por Carlos A. PISSOLITO
Los monstruos según el pintor W. Blake. |
Como todo orden, el político, se conoce por sus causas. Estas son cuatro: la causa eficiente (el gobierno), la final (el bien común), la causa formal (las formas de gobierno) y la causa material, que es la que nos interesa explicar con mayor detalle.
La causa material es, principalmente, el hombre, entendido como la materia receptora del orden político. Pero, no se trata de un hombre abstracto, sino de uno inmerso en su cultura, en sus costumbres, en sus hábitos comunitarios, en su lengua, en su territorio, etc.
Es, concretamente, la causa material del orden político la que nos abre el camino hacia la Geopolítica, ya que el objeto de ésta es la interacción de los aspectos geográficos sobre las decisiones humanas.
Históricamente, la rica geografía mundial ha ido definiendo distintas conductas humanas, las que consolidadas han servido de base a determinadas culturas. De entre estas, se destacan dos grupos principales: la de aquellos pueblos que han crecido en el interior de los grandes espacios geográficos como los continentes y los que lo han hecho orientados hacia los mares que los circundaban.
El conocido politólogo alemán Carl Schmitt, en su obra: “Tierra y Mar" describió dos figuras arquetípicas, metafóricas, concretas y alegóricas al mismo tiempo, como representantes de estas culturas.
Para ello apeló a dos figuras bíblicas la del Behemoth y la del Leviatán. La primera un monstruo terrestre representado como poderoso animal terrestres, ya sea un hipopótamo, un búfalo de agua, un rinoceronte o un elefante; la segunda, como por la del monstruo marino por excelencia, una gigantesca serpiente acuática.
La figura bíblica del Leviatán fue utilizada por el filósofo Thomas Hobbes, quien en su obra más famosa, precisamente, "El Leviatán", lo describió en su teoría del Estado, como un poderoso monstruo que podía imponerse sobre los intereses individuales egoístas.
Schmitt, por su parte, toma a ambas, adaptándolas a las necesidades de los Estados modernos, a sus respectivas formas de colonización, de definición de sus fronteras y de cómo ejercen su soberanía. El filósofo alemán ve a los monstruos como las dos formas posibles que puede adoptar un Estado. Una que gobiernan bajo su mano, respectivamente, la tierra y la otra los mares. Según Schmitt, la tarea de cada Estado es diseñar su política exterior y su geopolítica de acuerdo con esta caracterización: ¿Tierra o mar? ¿Behemoth o Leviatán?
Por su parte, numerosos historiadores han explicado las luchas entre imperios y potestades como líneas de fractura entre aquellos que dominaban el interior y pugnaban por conseguir una salida al mar, con aquellos que ya lo dominaban y no se lo permitián. Para ellos, las Guerras del Peloponeso son el primer ejemplo de esta situación. También, el caso paradigmático de la Roma terrestre que no fue imperio hasta que no logró la derrota total sobre la marítima Cartago, convirtiendo al Mediterráneo en su Mare Nostrum.
Podríamos seguir citando ejemplos similares, pero que con este basta y sobra para ilustrar las tensiones existentes entre los Estados de orientación continental con los de orientación marítima.
Resta tener en cuenta que en la actualidad dos potencias marítimas por excelencia, los EEUU y la Gran Bretaña, disfrutan de sus triunfos por sobre dos potencias continentales tradicionales, primero la de Alemania vencida en dos guerras mundiales y la de Rusia, derrotada como la URSS durante la pasada Guerra Fría.
Aunque el resultado final está por verse, sin embargo, hoy por hoy, es la potencia continental de China la que con su estrategia del Camino y del Cinturón de la Seda es la que está poniendo en jaque y a la defensiva a los EEUU y sus aliados.
Desarrollo: El territorio de la República Argentina es el 8vo en extensión de los países del Mundo y el 7mo si se cuentan sus territorios reclamados, como las Islas Malvinas, las demás dependencias del Atlántico Sur y su Sector Antártico. El sector americano, vale decir continental, mide unos 2,8 M de km². Si se le suma lo reclamado, su superficie total asciende a unos 7,6 M de km². En esta cantidad no se incluye la franja oceánica argentina de 200 millas marinas de su ZEE, ni la plataforma continental, la que suma otros 6, 6 M de km².
Entre otras peculiaridades geográficas, cuenta la Argentina con parte de la Cordillera de los Andes que es la 2da más alta del Globo; con una compleja red hidrográfica con varios ríos caudalosos y navegables; así como una vasta pradera, la Llanura Pampeana, una de las mayores y más fértiles extensiones agropecuarias del Mundo.
Desde el punto de vista histórico, la Argentina fue colonizada por tres corrientes Una que ingresó por el Río de la Plata, que funda Buenos Aires y Santa Fe:; otra que vino por el Norte desde Lima que funda Salta, Tucumán, Córdoba y Santiago del Estero y la última que lo hizo por el Oeste desde Santiago de Chile que funda Mendoza. Posteriormente, cuando el país debió luchar por su Independencia, siguió las mismas rutas, pero en sentido contrario.
Respecto de este último punto, es conveniente resaltar que el “Plan Continental” de San Martín (así se lo denominó y no es una casualidad), contemplablaba el cruce de los Andes con un pequeño, pero potente ejército; el cual posteriormente, sería trasladado por mar hacia Lima, centro del poder español en América del Sur. A la par, de que fuerzas secundarias operarían desde la provincias del Norte para contener a los realistas provenientes del Alto Perú (Bolivia); luego también, operarían en la Sierra de Ayacucho (Perú) para distraerlos y hostigarlos.
En función de lo expresado, el estudio de las condiciones de su orden material, la República Argentina es un país continental, tanto por su posición geográfica relativa como por su historia, especialmente, la militar. Lo que no implica que carezca de intereses marítimos, pero sí que los mismos deben subordinarse a este continentalismo.
Parafraseando a Mackinder, podemos decir que: "Quien gobierna la Heartland comanda la Periferia y quien comanda la Periferia comanda la Argentina."
Llegado a este punto no hay otra alternativa que interrogarnos y contestarnos sobre cuáles son estos lugares. Para empezar, creo que es de suyo evidente que nuestra Heartland es el sector argentino de la región conocida como la Pampa húmeda. Y decimos sector argentino porque geográficamente la misma se extiende hasta el sur de Brasil y a la totalidad del Uruguay.
La Pampa húmeda, como tal, se caracteriza por ser un terreno de praderas con un régimen de lluvias superior a los 500 mm/año. Concretamente, comprende a casi la totalidad de la Provincia de Buenos Aires, el sur de la de Santa Fe y de Entre Ríos, el sureste de Córdoba, el oeste de San Luis y el noreste de La Pampa.
Desde el punto de vista de la geografía humana concentra varias de las principales ciudades argentinas; a saber: Buenos Aires, Mar del Plata, Rosario y Santa Fe. Además, desde la perspectiva económica y cultural hace lo propio con las principales industrias y actividades científico-culturales más importantes que desarrolla nuestro país.
Su potencia geopolítica estriba en que permite la agricultura intensiva, especialmente de cereales aptos para el consumo humano como la soja, el trigo y el maíz. En este sentido, su importancia pasa a ser global, pues se considera que puede servir para alimentar a una porción importante de la población humana mundial.
Por su parte, la zona de la Periferia contiene a tres regiones, con sus respectivas ciudades principales, que dan acceso a tres espacios concomitantes al Hearland.
La ciudad de Córdoba que lo hace, por los viejos caminos de la "Salta del Tucumán", hacia los espacios del norte; Mendoza, la que por medio de sus pasos cordilleranos lo hace hacia Chile y a la Cuenca del Pacífico y Corrientes, la que mediante sus grandes ríos, se vincula con Rio Grande do Sul y con el Paraguay.
Creemos que la Geografía, por un lado y la Historia, por el otro, confirman esta caracterización. Pues, las mismas coinciden con las viejas corrientes colonizadoras usadas por los españoles para ocupar esta gran espacio.
Fue a través de Córdoba que se accedía a todo el norte, desde Salta hasta el Perú y el Alto Perú. Mendoza, por su parte, fue la que preparó al Ejército Libertador que libertó a Chile y fue Corrientes la clave de la Guerra contra el Paraguay.
En forma coincidente con la historia, es hoy el narcotráfico, quien mejor aprovecha estas grandes avenidas de aproximación. Al respecto ver: http://espacioestrategico.blogspot.com/2016/02/geopolitica-y-narcotrafico.html
Fuera de la Periferia, quedan la Patagonia, sus costas y sus mares adyacentes, incluidas nuestras Islas Malvinas con su correspondiente proyección antártica. La que aparece como una región importante; pero con dificultades de conexión con la Periferia y con el Heartland. Una que exige, cada tanto, el envío de movimientos expedicionarios para garantizar su control. Como fueron las sucesivas campañas al desierto: la primera a cargo de Hernandarias, la segunda de J.M. de Rosas y la más conocida, la de J.A. Roca.
Ubicados geopolíticamente, nos toca, ahora, responder al segundo interrogante, cuál es el relacionado a los peligros que nos amenazan.
Para empezar, cabe repetir lo que decíamos en otro artículo sobre el tema: "Hoy como ayer, creemos que el peligro principal viene del Norte y no del Sur. Concretamente, nos referimos al narcotráfico con Bolivia, Perú y Colombia como los principales productores de cocaína y de pasta base que abastecen a nuestro mercado ilícito y envenenan a nuestros jóvenes. Aunque, también, habría que mencionar al norteño Paraguay con su producción de marihuana." Ver: http://espacioestrategico.blogspot.com/2016/08/los-tambores-de-bronce.html
Respecto de la protección de nuestros intereses marítimos creemos que hacen falta ideas nuevas. Las mismas están contenidas en los libros del marino inglés Julian Corvett, autor de "Some Principles of Maritime Strategy". Su doctrina naval parte de reconocer un principio básico: el mar no se puede conquistar porque, como tal es un espacio vacío. Ergo, la destrucción física de la masa de los medios enemigos carece de sentido, a la par de que puede ser muy costoso lograrlo. Por el contrario, aboga por un control de los espacios marítimos de interés, el que puede ser local y temporario.
En consonancia, el inglés aboga por una flota conformada por numerosos unidades menores destinadas, no ya a librar una gran batalla naval decisiva, sino a cumplir una serie de tareas concurrentes. Destinadas a proteger las líneas marítimas propias y a vedarle el uso al enemigo, mediante la captura o el hundimiento de sus buques mercantes. Otra, es la amenaza de sectores vulnerables de su litoral con fuerzas de infantes embarcados y la última, apela al uso de diferentes tipos de bloqueos navales.
Dejando las teorías de lado y yendo a lo concreto, retomamos sosteniendo que nuestros intereses nacionales en relación con el poder naval hoy giran en torno a los siguientes ejes:
1ro. La necesidad de proteger nuestro extenso litoral marítimo, especialmente, de la pesca ilegal.
2do. La exigencia de controlar nuestras vías de navegación interior, hoy, intensamente usadas por el narcotráfico y el contrabando.
3ro. La posibilidad de encarecer, de alguna forma, la presencia de la potencia extranjera ocupante de nuestras Islas Malvinas y demás dependencias del Atlántico Sur.
4to. Conectado con lo anterior, la necesidad de mantener nuestra presencia en un amplísimo espacio marítimo que incluya a nuestro Sector Antártico y que nos permita cumplir con las responsabilidades internacionales de búsqueda y rescate.
Como es obvio por sobre la Tierra y el Mar se extiende el aeroespacio y por sobre éste el espacio exterior y por todos lados nos envuelve el ciberespacio. Respecto al primero, el denominado poder aéreo debe acompañar a las operaciones terrestres y a la navales, las que pasan a ser aeroterrestres y aeronavales, respectivamente. Por su parte, solo unos pocos Estados están, por el momento, con la capacidad de mantener su presencia militar en el espacio exterior, pero no hay que descartarlo por ello. Finalmente, el dominio del ciberesapcio es ineludible, tanto para protegernos del cibercrimen como de las operaciones de ciberguerra.
A modo de conclusión: con una globalización fallida y con un nuevo orden geopolítico en ciernes, ayudado por el surgimiento de nuevos actores en el tablero de ajedrez internacional; tales como: Pekín, Moscú, Teherán y Ankara; la disputa Behemoth-Leviathan ha vuelto el ruedo. En el caso particular de la Argentina, sus alianzas se ven sacudidas por la reactivación de la Doctrina Monroe por parte de los EEUU, en contraposición a las necesidades alimentarias de Chima que presiona comercialmente para asegurarse su soberanía alimentaria. A lo que se suman la ola de desórdenes internos en varios Estados regionales y a cierta reticencia de Brasil por mantener el Tratado del Mercosur.
En función de todo ello, los nuevos mandantes políticos argentinos deberán, inevitablemente, apreciar, tanto las nuevas oportunidades como las nuevas amenazas que tal situación les plantea para diseñar una política exterior, de defensa y de desarrollo en consonancia.
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