Es necesario un cambio de actitud que permita reconocer los problemas y no ignorarlos. Pasar de la negación y antigüedad a acción y modernización.
por Carlos E. Laidlaw (*)
El 20 de noviembre 2.020 se celebró el Día de la Soberanía Nacional, en conmemoración de la Batalla de la Vuelta de Obligado de 1845, merced a la actuación de heroicos soldados argentinos, en inferioridad de condiciones, resistieron la invasión del ejército anglo-francés, el más poderoso del mundo de la época (Defensa Soberanía Nacional territorial)
El hecho culminó con una victoria pírrica por parte de estos, tanto por la decisión de las fuerzas defensoras, como las complicaciones de carácter internacional a que dio lugar mundialmente, especialmente en América y países vecinos. Ese día obligó, después, a la firma de un tratado de paz entre Argentina, Francia y Gran Bretaña y quedó en la historia como un símbolo de independencia.
El concepto, normalmente olvidado, impone recordar que es la Soberanía Nacional cuyo sustantivo proviene del latín y está formado por el término “sober”, que significa encima, el sufijo “anus”, que se traduce como procedencia, y el sufijo “ia” que se refiere a tener poder o autoridad por encima de otros. El concepto del adjetivo calificativo, nacional, es obvio
De allí que la Soberanía Nacional es el Poder político dentro de una sociedad ejercido por las autoridades constitucionales de una Nación sobre un territorio perfectamente determinado, esto es un área que incluye tierras, aguas y espacio aéreo, en el cual aplica su independencia y su autodeterminación en todos los factores del mismo, tanto en el orden nacional, como internacional.
El enfoque fundamental sobre el cual se aplica la Soberanía es obviamente el territorio nacional [1] que es la delimitación geográfica en la cual se encuentra asentada la población, el componente esencial para la conformación de un Estado, de donde surge el Título del trabajo: Soberanía Nacional Territorial, como lo fue la Batalla de la Vuelta de Obligado, origen elegido para ponerla en evidencia.
Tal circunstancia puso en evidencia, como toda posesión del Estado, que la integridad territorial debe ser defendida de agresiones internas y externas, de acuerdo con los nuevos conceptos de la guerra, enunciados en un artículo anterior [2] razones por las cuales requiere de una Política de Estado referida a la Defensa Nacional, por su imprescindible necesidad de disponer los medios necesarios para su Sistema Orgánico Funcional con su correspondiente actualización para estar a la altura de los tiempos de la situación internacional actual, doctrinaria y tecnológicamente.
Una vez determinada, ella impone elaborar una nueva legislación (Ley de Defensa Nacional y, una vez aprobada, su Reglamentación) que reemplace a la vetusta ley que se mantiene vigente por una muy simple razón: “La defensa de Argentina está en una situación grave” [3]
Preservar de peligros la existencia de la Nación, bien podría ser una tarea para unir a los argentinos. Como escribiera el gran Jorge Luis Borges: “Nadie es la Patria. Todos lo somos [3]
Otro concepto expresa [4] que “En un extenso período de más de 25 años, sin embargo, se acentuó un hecho inocultable: la pérdida de capacidades operativas militares con unidades que no completan su personal, materiales y equipos obsoletos, desgastados o inexistentes, escasez de munición, dificultades para salir al terreno, etc. La Defensa no ha estado entre las prioridades de los Gobiernos Democráticos
Frente a tal situación es urgente constituir un Consejo de Defensa Nacional Un verdadero think tank que requiere, lejos de toda ideología partidaria y con total independencia de juicio, personalidades idóneas interdisciplinarias para que encaren la tarea de elaborar la Política de Estado de la Defensa Nacional, la cual una vez aprobada por el Presidente de la Nación, deberá elaborar y enviar el proyecto de Ley de Defensa Nacional al Honorable Congreso que reemplace la actual del año 1988 (hace 32 años, con los profundos cambios producidos en ese lapaso) y se particularice en la respectiva Reglamentación, como documento rector en la ejecución de las tareas de las Fuerzas Armadas en forma apta, factible y aceptable.
El punto de partida la Política de Defensa Nacional, norma general destinada a orientar las acciones del Estado para alcanzar los fines de la Defensa Nacional deben responder a los siguientes Objetivos Políticos:
- Conservar la soberanía nacional, la independencia del Estado y su autodeterminación.
- Mantener su integridad territorial de agresiones internas y externas
- Generar las condiciones de prevención necesarias para hacer frente a las amenazas internas y externas.
- Apoyar a las fuerzas de seguridad interna, en aquellos casos en que lo dispongan los órganos competentes.
- Apoyar a la población civil en casos necesarios o desastres naturales,
- Promover el compromiso de toda la ciudadanía con la Defensa Nacional.
- Contribuir a la promoción y mantenimiento de la paz internacional.
El cumplimiento de estos Objetivos se obtendrá a través de una Política de Defensa esencialmente disuasiva, basada en el desarrollo equilibrado de las capacidades nacionales, y en el mantenimiento de las Fuerzas Armadas equipadas,, entrenadas y sostenidas logísticamente para disuadir, enfrentar o neutralizas las amenazas o agresiones internas o externas que se presenten, a cuyo fin debe contar con los recursos presupuestarios
Las hipótesis que se aprueban en el más alto organismo de decisión política, son establecidas como consecuencias de la Apreciación Político Estratégico basada en la Apreciación de Inteligencia Estratégica Nacional, que evalúa y prevé la situación integral del país en un momento dado y su probable evolución, para preparar y fundamentar la toma de decisiones sobre la materialización de los objetivos políticos y previsiones destinadas en conjunto para guiar la acción política del Gobierno.
Toda Hipótesis debe incluir básicamente:
- Elementos de juicio que la sustentan, vale decir los argumentos esenciales que le sirven de fundamento.
- Descripción de los conflictos (probables adversarios o enemigos, causas, etc.
- Posible actitud de otros países o grupos de interés.
- Circunstancias que condicionan su desarrollo.
- Plazos y condiciones de su ejecución.
- Saber (“Théôrein”) que se refieren al conocimiento teórico y especulativo.
- Hacer (“Prattein”) que se refiere al conocimiento práctico u operativo.
- Crear (“Poïein”, derivado de “poiesis”) que se refiere al proceso que desarrolla la virtud, disposición y habilidad para hacer algo nuevo que no existe, que se introduce por primera vez, y constituye una acción que indica y refleja la sabiduría que es “el grado más alto y profundo del conocimiento de las ciencias, letras o artes”.
El “saber teórico”: la teoría, no se ordena a otra cosa que al conocimiento mismo, pero prepara a la persona para una acción distinta a sí misma. Es analítico.
El “hacer práctico” es un acto de la voluntad, posterior a la intelección, que desarrolla una aptitud donde concurren diferentes rasgos por planos orgánicos y campos de la personalidad social, intelectual, ético-espiritual, ético profesional y técnico profesional que hacen al perfil profesional y desarrolla una nueva aptitud. Es sintético.
El “proceso creativo” corresponde al Arte Militar ya que desarrolla una actitud y una conducta para producir algo que no existía antes y que requiere de una evolución que combina el “saber”, el “hacer” y el “crear”, ante circunstancias condicionadas por la voluntad de quienes llevan adelante amenazas o agresiones.
Complementariamente tener en cuenta los aspectos desarrollados en [2]
(*) Grl Div (R) del Ejército Argentino
NOTAS:
[1] La República Argentina posee una superficie terrestre de 2 .780. 400 km², con el consiguiente espacio aeroespacial y, su plataforma continental, reconocida por la ONU en el año 2016, que alcanza los 6 581 500 km², convirtiéndose en una de las más grandes del mundo que es necesario preservar de cualquier acción molecular o integral que atente contra un territorio continental de 9.329.900 km². A dicha superficie se debe sumar la zona Antártica y sobre la cual Argentina reclama soberanía, con una superficie que se eleva a 3,761 274 km²., en las cuales dispone de 5 bases militares y científicas permanentes y 6 temporarias, en época de verano
Tal espacio además no considera las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y otras numerosas islas menores que se encuentran en litigio por estar administradas por el Reino Unido, siempre reclamadas en la ONU, sin resultados positivos
[2] Ver artículo del blog Espacio Estratégico del Domingo 01/11/2020 – “Dinámica de la Estrategia”.
[3] Ugarte, José Manuel Artículo publicado en el diario CLARIN el 23/09/2015 titulado “RECONSTRUIR LA CAPACIDAD DE DEFENSA NACIONAL en la cual fundamenta la afirmación expresada mediante el siguiente texto en su primer párrafo:
El diagnóstico indica la obsolescencia del material bélico, la insuficiencia de los fondos de funcionamiento, que se refleja en la falta de un adecuado mantenimiento del material y en un adiestramiento insuficiente del personal, el número insuficiente del personal de tropa, significativamente inferior al personal de suboficiales, la desproporción entre el personal de diversos grados, particularmente con una hipertrofia en los grados superiores, que incrementa significativamente el gasto en personal. (A la fecha modificado el último concepto – nota del autor)
Hay, además, unidades militares con una dotación insuficiente, personal con un promedio de edad elevado, inexistencia de capacidad propia de producción de armamento básico y munición, y sobredimensionamiento del personal civil y de las estructuras burocráticas.
Continua con una serie de otros fundamentos de su afirmación que vale la pena leer
[4] Soprano, Germán. Historiador e investigador del CONICET-UNQ-UNLP. Co-autor del libro “El Ejército y la política de Defensa en la Argentina del siglo XXI que, entre otros fundamentos expresa:
“Ante ese diagnóstico es indispensable fortalecer las capacidades operativas de las FFAA. Pero dichas soluciones no suponen sólo una adecuado financiamiento, pues inyectar recursos en un instrumento militar diseñado para escenarios posteriores a 1990 sería no sólo una opción insuficiente sino inadecuada para afrontar potenciales amenazas (internas o) externas.
De allí la necesidad de definir reformas para los escenarios futuros. La dirigencia política, oficialista y opositora, es quien debe determinarlas por consenso. Los especialistas civiles y militares ofreceremos diagnósticos y posibles alternativas, pues no existen soluciones únicas”.
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