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domingo, 26 de marzo de 2023

NI OCCIDENTALES NI HISPANOAMERICANOS, AMERICANOS DEL SUR











por Carlos Pissolito



A modo de introducción: 

Es Alberto Buela en su libro: “Hispanoamérica contra Occidente” quien nos anoticia respecto de los múltiples y variados nombres con los cuales ha sido nombrado el continente americano, a saber:

“...América española, Hispanoamérica, América latina, Latinoamérica, Iberoamérica, Panamérica, Indoamérica, América mestiza, etc., según sean las categorías preconceptuales con las que el investigador o estudioso se aproxime al tema. Sabemos que las palabras no son neutras sino que son signos lingüísticos que encierran conceptos que son explicitados subsiguientemente en los juicios. Y la guerra semántica por la apropiación de los términos es la primera de las guerras.”

Tiene toda la razón, pero por nuestra parte recordamos que nuestro Libertador, el general José de San Martín, se refirió a sí mismo en los siguientes términos en una carta a Tomás Godoy Cruz, congresista en Tucumán, fechada en Mendoza, el 24 de mayo de 1816, se define a sí mismo de la siguiente manera: 

“Soberano señor: un americano republicano por principio e inclinación, pero que sacrifica estos mismos por el bien de su suelo”. (Diaz Araujo, 2001, p. 157).

***

Desarrollo:

Dentro de las designaciones recopiladas por Buela nos interesan las siguientes por su vigencia actual:

Panamericana: Nos dice Buela que el término nace a propósito de la Conferencia de Washington de 1889-1890, auspiciada por los norteamericanos, ideario político que culmina en la llamada “Visión Panamericana” de la Conferencia de La Habana de 1928. Un pensador nacional de la talla de Manuel Ugarte explica al respecto:

“Denuncia esa concepción política (el panamericanismo) una habilidad del expansionismo del Norte, con una tendencia suicida de la ingenuidad del Sur... El panamericanismo y la doctrina Monroe son dos manifestaciones de una misma política, favorable exclusivamente a uno de los países contrayentes”.

Latinoamérica: Se sabe que el término fue elaborado durante el reinado de Napoleón III Bonaparte, cuando Francia deseaba expandir su influencia y su poder en América, especialmente, en México. Mediante este concepto de una América de origen o latino buscaba borrar, en la medida de lo posible, la idea de una América Española o Hispanoamérica. Como tal, la idea fue introducida por el economista francés Michel Chevalier, quien después de su viaje a México en 1835 descubriera las grandes riquezas en materias primas y propusiera su ocupación militar. La que tuvo, luego, lugar, con la intervención francesa que creó el Segundo Imperio Mexicano, encabezado por Maximiliano de Habsburgo y que concluyó en 1867 la rendición de los franceses y con el fusilamiento de Maximiliano.

Además de las categorías citadas por Buela, nos interesa la principal a nuestro entender, cuál es la de Occidente y a la que él mismo contrapone con el término Hispanidad en su libro ya citado.  

Occidente:  Fue una expresión muy empleada para designarnos en el pasado reciente, tal como lo hizo el Proceso de Reorganización Militar en sus primeros años con el agregado de cristianos: aunque durante la Guerra de Malvinas apelara al apoyo de la URSS y de Cuba.

Para empezar hay que recordar que el término Occidente surge en el siglo XVI​ para designar a las culturas de base cristiana, fundamentalmente, europeas. Luego, por extensión, para referirse a aquellos países que en el proceso de expansión europea adoptaron esa cultura.​ Posteriormente, durante la Guerra Fría, “Occidente” se identificó con el capitalismo enfrentado con el mundo comunista. 

Para terminar, en la actualidad, por ejemplo, para Samuel Huntington en su famoso libro: “Choque de Civilizaciones" incluye en Occidente, principalmente, a países de Europa Occidental, América Septentrional, Australia, Nueva Zelanda, Territorio de Papúa y Nueva Guinea y al Estado de Israel por estar muy próximo y afín a ese Occidente. Como se ve no se incluye a nuestra región, la que es nominada como Civilización Latinoamericana. La que contiene a Sudamérica, Centroamérica, México y gran parte del Caribe. 

Como vemos para varios occidentales, incluido uno de sus grandes gurús como Huntington, nuestra región no pertenece a ese colectivo. 

Un término no nombrado por Buela y por los hispanistas en general, es el de Cristiandad. Tratemos de especificarlo:

Cristiandad: Para el papa León Europa merecía ese nombre cuando: "... la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados".​ Históricamente, fue en parte de la larga Edad Media, cuando la mayoría de los reinos y/o potestades europeas podían ser calificados como cristianos. A posteriori, la división del Imperio romano, una vez cristianizado, se comenzó a hablar de una cristiandad latina, correspondiente al Imperio romano de Occidente y que incluía a  los reinos germánicos y del Imperio carolingio, con centro en Roma,  centralizada en torno al papado y al catolicismo. Luego,  la Reforma protestante supuso su división entre la cristiandad católica y la protestante, ésta a su vez fragmentado en distintas confesiones (luteranismo, calvinismo, anglicanismo, etc.). Por otro lado, la cristiandad oriental, correspondiente al Imperio romano de Oriente o Imperio bizantino y, luego, expandido hacia los pueblos eslavos y que definió la Iglesia ortodoxa, conformada en iglesias nacionales que no reconocen la primacía de Roma y establecen los patriarcados de Constantinopla, Alejandría, Antioquía, Jerusalén, a los que posteriormente se añadieron otros  como los de Moscú, Serbia, Rumanía, Bulgaria, Georgia, etc.

Tal vez, no sin cierta exageración, se podría afirmar que España, bajo la forma de una Edad Media tardía,  llevó muchas de las características de esa Cristiandad a América dando lugar a lo que algunos designan como Hispanoamérica. 

Hispanoamérica: se conforma desde su nacimiento en base a dos elementos fundantes, pero no exclusivos. Por un lado, la lengua castellana y la doctrina católica y por el otro, aunque no en la misma medida, diversas lenguas indígenas de origen prehispánico, como el guaraní, el aymara, el quechua y el maya. También, hay que destacar una influencia proveniente del África subsahariana y que  llega a estas tierras por los esclavos de ese origen. Los que son, luego, liberados para integrarlos al Ejército Libertador de San Martín. 

Un hecho muy importante a destacar, es que al contrario de lo ocurrido con otros procesos de imperiales como el inglés, el francés o el holandés; desde un principio el español admitió y hasta alentó el mestizaje. Por ejemplo para José Vasconcelos se trató, nada más ni nada menos, que del lanzamiento de una nueva raza, la denominada  “raza cósmica”, destinada a inaugurar un nuevo ciclo de la historia del mundo producida por los mejores de la mejor cepa (La raza cósmica, 1925).

Pero, al poco tiempo de nuestro engendramiento, es que nuestra denominada Madre Patria pasó a darnos la espalda. Un hecho que se concreta, históricamente, con la llegada de los Borbones al trono español tras la Guerra de Sucesión Española (1701/13). 

En pocas palabras, nunca le importamos verdaderamente a esa España; la que siempre privilegió sus intereses europeos por sobre sus asuntos americanos. Sus posesiones en América eran -de facto- su principal fuente de financiamiento; pero no de preocupación. Solo nos tenían en cuenta en ocasión de sus trueques dinásticos como fue el caso de la Guerra Sorda muy bien explicada en la película “La Misión” de 1986. 

En aras de ser justos. España nos trajo universidades y grandes obras como la organizada por los jesuitas en la triple frontera de lo que es hoy Argentina, Brasil y Paraguay. Pero, fueron los mismos monarcas españoles los que las ningunearon. Insuflando las ideas libertarias contrarias a su propia monarquía en las primeras y expulsando a los segundos de estas tierras.

Lograda la Independencia esta actitud no cambió. Ni con el paso de los años. España no supo ser para sus ex colonias, lo que la Gran Bretaña fue y es para las suyas. Es por eso que no hay ni habrá -posiblemente- nunca un Commonwealth hispano. No puede haberlo con una España de espaldas a América. Su actitud durante la Guerra de Malvinas y su actual colaboración con el usurpador inglés, nos ahorra cualquier comentario en ese sentido.

Paradójicamente, nosotros que somos sus hijos bastardos. Habitantes de sus colonias olvidadas, siempre hemos hecho mucho por nuestra ex Metrópoli. Por ejemplo, en ocasión de la hambruna que siguió a su cruenta guerra civil, la Argentina no se cansó de enviar cargamentos de trigo. Igualmente, sus puertos permanecieron y permanecen abiertos para resumir a sus hijos menos afortunados. Que vienen aquí a hacerse la América como ellos mismos dicen orgullosos. 

Más recientemente, nosotros, cuando volvimos a golpearles las puertas, nos hemos convertido en los molestos “sudacas”. Allá ellos, que se pierden de nuestra sangre joven y de nuestros talentos. Seguramente estarán más contentos con los inmigrantes del Norte de África.

Pero, como dicen por ahí. No hay mal que por bien no venga. Este olvido de la Metrópoli, especialmente del lejano y pobre Virreinato del Río de la Plata. Hizo que aquí crecieran generaciones de criollos autosuficientes que al saberse solos y abandonados construyeron nuestra Patria. Aprendimos a progresar en base a nuestro trabajo, fuertes e independientes. Aquí no llegaron condes, marqueses o duquesas. No había nada por heredar, hubo que hacerlo todo.

Luego de enumerar las designaciones que no nos satisfacen. Algunas menos que otras, porque no son todas iguales. Obviamente, no somos panamericanos ni latinoamericanos porque ambos términos expresan una voluntad de denominación de poderes ajenos a nuestra región. Uno estadounidense y otro francés. Como hemos explicado el término Hispanoamérica fue válido en el pasado, pero ya no lo es. Admitimos que puede serlo en un futuro, pero hoy no es viable. Por lo que tenemos que rescatar un término que sin ser nuevo no se ha popularizado, cual es el de Americanos del Sur. 

Americanos del Sur: Sabemos, que así se designaba a sí mismo nuestro máximo referente histórico, el general don José de San Martín. Como él se lo expresa a su diputado ante el Congreso de Tucumán, Tomás Godoy Cruz en la carta ya citada en nuestra introducción y que como lo explica John Lynch en su obra: “San Martín, soldado argentino, héroe americano”. (Barcelona: Crítica, 2010).

Como todos recordamos fue Amerigo Vespucci quien demostró que Cristobal Colón no había llegado a las Indias Occidentales, sino que a una masa de tierra separada y desconocida para Europa. Por su parte, fue Martin Waldseemüller quien acuñó el término “América” en honor a Vespucci,  en un mapamundi de 1507.

Posteriormente, fueron los ciudadanos de los EEUU quienes comenzaron a referirse a sí mismos como americanos (“American”, en inglés). La confusión se agravó con idiomas como el japonés y el ruso que lo usan como gentilicio para las personas de los Estados Unidos. Mientras que el español y el portugués, usan el término estadounidense para referirse a ellas.  

Lo mencionado no impide que nosotros reivindiquemos el término de Americanos del Sur por los siguientes fundamentos:

1ro Sin desconocer la herencia española, materializada en la lengua castellana, la religión católica y el ethos del mestizaje. Hoy por hoy, carece la Hispanidad de una adecuada  operatividad; ya que no sólo muchos sucesivos gobiernos españoles no han demostrado la voluntad de identificarse con este colectivo. Muy por el contrario, son muchos los actos políticos de su parte que demuestran que la finalidad de su política exterior es ser parte de Europa y de su constelación de alianza comerciales, militares, culturales, etc. También,  es muy probable que buena parte del pueblo español esté de acuerdo con esta actitud. 

2do Si bien existen pueblos de importancia significativa para la denominada Hispanidad en la América Central y del Norte, tanto dentro de sus países originarios como los que han emigrado a los EEUU; está claro -por ejemplo- que México ha decidido formar parte de la América del Norte bajo el liderazgo de los EEUU. Son libres de hacerlo, obviamente. 

3ro Los países de la América del Sur, especialmente el denominado ABC (Argentina, Brasil y Chile) han desarrollado en el pasado y, actualmente, en el presente empresas importantes comunes. A saber:

  • En el pasado, las Campañas del Ejército Libertador, las que incluyeron recursos de las Provincias Unidas del Río de la Plata (posteriormente Argentina) de Chile, de Perú y de Ecuador.
  • En el presente se han organizado fuerzas de operaciones militares de paz conjuntas como la Fuerza de Tarea Cruz del Sur entre las FFAA de Argentina y de Chile. Además, es habitual que personal de Brasil, Perú, Paraguay y Bolivia participe integrando contingentes argentinos en esas misiones, así como argentinos formando parte de misiones brasileñas. 

***

A modo de conclusión:

Nuevamente, la política es el arte de lo posible y la estrategia la ciencia destinada a la elección, generación y empleo de los medios para obtener un fin político. Este fin, hoy por hoy, no puede ser otro que adaptarse para sobrevivir en este nuevo mundo que está naciendo.

Y para lo cual es menester organizarse, porque no van a sobrevivir ni los más inteligentes ni los más fuertes, sino los que se adapten mejor.

Para terminar, siendo justos, sabemos que hay intelectuales españoles que propugnan una sincera vuelta a la Hispanidad como el coronel Pedro Baños y el Dr. Santiago Armesilla. Lo mismo que los argentinos Marcelo Gullo y el ya citado Alberto Buela. No descartamos este planteo de plano; pero lo primero en la intención puede ser lo postrero en la ejecución como afirma Tomas de Aquino. 

En muy pocas palabras, no estamos descontentos por haber crecido solos fuera de la protección de la casa materna. Todo lo contrario. Queremos superar con creces todo lo heredado.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Impecable...

Causa Sur en Proyecto Sur dijo...

El Detalle de Amérigo Vespucci" me recuerda que hace un año una página indigenista de Ecuador que se tomó el trabajo de investigar para probar el respaldo histórico de su ideología, decidió descartar de plano por innecesario el "abyayalismo" cayendo en la cuanta de que un solo nombre para todo el continente no podía provenir de una sola lengua centroamericana, por mucho consenso que logre. Y descubrió que, en realidad la palabra AMERICA ya esta siendo popularmente usada tanto en Europa como en nuestro continente ANTES de que el italiano al servicio de Inglaterra Vespucci se auto reivindicara cartógrafo. Descubrió que el nombre Américo ni Amerigo no existía en los estados de la Italia, y que en realidad el Sr se llamaba Albérico...
Entonces? ¿de dónde salió AMÉRICA? De una montaña de la actual Guatemala, que era muy conocida en la época por que era rica en Oro y que en lengua local era conocida como Amerique. Nunca fue verdad que España impusiera ese nombre. Al contrario España en los documentos oficiales le llamó a estas tierras Indias Occidentales o las "Españas" del otro lado del Atlántico. Inglaterra por su parte intentó tambien otras denominaciones.
Albérico Vespucci nunca fue cartógrafo ni explorador, pero sí consiguió antes que muchos mapas de circulación restringida y en su primera publicación se cambió el nombre por "Amerigo" por que ya conocía que popularmente así le llamaban los viajeros buscadores de tesoros