por Carlos Pissolito
En forma independiente a cuales hayan sido las causas de la explosión catastrófica que tuvo lugar en el puerto de Beirut, estén éstas vinculadas a un acto de negligencia estatal o sean producto de una acción de guerra, todo permite deducir que tendrá graves consecuencias políticas.
El gobierno de hecho de el Líbano es el Hezbolá apoyado por el régimen iraní y como tal representa una grave amenaza para la existencia pacífica del Estado de Israel. El que lo ha intentado casi todo por conjurar esa amenaza.
Decimos casi todo, porque le falta intentar una guerra regional generalizada. El problema es que no está en fuerza para ganarla, por lo que necesita del apoyo irrestricto de los EEUU.
El problema es que el Presidente Donald Trump no está de acuerdo con esta estrategia y a ese desacuerdo se debe la expulsión de la administración de su Asesor de Seguridad Nacional, John Bolton.
Por ello, no es extraño que Trump haya calificado a la explosión de un ataque y que los miembros de su administración han guardado silencio y no han apoyado esta declaración de su presidente.
Como la situación de Trump y la de los mecanismos de poder en los EEUU es muy fluida, ya que se trata de un año electoral, no podemos estar seguros, ya sea que el presidente no sea convencido de la necesidad de actuar a favor de Israel bajo el formato de una guerra regional o que pierda las elecciones y que el candidato demócrata esté dispuesto a hacerlo como sería lo más lógico teniendo en cuenta sus ideas e historia personal.
El problema es que una guerra regional encabezada por Israel y apoyada por los EEUU, muy bien podría convertirse en global, ya que hay que descontar la intervención de Irán y de sus mayores aliados, vale decir de Rusia y de China.
La Argentina por la historia de los 2 atentados atribuidos al Hezbolá, en el pasado y por su intenso comercio de granos con Irán y con China, en el presente, se vería -seriamente- afectada en caso de producirse un escenario como el señalado.
Al efecto incluimos la traducción de un artículo de William Lind de noviembre del 2017 sobre el rol de Hezbolá en las Guerras de 4ta Generación.
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Gana el modelo del Hezbolá.
por William Lind - Nov 2017
Cuando pensamos en los enemigos de ISIS, generalmente, enumeramos a otras religiones, además del islam,a islamistas que rechazan a su puritanismo sunita, a los Estados locales, a los Estados occidentales, etc. Pero, desde la perspectiva de la teoría de las Guerras de 4ta Generación (G 4taG), la competencia más importante de ISIS puede ser que sea el Hezbolá.
Estas dos entidades islámicas representan dos modelos diferentes de G 4taG. El modelo de Hezbolá ahueca al Estado en el que se basa, pero lo deja en pie. El modelo ISIS elimina el Estado y crea un reemplazo bajo forma de un califato, que es un tipo de gobierno anterior al Estado. (Irónicamente, el ISIS ultra puritano proclamó un califato que, el que según la ley islámica, es ilegítimo, porque el califa legítimo sigue siendo el jefe de la casa de Osman; el sultán otomano también era un califa).
La competencia entre estos dos enfoques para las G 4taG está terminando y el veredicto es claro: el modelo de Hezbolá es el que ganó. Esto no es una gran sorpresa, excepto posiblemente para ISIS. Al tomar territorio y proclamar un califato, ISIS se abrió a la derrota a manos de los militares estatales. Esos ejércitos estatales pudieron luchar de la manera en que están entrenados y equipados, en una guerra de poder de fuego y de desgaste donde el objetivo es tomar y mantener el terreno. Siempre que las fuerzas de G 4taG se enfrenten a las fuerzas armadas estatales en ese tipo de lucha, es probable que pierdan. Están enfrentando su debilidad física contra la mayor fuerza de sus oponentes, que se encuentra en en la parte táctico/física que se muestra en el cuadro siguiente:
En contraste, el modelo de Hezbolá usa un Estado vaciado para alejar el conflicto del cuadro táctico/físico que es la mayor fortaleza de las entidades de G 4taG y llevarlo al casillero estratégico/moral (el Coronel John Boyd argumentó que ese es el más poderoso, mientras que el táctico/físico es la más débil para determinar el resultado final.) El Estado libanés protege a Hezbolá de manera estratégica y moral porque es imposible atacar su base de poder sin atacar, también, al Estado, nominalmente soberano, del Líbano.
Debido a que la élite gobernante internacional considera a los ataques contra otros Estados, especialmente, los Estados débiles que no representan una amenaza, como moralmente incorrectos, el atacante se encuentra, rápidamente, condenado y aislado. Esto, más que la fuerza táctica de Hezbolá, es la razón por la cual los intentos de (((((((((((nuestro mejor aliado))))))))))) de atacar al Hezbolá en suelo libanés han resultado en su derrota, aunque Hezbolá es mucho mejor, tácticamente, que la mayoría de las otras entidades de G 4taG.
ISIS ahora puede intentar volver al modelo de Hezbolá, pero creo que es poco probable que tenga éxito. Ese modelo requiere años de desarrollo y de un servicio paciente en lugar de oprimir a la población local y dudo que ISIS sea capaz de hacerlo. La caída de su califato ilegítimo erosiona su capacidad de reclutar y de asegurarse fondos y al igual que Al Qaeda, se convertirá en un espectro de lo que era.
Pero, justo en este punto de éxito, la incapacidad de Occidente para comprender a las G 4taG es lo que lo preparará, nuevamente, para el fracaso. Los gobiernos occidentales caen en la trampa de definir a sus enemigos como a este oa aquel “cuco” de 4ta G, en particular: al Qaeda o ISIS o Hamas o quien sea. Al hacerlo, miran el árbol en lugar del bosque. Las entidades de G 4taG, islámicas o no, van y vienen. Cada entidad particular importa relativamente poco. Lo que importa es que pueden generarse, infinitamente, siempre y cuando perdamos de vista que la verdadera amenaza, es la forma como todas ellas surgen. Ese motivo es la crisis de legitimidad del Estado. Como Martin van Creveld me dijo hace muchos años, todos pueden verlo, excepto las personas que viven en las ciudades capitales del mundo.
El origen de la crisis de legitimidad, a su vez, es vaciar el Estado de su contenido, algo que exige la élite globalista. Esta visión "internacionalista" ha sido dominante entre la élite mundial desde el final de la 1ra GM y, ahora, no se puede disentir con ella y seguir siendo miembro de ella. Es por eso que la élite teme y detesta tanto al presidente Trump, que representa el retorno de la soberanía estatal, ya que con él resurge la legitimidad del Estado. Tal resurgimiento es lo único que puede derrotar a esta o aquella entidad de G 4taG, en el nivel estratégico moral que es el decisivo.
¿Esto hace que las entidades de 4G y la élite globalista sean aliados de facto? Saque sus propias conclusiones.
Traducción: Carlos Pissolito
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