían creído a la demócrata y reconocían una mejor actuación del republicano. Sin embargo, en las primeras encuestas, tanto la de la cadena CNN (57%-32%) como la de YouGov (47%-42%) ofrecían un resultado final favorable a Clinton.

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